Capítulo 9: La Segunda Coincidencia

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Empecé a transpirar más de la cuenta, el corazón estaba a punto de salírseme del pecho. Poco a poco sentí que comenzaron a arrastrarme hacia atrás y la idea de terminar descuartizada como en las películas que solía ver, cruzó por mi cabeza. Entonces, en un arranqué de locura, intenté soltarme de su agarré, pero las cosas salieron mal...

En mi forcejeo, lancé varios gemidos que, desde luego llamaron la atención de los otros hombres, pues casi de inmediato escuché los presurosos pasos que venían hacia nosotros.

Entonces, el que me tenía, me tomó con más fuerza y trastabillando, nos metió dentro del cuarto más próximo. En medio de la oscuridad, volvió a susurrar:

—Quédate quieta...

Obedecí y poco a poco aflojó el agarre. Los pasos se detuvieron frente a la puerta, y sin avisar, sentí unos labios sobre los míos. Quise quitarme, pero no pude. La puerta se abrió, la luz encendió y un gemido de asombro llenó el lugar.

—Jóvenes... —dijo el académico.

Para ese punto, yo ya había entendido la táctica de mi acompañante, supe que de eso dependían nuestras vidas. Entonces, simulando que no había escuchado, rodeé su cuello con mis manos y profundicé el beso. Aún con los ojos cerrados y como la buena actriz que era, lo empujé hacía atrás, hasta que chocamos con un estante y algunas cosas cayeron. Ya saben, la idea era que pareciera que nos estaban atrapando en una situación embarazosa.

—¡Jóvenes! —gritó esta vez.

Nos separamos de golpe y los ojos se me desorbitaron al descubrir la identidad de mi compinche. Exacto, pensaron bien... era la bestia.

Luego de observarnos anonadados por unos segundos, él desvió la mirada hacia el hombre de la entrada.

—Decano, Sullivan... —dijo soltando el aire retenido.

Bajé el rostro sin volverme.

—Es... Es... —decía el hombre, atragantándose de supuesto enojo—. ¡Es indignante!

Me estremecí falsamente ante su volumen de voz, como si de verdad estuviera impactada.

—Yo... —miré de reojo como es que balbuceaba, él también era un buen actor—. Disculpe... —me miró fugazmente—, no pudimos controlarnos.

Escuché al decano aspirar con indignación.

—Por esta vez, lo dejaré pasar... —hizo una pausa—. Pero tomen en cuenta que hay otros lugares más apropiados para... Salgan inmediatamente.

Nuestras miradas se cruzaron e inevitablemente sonreí.  Él no pudo hacerlo, pero bien miré que se estaba conteniendo.

Cuando me volví, la cara del decano se desfiguró e Intercambió una y otra vez su mirada entre nosotros. Seguramente no podía creerlo... La chica más popular de la academia, al lado de ese extraño sujeto...

***

Bajamos las escaleras externas del teatro en absoluto silencio, cuando llegamos al final nos detuvimos. No supe qué decir, creo que él tampoco.

Estaba a punto de irme, cuando...

—¿Quieres beber algo?

En cualquier otro momento, le hubiese dicho que no, pero necesitábamos hablar. Sin mirarlo, dije:

—Necesito un café.

Entonces él caminó hacia el estacionamiento de las motos, se montó en una y con un gesto me invitó a subir.

Al principio lo dudé, porque nunca me había subido a una, pero terminé cediendo. Una vez arriba, en contra de mi voluntad tuve que aferrarme a su cintura. Admito que estaba muy incómoda, pero una vez que el motor arrancó y comenzamos a avanzar, me invadió una especie de libertad abrazadora que, solo comprende quien alguna vez lo ha experimentado.

Tesoro Escondido © (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora