Maldije internamente al oír de nuevo la estrepitosa alarma y me levanté aún con los ojos cerrados. Hice puño mi mano y, sin compasión, golpeé el aparato, haciendo que dejará de sonar... posiblemente para siempre.
Froté mis ojos con el dorso de mis manos y volteé al sentir unos dedos que se aferraban a mi muñeca.
ㅡNo te vayas ㅡdijo con voz ronca.
ㅡHoy es Lunes, osea, hay escuela ㅡhablé y me levanté, pero caí ante su halón.
Pasó por mi cintura su brazo y susurró en mi oído, aún con un tono soñoliendo.
ㅡNo importa... no te vayas...
ㅡ¿Quién te manda a reiniciar el día y convertirlo en Lunes?
ㅡYo sólo detengo el tiempo y, automáticamente, todo lo demás cambia. Si me dieran a elegir, siempre sería Sábado o Domingo.
Reí y me acomodé. Aspiré su olor a vainilla, quedando endulzada por este mismo.
ㅡNo puedo faltar, al no ser que desees ver a mi padre perder los nervios.
Cedió ante mis palabras y me soltó. Caminé hacia el armario y lo abrí, sacando de este mi uniforme.
ㅡPor cierto... ㅡdije haciéndole gestos para que cerrara los ojosㅡ ¿Qué edad tienes? ㅡpregunté mientras me deshacía de mis prendas y comenzaba a ponerme la falda.
ㅡNo sé. La Luna me dió esta forma, pero nada más. No tengo padres, ni amigos y, gracias a ti, conseguí un nombre.
ㅡPues ahora tendrás una edad ㅡdije tras terminar de vestirmeㅡ. Ya puedes abrir los ojos.
Así hizo, para después fruncir el ceño cuando me vió caminar hacia él.
ㅡVeamos... ㅡsusurré levantando su rostro con mi manoㅡ Tienes un cutis perfecto, el cual podría ser confundido perfectamente con la pocelana, tus labios son bonitos y carnosos, con un color cerezo hermoso. Tus ojos, aunque son comunes, emanan un brillo único, lo que los vuelve especiales de cierto modo. Tu cabello es perfectamente extraño, con tonalidades en plateado y gris. Tu... ㅡme detuve. ¿Realmente acababa de decir todo eso en alta voz? Carraspeé nerviosaㅡ C-calculando todo, diría que aparentas 16 o 17 años.
ㅡVaya... Admito que me sorprendí con tu manera de hablar. Cualquiera diría que estás perdidamente enamorada de un bombón como yo ㅡdijo formándose una arrogante sonrisa en su rostro.
ㅡNi en tus más húmedos sueños, ridículo ㅡexpresé riendo, pero con mis mejillas teñidas de rojo.
Me acerqué a la mochila que se encontraba en una esquina de la habitación y guardé en ella varios libros.
ㅡTú... eres bonita ㅡsoltó de pronto, ganándose mi atenciónㅡ. Me encanta acariciar tus cabellos negros mientras estás dormida. Tus labios son gorditos, aunque están dañados porque siempre los apresas entres tus dientes ㅡsonrió y continuóㅡ. Tus ojos son grandes y no sabría definir su color. Tal vez sean pardos o miel, pero, sin duda alguna, lo que más hermoso en ti es tu corazón.
Boqueé un rato tras sus palabras. Parecía que estaba viviendo un romance de película.
ㅡE-eso sonó muy c-cliché ㅡdije y volteé para que no viera el rojo vivo de mi mofletes que se había extendido hasta mi cuelloㅡ. M-me voy ㅡanuncié y me retiré de la habitación.
Es hora de ir al colegio, la otra cara de la Luna que no quiero que vean.
~☆~
El corredor estaba lleno. Todos intentaban ir a sus respectivos salones y yo no era la excepción. Empujé a varias personas y lo mismo me hicieron ellos.
De por sí, odiaba la escuela, pero este era una de las cosas que más detestaba del institución.
Mis libros cayeron producto de un choque. Me agaché e intenté tomarlos, pero, al pasar los estudiantes, los golpearon, haciendo que quedarán dispersados y estropeados.
Suspiré triste y me levanté. Me apoyé en una taquilla y esperé a que el corredor estuviera vacío. Llegaría tarde a clases, pero por lo menos podría recuperar mis dañadas pertenencias.
Los minutos pasaron y habían pocos alumnos cerca. Me dirigí a mi material de estudio.
Algunos libros se le habían desprendido hojas y mi estuche de lápices estaba sucio. Los recogí y, sin darme cuenta, una lágrima traicionera se había deslizado por mi rostro.
No era como si esto me sucediera frecuentemente o que mis compañeros de estudio lo hicieran a propósito, lo que me entristecía era imaginar la reacción de mi padre. Seguramente, al ver este desastre, me intentaría pegar, pero mamá interferiría, aceptando al final todos los golpes.
ㅡCreo que necesitas una mano ㅡoí de pronto.
Levanté lentamente mi vista, encontrándome con uno de los chicos de mi salón, Park Jimin, un muchacho que vino el año pasado desde Busan y que, actualmente, era el representante de mi clase.
Era de estatura promedio, un poco más alto que yo, y, sin duda alguna, tuvo que haber salvado a media Corea en una vida pasada para haber conseguido tal belleza. Sus cabellos castaños y esas tiernas y regordetas mejillas, simplemente la perfección en persona. No le conocía, pero a simple vista se podía apreciar que era alguien bueno y gentil.
ㅡG-gracias ㅡhablé nerviosa al percatarme que llevaba un gran tiempo observándolo.
Sonrió, haciendo que sus ojos negros se volvieran dos medialunas e, inconscientemente, mi corazón dio un leve brinco.
ㅡTen ㅡhabló entregándome unas hojas.
Asentí y las tomé, sintiendo un pequeño escalofrío al rozar el dorso de sus manos con mis dedos.
ㅡDeberíamos apurarnos, si no queremos llegar tarde a las clases ㅡhabló levantándose y tendiéndome su mano.
Tragué duro y acepté su gesto. Mis piernas fallaron por un segundo y mi corazón se descontroló, pero...
¿Por qué?
Tal vez sea porque es un chico muy atractivo, pero, pensándolo mejor, no siento lo mismo cuando estoy con Jin...
ㅡVámonos ㅡdijo sacándome de mis pensamientos.
Me guió hacia el aula y, antes de entrar, me soltó la mano. Aún con mis mejillas teñidas de rojo, toqué la puerta tres veces. Un "Pasa" no se hizo tardar y accedimos al salón.
ㅡSeñorita Lee y señorito Park. ¿Me pueden decir el por qué de su retraso?
Ambos nos miramos, ninguno sin saber que decir. El maestro Min era muy intimidante y siempre estaba de mal genio. No importa que excusa pusiéramos, terminaríamos castigados por no ser puntuales. Cuando iba a decir algo, me interrumpió.
ㅡOlvídenlo. Tomen asiento, luego hablaremos sobre su penitencia.
Asentimos a la par y nos dirigimos a nuestro respectivos pupitres.
ㅡMuy bien. Antes que llegaran e interrumpieran mi clase, estaba explicando sobre las leyes de movimiento implantadas por Newton ㅡnos miró a cada uno con sus ojos gatunos, los cuales sólo transmitían frialdad. Echó su negro cabello hacia atrás y continuóㅡ. Cambio de planes. Ahora haremos un examen.
Por esto y mil motivos, le odio, Señor Min.
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The Moon Boy || Jin [EN PAUSA]
Fanfiction❝Por la noche, cuando las estrellas iluminan mi habitación, me siento a solas y le hablo a la Luna.❞ 《ADVERTENCIA》 ៚No se permiten Copias y/o Adaptaciones ៚Historia 100% mía ៚Puede contener algunos errores ortográficos ៚Maravillosa portada hecha p...