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Sophia pov

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Sophia pov.
Salí de la casa de Blythe y me senté en la pequeña banqueta de afuera de la casa, saque mis lápices y abrí mi cuaderno para comenzar a trazar la forma de un rostro. Habían pasado unos cinco minutos cuando sentí como Gilbert se colocaba a mi lado, seguía dibujando cuando alce la mirada y mire fijamente el rostro de Gil para luego trazarlo en mi cuaderno.

— ¿Puedo dibujar también? — pregunto Blythe como un niño pequeño.

— Bien — tome otro cuaderno con un lápiz y se lo coloque en su regazo para seguir dibujando.

Estaba terminando mi dibujo cuando Gilbert habló:

— Termine — me miro con una sonrisa gigante.

— Yo, ya casi — termine de hacer los últimos trazos y mire a Gil.

— Mira — tomó su dibujo y lo colocó en mi mano izquierda mientras con la otra sostenía mi dibujo.

Sonreí al mirar el dibujo de el, parecía hecho por niños de tres años, pero lo que más me gustaba era la escena que representaba. Estábamos el y yo, llenos de harina (o eso creo que es), mirándonos a los ojos con nuestras manos entrelazadas.

— Nada comparado con el tuyo ¿verdad? — habló haciendo que dejara de observar su dibujo y lo mirara a los ojos para luego abrazarlo.

— Es muy bonito — le dije al oído mientras lo abrazaba — pero parece que lo hicieron niños de tres años — mencione para luego estallar en carcajadas.

Gilbert pov.
Oye! — exclamé fingiendo estar ofendido para luego separarnos del abrazo.

— Bueno ya! — dejó de reír para mirar otra vez mi dibujo.

— Yo no eh visto el tuyo — ladeé la cabeza.

— Hmm, están bien, mira — me mostró su cuaderno y a ver mi rostro me sorprendí — ya sé no es lo mejor que he hecho pero...

— Wow! Simplemente wow! — la interrumpí — no es por que sea mi bello rostro si no que es como si me estuviera viendo en el espejo.

— Que egocéntrico saliste — me golpeó el hombro divertida.

— Me lo puedo quedar — la mire haciendo ojitos.

— No, es mío — me miro sonriendo victoriosa — y este también — tomo mi dibujo y lo coloco dentro de su cuaderno para luego cerrarlo.

— Y yo que? — la mire haciendo un puchero.

— Después te daré algo — me sonrío haciendo que yo la imite — pero por ahora debo volver a casa si no me van regañar — miro el cielo donde el sol ya se iba escondiendo.

— Bueno, te acompaño a casa.

— Está bien, vamos — se levantó de mi lado y comenzó a guardar sus cosas a lo que yo la ayudé rápidamente y tomé la canasta en mis manos.

𝘪𝘵'𝘴 𝘺𝘰𝘶 / 𝘎𝘪𝘭𝘣𝘦𝘳𝘵 𝘉𝘭𝘺𝘵𝘩𝘦 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora