Capítulo 1

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Capítulo 1:

Una fuerte decisión.



Año 850

Un trinar de aves hacían eco por todo aquel pequeño pueblo, las calles desde primeras horas apenas el sol apuntaba ese lugar comenzaban a llenarse los caminos terrosos de gente que debían comenzar su nuevo día con sus labores, el frío matutino provocaba aquel tono rojizo que adornaba los rostros. El sol ya comenzaba a ascender sobre aquella muralla, aquel poblado rural daba la bienvenida ese nuevo día con sus ojos perezosos y andar lento.
Esos impertinentes rayos se colaron por una de aquellas casas de madera de aspecto rustico y techo de paja, su chimenea ya comenzaba a humear y las ventanas comenzaron a abrirse. No era muy grande, contaba con dos divisiones, una que daba al frente donde un camino se cruza siendo este ser concurrido y mas por las noches, y la casa donde habitaban esa familia, quedaba detrás, de aspecto incluso mas malgastado. En la planta de arriba de aquella casa, un rayo se coló y apunto a unos parpados que aún se encontraban cerrados, el ceño levemente se fruncía por el contacto, y el cielo fue recibido por unos ojos azules que de sorpresa miraban desde el hueco de su cuarto al exterior, acompañado de un grito.

─AAAAAAAAH LOS TITANES VIENEN A COMERNOS ─fue lo que exclamo hasta que quedo en el suelo.


La mujer que paseaba por ese cuarto, y fue quien abrió la ventana dejando que el nuevo día entrara, miro entre aterrada a su hijo y luego con una media sonrisa, pasando a la ternura y la adoración, miraba de forma fija al chico que paseaba sus azules ojos por toda la habitación buscando quien sabe que cosa. No pudo evitar soltar una risilla al ver el estado de confusión que adquirió, a paso lento para no alterarlo mas se inclino a su lado y poso su mano sobre esos cabellos rubios semi-alborotados, logrando así relajarlo.

─Mi cielo, tranquilo, no hay ningún titán en el pueblo, estas a salvo por la gran muralla y tus padres que te protegen ─ya había perdido la cuenta de todas las veces que repetía aquella frase, pero no le importaba, si así podría lograr los nervios de su hijo.

─Pero… Por cuanto tiempo?... AAH, los titanes lograran destruir la muralla y todos moriremos. DEMASIADA PRESIÓN ─comenzó a jalar sus cabellos con cada palabra que recitaba hundiéndose mas en el pánico.

─Ya levántate, ayúdanos con tu padre a limpiar todo para la noche, necesito que vayas al mercado ─se aproximó para ayudar a levantar al chico que no se había movido del suelo, y una vez incorporado saca un pañuelo de tela de entre su mandil y pasa por el rostro de su adolescente hijo ─Cambia esa cara, hoy es nuevo día y hay que estar agradecidos.

El rubio miro con una sonrisa amorosa a su madre, le gustaba aquellas muestras de afecto que siempre tenia ella con el, a pesar de no tener, solo vivir con esas condiciones que alguien de su posición es todo lo que puede aspirar, pero ayudarlos con la taberna por las noches y aunque incluso el cansancio siempre hiciera mella en su cuerpo, no le importaba, mientras su familia siga igual de unida como siempre, es todo lo que le bastaba.

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Dentro de las murallas principales, donde albergaban los ciudadanos mas acaudalados, de linajes nobles como se autoproclamaban e incluso llegaban a tener trato con el rey quien los regia, todo en ese lugar era pulcro y de edificios de mármol, con detalles en los hogares dando un toque de un estilo barroco, sus calles circulaban carrosas que denotaban su elegancia y por los mercados la servidumbre que atendía los ostentos hogares.
En una en especifico, ubicada mas al centro, cerca de los cuarteles militares, solo el ruido de la gente que trabaja en ese lugar es lo que se podía escuchar, unos toquidos suaves contra una puerta y las quejas detrás de ella, con una media sonrisa aquella mujer inoportuna termino con los sueños del joven que se encontraba en la habitación, había criado a ese chico desde que era un niño y lo conocía perfectamente. Se acerco a las cortinas de aquella gran ventana y dejo que los rayos del sol iluminaran todo el lugar.

Wᴀʀ ᴏɴ ᴛʜᴇ TɪᴛᴀɴsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora