Gustabo llamó mas de ocho veces al móvil de Volkov, pero lo único que hacia era mandarlo al buzón de voz; temió lo peor, y no estaba muy errado.
En unas instalaciones muy al norte de Los Santos, Joe caminaba de un lado al otro con el teléfono del comisario en mano, mientras miraba al mismo atado de manos y piernas a una silla de madera.
—¿Sabes, Volkoff? Todo esto hubiera sido más simple si tu 'jefe' sería mas fácil de rastrear, pero no, ¡es un puto fantasma el cabrón! —rió fuerte y amargamente.
El comisario solo lo miraba con odio: —¿Donde esta Horacio? —preguntó desafiante.
—¿Quien? Oh, el chico de cresta —hizo como si se lo pensara—. Si no mal recuerdo, Alonso lo tenia cautivo en una habitación, pero ya lo hemos soltado. Claro, después de haberle brindado una gran noche.
El corazón de Volkov dio un vuelco, ¿habían tocado a Horacio? Estaba dispuesto a matar a cualquier hijo de puta que se haya atrevido a ponerle un dedo encima.
—¿Que le hiciste? —preguntó al borde del colapso.
—¿Yo? Nada, que asco —hizo una mueca de disgusto—. Alonso de lo contrario... no podría decir lo mismo.
Los ojos de Volkov se desorbitaron y la vena en su frente empezó a marcarse; lo iba a matar. Sin embargo, no era el momento. Debía "cooperar" con ellos si es que quería que lo devuelvan a la celda donde lo habían dejado inconsciente cuando lo trajeron.
—¿Por que cojones no me mata de una vez?
Álvarez soltó una risotada: —Matarte mis huevos, tú vas a ser la carnada de todo el plan.
—Es lo que no entiendo, ¿por que me tiene aquí? si no sirvo de una puta mierda.
—Bueno, si tu lo dices —se giró a las computadora que tenía enfrente—. La realidad es que eres una mierda, pero sin ti, no podremos contactar a Conway, que justo mañana a las...—miró el reloj de oro en su mano derecha— cuatro de la tarde, contactará contigo. ¿Me equivoco?
Volkov tragó en seco y conectó todas las piezas. Los ángeles no podrían avisarle a Conway que lo tenían secuestrado, ya que él era el único que contactaba con el Superintendente. Y Jack, al no saber, iba a llamarlo como todos los días para hablar con los ángeles, por que fácilmente lo rastrearían y tendrían su ubicación
—Tu silencio lo dice todo —se burló Álvarez mientras hacia un baile extraño al compás de la música de la radio y se acercaba al rostro de Viktor—. Hoy vamos a divertirnos mucho, mi querido comisario bombón. (...)
Horacio se levantó del suelo y secó sus lagrimas. Un malestar comenzó a invadirlo, como si tuviera el presentimiento de que algo malo iba a suceder. Decidió ignorarlo para salir del cuarto de baño y dirigirse a Gustabo, quien estaba sentado en el sofá de la sala con el móvil entre sus manos; en su rostro se lograba divisar una ligera preocupación.
—Gustabo —lo llamó el chico—. ¿Estas bien?
—Si, no te preocupes —le sonrió el menor. Horacio iba a responder, sin embargo la voz de Segis desde la cocina lo interrumpió.
—¡Capullos! —habló tratando de imitar a Conway para luego soltar una risilla—. La cena está lista.
—Joder, que hambre tengo —contestó Gustabo yendo hacia Segismundo.
Los tres ángeles tomaron asiento frente a los platillos que había preparado el gallego. No era la gran cosa; eran unos simples fideos de paquete acompañado de una salsa lista. No obstante, se sintieron afortunados de estar los tres junto compartiendo una noche. Porque, aunque les pese admitirlo, quizá mañana ya no sería así.
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𝐥𝐨𝐬 𝐚́𝐧𝐠𝐞𝐥𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐂𝐨𝐧𝐰𝐚𝐲 ; spain rp
Fiksi Penggemarhistoria con relación a la película 'Los ángeles de Charlie' de Joseph McGinty Nichol. 𝐀𝐃𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀: contenido +18 puede contener; escenas sexuales, lenguaje vulgar, uso de drogas y/o alcohol. se lee bajo el propio consentimiento del lecto...