-Narra Daniel-
Así como me lo prometí a mi mismo, al día siguiente fui a visitar a Jack al hospital, llegando media hora antes del horario de visitas. Cada día era mas cansado y complicado moverme, faltaba ya poco tiempo para mi parto programado, Elisa insiste en que no vaya estos días, en que vaya "después".
Ella especificó con incomodidad la palabra después, supongo que se refería a después del parto, eso no tiene ningún problema. El problema era que no sabia como iba a sentirme yo si me hacía volver a recordar que Jack probablemente no esté allí conmigo, y probablemente no esté con sus hijos cuando nazcan.
Ni Max, ni Elisa, ni yo queríamos hablar de ello, hablar de el cuándo despertará, porque los tres sabemos muy bien que solo de milagro Jack conocerá a sus bebés en sus primeras semanas. O meses...o años, nadie quería prolongarlo, ni siquiera querían pensar en ello, porque ninguno de los tres estaba preparado por si eso sucedía.
No podían hacer nada más que esperar, esperar a que algo pasara.
Tuve que esperar pacientemente en esas sillas de plástico con olor a desinfectante.
Esperar pacientemente en éstas condiciones era simplemente imposible.
Sé que es casi seguro que no haya despertado, ya nos lo habrían notificado, pero a pesar de ello, me sentía ansioso. Encerio quería y necesitaba verle, en esos momentos era, -creo yo-, a quien más necesito. Qué deseo egoísta.
Pero no podía evitarlo, era la persona que amo de la que estamos hablando. Y lo sé, puede parecer hipócrita de mi parte, al haberle rechazado el día anterior, pero... No podríamos hacer funcionar una boda y el parto con todo ésto de su hermano perdido y su madre.
Iba a ser complicado, a mi parecer, no era el momento de ello.
En otras circunstancias, con la vida más despejada, le habría gritado que sí. Habría corrido a sus brazos, le hubiera estrechado contra mí con la fuerza con la que lo hice cuando nos reencontramos, mi corazón hubiera latido tan fuerte para hacerme temblar, mientras Jack me cargaba y giraba en el aire.
Pero éste no era el momento. Y créanme, habría deseado que lo fuera, -lo sigo deseando-.
Minutos después, un enfermero vino a avisar que la hora de visitas había comenzado, y se dirigió personalmente a mí porque era el único allí. Me preguntaba qué sería de los parientes de los demás pacientes. Seguro ninguno era igual de nervioso que él como para venir tan temprano.
Me levanté de esa sosa silla de plástico, en la cual sentía, -y de cierto modo sabía-, que pasaría sentado muchos días más. El sonido de mis pisadas por los corredores hacía eco en lo que parecía ser todo el hospital, nunca había visto uno tan vacío y callado. Tranquilo.
En mis manos, -junto con el manojo de ansias-, sostenía un pequeño y sencillo ramo de flores que compré en el camino, gardenias, según me dijo el señor de la florería. Me sentía desnudo al ir allí sin nada mas que mi deprimente rostro y mi vientre del tercer trimestre.
Estando frente a la puerta de la habitación de Jack me quedé congelado, no como cuando tienes miedo y tiemblas, sino como cuando no quieres hacer algo, pero no tienes otra opción.
Me quedé unos momentos frente a esa puerta blanca, sujetando las flores con ambas manos y los ojos cerrados, imaginando situaciones en las que entraba y Jack estaba despierto, sentado en la camilla con ropa blanca y el cabello desordenado, viendo a la ventana.
Pero así no es ésta historia.
Suspiré para mi mismo antes de tomar la fría manija y abrir la puerta en silencio, encontrándome con la misma imagen que vi ayer. Jack dormía plácidamente en la camilla blanca, conectado a tantas máquinas que si se lo preguntaran, no sabría para que sirven. Su pecho bajaba y subía con mucha tranquilidad, y su rostro estaba tan sereno como siempre.
Que no aparentaba estar sufriendo le aliviaba más de lo que creería, estaba relajado; -quería pensar- que en un mejor mundo que la realidad.
No supe cuanto tiempo me quedé sentado a su lado tan solo viendo su serenidad, no sin antes haber colocado las flores blancas en un florero de vidrio de su mesita.
O bueno, no lo supe hasta que uno de los bebés pateó con apenas fuerza. Juntó ambas de sus manos en su vientre, sintiendo como lo que estaba dentro se movia y pateaba ansioso por salir. Sus bebés.
Poco después de que comence a cantar por lo bajo que el movimiento se calmó. Una suave y dulce melodía que su madre solía cantarles a Elisa y a él, el momento me puso melancólico, pese a eso seguí cantando.
Al igual que su madre Lili, estaba dispuesto y decidido a esforzarse por ser un buen padre, con o sin pareja que lo ayudase, se lo debía a sus pequeños.
No fue hasta que las primeras gotas saladas cayeron sobre mi vientre que me di cuenta de que lloraba, de que mis manos temblaban y de mis ojos salían lágrimas. Pero no le tomé importancia.
No paré de cantar en horas, hasta que me recosté sobre el regazo del mayor y cerré mis ojos.
ESTÁS LEYENDO
°Nuevo Comienzo° /Yaoi Omegaverse/ CANCELADA
De TodoLa vida no siempre estará a tu favor, a veces es un completo asco y no le ves sentido a seguir sufriendo, pero aprendes a soportarlo junto con las personas que amas; no diré que creo en los finales felices, o en que todos los problemas se vayan cuan...