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-¿Que hiciste? -gruño Leila, mientras con una mano tomaba el cuello de mi camisa y me mantenía sobre el aire, con su hacha en la otra mano.

-Yo...

La culpa de lo que acababa de hacer me impedía decir cualquier cosa.

-Por tu culpa perdimos a Dialac -volvió a decir, con los ojos llenos de furia y rechinando los dientes -Y ya no podremos acabar la misión.

-¿Eso es lo único que te preocupa? -le pregunto Ace, he de admitir que era valiente por confrontarla, pero considerando que Leila era más alta qué él, no parecía una buena idea.

-Para eso me llamaron ¿no?

-Bajalo -dijo Popitres en voz alta adelantándose, a su lado Preciosa miro fijamente a Leila y empezó a gruñirle muy audiblemente.

Leila me soltó y mis pies tocaron tierra de nuevo.

-Aun está viva, su barra de HP no ha disminuido nada -dije, sonando demasiado abatido y para nada esperanzado -Si nos apresuramos, podemos salvarla.

Ace y Popitres asintieron.

-¿Vieron por donde se fue?

-Si -me respondió Ace -Se fue hacia el Norte, el dragón no debió haber volado lejos, con nuestros stats de velocidad podremos alcanzarlo.

-Tenemos que apresurarnos -añadio Popitres, envainando su katana y listo para emprender la carrera -Esto es como Mario, rescataremos a una princesa de un monstruo, que gran plagio.

Leila se puso frente a nosotros.

-¿Están locos? No pueden ir e intentar pelear contra esa cosa de nuevo, necesitamos más combatientes.

-No hay que vencerlo -le dije pasando por su lado -Solo hay que distraerlo lo suficiente para rescatar a Dialac.

-Y luego veremos qué hacer -añadio Popitres. Ace asintió.

-¡No! ¿Van a echar a perder la misión por una persona? Es una locura.

-Tal vez tú trabajes así, Leila -dije yo -Pero nosotros no. Jamás abandonaremos a un compañero a su suerte, hacerlo sería realmente la verdadera locura.

Leila se me quedó viendo, frunciendo el ceño, sin entender del todo mi comentario reciente.

-Tenemos que dejar hasta aquí nuestra petición, Leila -dijo Ace, sonriendole -Tenemos que salvar a nuestra amiga.

-Seh, nadie hace estofado de carne como ella -añadio mi amigo.

Corrimos en la dirección por dónde Hrungmir había volado, mientras Leila se quedaba allí, en medio del bosque, aún sin entender nuestras motivaciones de rescatar a nuestra amiga.

Obviamente no nos lanzamos así a la aventura, bueno al principio si, luego usamos el rastreador para encontrar a Dialac más puntualmente.

Según éste, estaba en lo profundo de una cueva al Noroeste, en una zona que se llamaba: La Montaña de la Muerte, un nombre lindo, siendo sincero.

Por lo que sabía, esa zona no había sido explorada del todo, tampoco había sido mapeada, por lo que podíamos estarnos metiendo de lleno en una trampa con monstruos de nivel imposible de pasar, pero por ahora no nos íbamos a preocupar por ello.

Juntos nos adentramos por la ladera de la montaña hacia la entrada al punto hueco de la montaña, el cual parpadeaba en el rastreador dentro del mapa holográfico, sin embargo solo aparecía una línea dorada señalando un único camino, aunque sin pasillos o rutas, por lo que dentro de la montaña probablemente habría un laberinto o mazmorra de monstruos, sin embargo si teníamos cuidado, podríamos entrar sin necesidad de pelear.

Tempel Jäger  OnlineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora