Capítulo veintidós. || Primera temporada.

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Isabelle: ¡Ha sido una pasada! - exclamó devolviendole la varita a la rubia, sin saber a quien mirar, a Kasandra o a su hermano. A Kasandra se le cayó la varita al suelo, y al intentar cogerla se cayó ella también.

Kas: Genial. - dejó caer la cabeza en una roca, suspirando.

Alexander supo contener la risa, pero Isabelle se rió como no lo había hecho en toda la semana.

Alexander: Confringo. - Kasandra se dio cuenta de que él estaba de cuclillas frente a ella, apuntando con la varita la soga, la cual se hizo cenizas.

Kas: Gracias. - agradeció y a continuación Alexander le cogió la mano y le ayudó a ponerse en pie, un gesto muy amable y a la vez raro por parte de Alexander.

Isabelle: Que mon... Digo digo buen duelo. - tartamudeó un poco al ver que los dos la estaban mirando no muy alegres.

Los dos al ver que aún estaban cogidos de la mano, se soltaron de inmediato, él un poco asqueado. El olor de Alexander le resultaba muy familiar a Kasandra... Olía a Verona.

Alexander: Un placer haber tenido este duelo contigo... Kasandra. - dijo algo incómodo por la situación y procedió a caminar hacia el castillo.

Miró a Isabelle, la cual tenía la boca muy abierta de la sorpresa.

Isabelle: Vaya por Dios... - miró a Kasandra subiendo y bajando las cejas.

Kas: No tienes necesidad de ponerte así sólo porque me haya ayudado a levantarme. - dijo rascándose la frente.

Las dos empezaron a caminar hacia el castillo mientras conversaban.

Isabelle: Te gustaría llevarte mejor con Alec, ¿a qué si? - rodeó los hombros de Kasandra con el brazo.

Kas: La verdad es que no. - mintió, aunque un vampiro también puede mentir muy mal.

Isabelle: No engañas a nadie. - dijo entre risas - Ahora mismo está en la biblioteca, tienes hasta las ocho y media a nueve para decidirte si quieres mantener una conversación estable con él para comenzar a llevarte mejor o sudar de todo. - la soltó y le cogió la cara de tal manera para obligarla a que la mirara - Estaré en la Sala Común, no me molesteis. - sin más, se fue bastante contenta hasta la Sala Común.

Kasandra no tenía muy claro lo que quería. Todo se resumía en una simple pregunta: ¿Quería su amistad o no? Sí, una simple pregunta a la cual era difícil encontrar respuesta. Alexander y Kasandra tenían muchísimas cosas en común, y sería algo fácil empezar una conversación de cualquier tema, pero hasta un vampiro puede ser tímido.

Infiltrada en DurmstrangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora