𝒂𝒏𝒈𝒆𝒍 𝟏𝟎

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Segismundo, escalando un poco más el faro, consiguió llegar hacia la punta. Tan rápido como pudo dejó su bate a un lado y sacó la computadora satelital de su mochila, colocando el ID del lugar donde se encontraba

—Cable rojo y cable azul —habló en voz alta conectando unos pequeños rastreadores en los cables sobresalían por la derecha del ordenador—. Interferencia del GPS.

Pero con lo que no contaba el azabache, era con que uno de los agentes de Joe lo había seguido hacia allí. El hombre golpeó la cabeza del gallego causando que este se quejara notando la presencia del gorila.

—Hijo de puta —susurró.

Tomo su amado bate metálico y comenzó a forcejear con el guardia mientras soltaba quejidos. En un movimiento rápido, el hombre golpeó el estomago de Segis causando que se quedara sin aire mientras se doblaba del dolor; pero eso no impidió que al querer volverlo a golpear, el chico fuera más rápido y lo noqueé con el bate en la cabeza, haciendo que una gran apertura se note en la misma.

—Que puto asco —habló mirando al hombre que yacía en el suelo e inhalando el aire que había perdido minutos atrás. Sin querer perder tiempo, se volvió a sentar frente a la computadora tecleando rápidamente algo en ella. (...)

Horacio bajaba con precaución las escaleras de madera hasta llegar al sótano del lugar: —¿Volkov? —susurraba.

Un ruido se escucho en una de las puertas y volvió a repetir: —¿Volkov?

—¿Horacio? ¿Horacio, eres tú? Detrás de esta puerta —habló Viktor tratando de que Horacio se guíe con su voz.

—¡Volkov! —con felicidad, el chico de cresta se acercó a verlo por la pequeña ventana que tenía la puerta—. Estamos aquí, te sacaré. 

—¡Cuidado! —exclamó Volkov viendo como un agente de Álvarez se acercaba por detrás.

En un movimiento rápido, Horacio le metió un puñetazo en el rostro causando que caiga inmediatamente al suelo, pero por su izquierda apareció otro hombre tomándolo por los brazos; con un forcejeo, pateó sus partes intimas haciendo que siga los pasos de su compañero. Se acercó al hombre y golpeó su cara logrando que también quedara inconsciente.

—Buen trabajo, Horacio.

—Gracias.

Sin esperar mucho más, le pidió que se alejara de la puerta para derribarla de una patada. Una vez abierta, se acercó a Volkov, quien lo miraba impactado, y acunó su rostro entre sus manos admirándolo por solo unos segundos antes de unir sus labios con los de él. El ruso, algo sonrojado, le correspondió el beso pasando sus brazos por la cintura de Horacio. (...)

—Vamos a jugar —habló Gustabo con una pistola en su mano derecha mirando maliciosamente al par de 'jefes' —. ¿Y ustedes solos manejan todo esto? Que puta broma.

La situación con el menor era la siguiente; Gustabo, al liberarse de manos y piernas rompiendo la silla en pedazos, se dirigió a Alonso con un arma que tenía entre sus pantalones y disparó en su pie, causando que este soltara también el arma con la cual le apuntaba minutos atrás. Álvarez a todo esto trato de escapar; pero recibió una bala en su pierna haciendo que cayera al piso mientras gritaba de dolor.

𝐥𝐨𝐬 𝐚́𝐧𝐠𝐞𝐥𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐂𝐨𝐧𝐰𝐚𝐲 ; spain rpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora