Dancing through our house, with the ghost of you

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- Has visto alguna mejoría? -preguntó Mía refiriéndose al estado de Raúl


-No... A veces pareciera que todo está bien. Como si recordara todo... y hay días que se le olvida hasta comer si no le digo yo que lo haga. -respondí con voz apagada


-O sea que no hay nada que se pueda hacer? -lloró


-A estas alturas sólo acompañarlo, facilitarle un poco la vida, ayudarlo a tratar de formar nuevos recuerdos. -dijo Lucía, quien se había encargado tanto de diagnosticar el Alzheimer de Raúl, como de irlo tratando. - Sé que es difícil, pero lo es aún más para él. Está haciendo un esfuerzo enorme para volver a aprender todo por lo que ha pasado estos últimos años.

-Hice lo que me has dicho, mostrarle fotografías... Todos los días le muestro las mismas y le cuento las mismas historias, parece ayudarlo un poco. - Quién me iba a decir que íbamos a intercambiar papeles, y que ahora sería yo el que le ayudara a recordar nuestra historia?




Intentaba hacer todo lo que me fuera posible para que Raúl disfrutara cada día, sobretodo cuando estábamos solos los dos. Nos pasábamos tardes enteras en la terraza, compartiendo su bebida favorita y contándole historias de cuando éramos niños, al menos de las que me acordaba, de cuando éramos sólo un par de recién casados, de cuando las niñas eran pequeñas, los logros de nuestros nietos...


- Sabes que te amo? -me dijo, mirándome a los ojos y tomándome de la barbilla con delicadeza


-Por qué? Por contarte como te hice dramas en nuestra luna de miel? -reí


-Por todo - rió también- Siempre me gustaron tus "dramas", lo mucho que te emocionabas por cosas pequeñísimas, lo diferente que eras, tu estilo de diva de Hollywood... todo. - secó mis lágrimas con sus pulgares y me besó suavemente.

Aquella semana fue un rayo de luz entre tanta oscuridad... Era como si mágicamente todos sus recuerdos hubiesen vuelto. 




-Andas muy poético últimamente- le dije después de que por milésima vez me hiciera llorar con uno de sus discursos.


-Raúl el poeta, ese soy yo. -sonrió débilmente y jaló las frazadas para cubrirse un poco más- Joder... no veas el frío que tengo. 


Lo tomé entre mis brazos como uno haría con un niño pequeño y lo acerqué a mí. 


-Mejor? -asintió con la cabeza y acarició mi mejilla. Sentí como miraba por encima de mi hombro, mientras una sonrisa infantil se dibujaba en su rostro. Los ojos se le empezaban a cerrar pesadamente, como si se esforzara por mantenerlos abiertos.


-Me tengo que ir. Han venido ya por mí -dijo tranquilo, aún sonriente


-Qué dices? No, no...- respondí tratando de calmarlo, o quizás tratando de calmarme a mí mismo.- Todo está bien amor, todo está bien- lloré - Quédate... Aunque sea un rato más.


-No lo entiendes... voy a quedarme siempre, pero me tengo que ir. 


-No...


-Te voy a amar siempre, princesa. - rió - Y siempre voy a estar contigo


-Raúl no... No me hagas esto. No me puedes hacer esto- grité, sintiendo como su cuerpo se hacía más pesado- No, no, no, no... 


-Papá! Qué pasa?- Lucía entró de golpe a la habitación y aguantándose todas las ganas de llorar se acercó a Raúl y a mí. - Todo va a estar bien, vale? -acarició mi hombro y tomó a Raúl entre sus brazos.


Llamó a Mía para que me llevara fuera de la habitación. Me dejó en la sala un momento con la excusa de que iba a prepararnos un té, creyendo que no la escucharía llorar desconsoladamente. Después de todo era muy parecida a mí.





Narra Lucía    


Acomodé a mi padre cuidadosamente en la cama, como él solía hacerlo cuando yo era pequeña y tenía alguna pesadilla.


-No quiero que te vayas papá, pero entiendo que tengas hacerlo. -cerré delicadamente sus parpados- Estás bien ahora... Y te prometo que nosotros también estaremos bien. Voy a hacerme cargo de todo, te lo prometo. 


Y así fue, durante los siguientes días me encargué de que todo estuviera bajo control, de que mi padre no se sintiera solo.

Me aseguré de que no me viera desmoronarme, que no me oyera llorar por las noches, me aseguré de darle fuerza, de no dejar que la ausencia acabara con él.


Pero qué tanto podíamos hacer mi hermana y yo? Con el tiempo la soledad y la ausencia probaron ser más fuertes que nosotras dos juntas. 


Mis padres murieron exactamente con dos años de diferencia. El mismo día, en la misma cama, como si lo hubiesen planeado, como si todo este tiempo hubieran estado esperando para reencontrarse. 

Mi padre, Isma, se fue sin despedirse dos veces, con una sonrisa de oreja a oreja, diciendo como últimas palabras "Raúl está esperándome y se ve divino". Sin duda esas palabras, con el tono de voz de diva de mi padre me hicieron sonreír ligeramente y sentirme más tranquila. 

Siempre fui escéptica a estos temas de "la vida después de la muerte" y tal, pero me era imposible creer que no se estaban viendo. Mi padre se fue sonriendo, como si fuese la primera vez que conocía a su amado Raúl. 


Mía, que es más espiritual que yo, me decía que desde ese día; cada que se miraba en un espejo los veía detrás de ella, que los veía jugar con sus hijos y charlar sentados en su mesa de jardín. 

Yo por mi parte sólo sentía sus manos sobre mis hombros, siempre que dudaba si estaba haciendo las cosas bien... y fue así que finalmente empecé a creer esa historia de que la gente que se ama tanto y que te ama tanto, realmente nunca se va.

Que así como puede haber momentos de oscuridad en la belleza, también puede haber momentos de belleza en la oscuridad...






Hello bellezas! 20 mil años después doy un final a esta historia. Muchísimas gracias a todos y cada uno de ustedes por leerla y por soportar mis locuras todos estos años.

Espero de corazón que les haya gustado, y en serio agradezco todo su love y que les guste como escribo <3 

Ha sido un placer. Espero estar pronto de vuelta con otra historia, quizás...

Les mando todo todo mi amore jajaj <3 

Cuteness in his Darkness || WisplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora