𝗘𝗹 𝗽𝗼𝗹𝗼 𝗻𝗼𝗿𝘁𝗲

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—¿Lo veis? Ya no están

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—¿Lo veis? Ya no están. Los han quitado de la red —nos avisó Vicky después de que el vídeo le diera error por tercera vez—. Ni de la jueza, ni de vosotros y la madre de Andrea.

Iván y yo estábamos sentados en mi cama, él apoyado en el cabezal y yo sentada entre sus piernas, mientras él me rodeaba la cintura con los brazos.

—Se han cargado el vínculo para que no podamos volver a entrar y han hecho desaparecer todas las pruebas —dijo Roque frustrado.

—Otra vez a empezar de cero —anunció Vicky cabreada.

Iván me acarició el brazo cuando vio la mueca que estaba poniendo y que los ojos se me llenaban de lágrimas.

Obviamente, yo era la culpable de aquello, y lo sabía perfectamente, aunque todos me dijeran que no era así una y otra vez.

—No, de cero, cero, no. Tenemos la foto de Irene Espí y la llave. Aunque no sepamos para qué sirve —nos recordó Marcos antes de que Iván soltase un suspiro.

—¿Qué pasa? —le preguntó Vicky y ambos nos sentamos en la orilla de mi cama.

—Que... Andrea y yo pasamos —le avisó Iván.

—¿Cómo que pasáis?

—Pues, que no sé vosotros, chicos. Pero es que yo estoy hasta los cojones de jugarme el cuello por unos huerfanitos que murieron hace más de treinta años, coño —exclamó él.

—Y yo no estoy dispuesta a perder a más miembros de mi familia por esto —les informé.

—Pero se lo debemos a Cayetano. Ellos se lo cargaron. ¿Qué pasa, que ahora se van a ir de rositas? —nos preguntó Roque molesto.

—Por mí se pueden ir a tomar por el culo —le aseguró Iván levantándose de mala gana, así que me puse delante de él para que no se acercara más a Roque—. Mira, ya no podemos hacer nada por Cayetano. Está muerto. Y yo lo que no quiero es acabar como él y que me descuartice un... yo que sé que —dijo y, tras unos segundos, ambos volvimos a sentarnos en mi cama.

—Chicos, tienen razón —nos dio la razón Vicky—. El vídeo de la tía de Andrea lo dejaba bien claro. Si dejamos de investigar no nos harán nada.

𝗗𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼𝘆𝗲𝗱 ⭒ 𝗘𝗹 𝗜𝗻𝘁𝗲𝗿𝗻𝗮𝗱𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora