Capítulo 3: Rescate Inesperado

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Ya saben lo que estaba a punto de sucederme. Ahora fue un chico quien se acercó con la manguera en su mano. Un hombre y una mujer se pusieron a mis costados para ayudarme a poner de cabeza. No lo podía creer, estaba en uno de los peores aprietos de mi vida.

Mientras todos se reían de mí, uní los labios en una línea y tragué con dificultad. Me quité los zapatos y bajé inútilmente la mini falda lo más que pude; cuando tomaron mis brazos y piernas para girarme, alguien gritó...

—¡Deténganse! —la imponente voz de Rodrigo, provocó que todos se giraran a verlo.

Las risas pararon y nadie se atrevió a mover un músculo; era como si, como si lo respetaran... De hecho, lo hacían, Rodrigo era el hijo del capo más grande y poderoso del país, eso quiere decir que él era el segundo. Con apenas 23 años de edad, ya era todo un mafioso con varías ordenes de aprensión en su contra.

No me pregunten cómo es que me enredé en ese mundo y llegué a conocerlo. Solo diré que mis malos pasos me llevaron hasta ahí.

El corpulento joven caminó hacia el lugar y se paró justo frente a mí, y mirándome fijamente a los ojos, dijo:

—Yo lo haré en su lugar...

Me quedé helada, igual que todos los demás. En un abrir y cerrar de ojos, se puso magistralmente de cabeza sosteniendo todo su cuerpo con las manos.

El que tenía la manguera, se la acerco dudoso a la boca y lanzando miradas nerviosas abrió la llave. El líquido amarillento comenzó a fluir y todos empezaron a contar, pero sin tanto entusiasmo "1... 2... 3... 4...". Después de algunos segundos más de lo estipulado, el hombre se volvió a poner sobre sus pies; cerró los ojos con fuerza y sacudió la cabeza, luego los abrió y me miró con profundidad. Sin decir una palabra fue hacia mí y tomando mi mano, me la jaló tras él.

Entramos a la enorme mansión y me condujo por un laberinto de pasillos, hasta que nos detuvimos frente a una de las puertas y esta se abrió automáticamente. Aquel lugar parecía una casa dentro de otra más grande. Siguió tirando de mi mano hasta que llegamos a donde estaba su cama y me soltó. Sin decir nada, me dejo ahí y fue directo al baño para ducharse.

Me abracé a mí misma y recorrí con los ojos aquel suntuoso lugar. Quedé pasmada ante una de las paredes de la habitación, pues esta era tal cual una enorme pecera que mostraba una gran variedad de especies exóticas.

<<¡Pero qué extravagancia!>> pensé.

Después de salir del hipnotismo que me provocó aquella inusual pared, seguí escrutándolo todo. Creí ver oro en los detalles y ornamentos... ¡Incluso diamantes incrustados en algunos muebles! ¿Cómo era eso posible?

La puerta del baño se abrió y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Lo miré de reojo y me di cuenta de que estaba completamente vestido. Metió las manos a los bolsillos de su pantalón y me observó con detenimiento, luego se acercó lentamente hasta quedar frente a frente.

Ante su pesada mirada, bajé la cabeza, entonces él puso un dedo sobre mi barbilla y me levantó el rostro, obligando a encontrarme de nuevo con aquellos ojos rasgados color marrón oscuro, casi negros...

—¿Sabes? Por tu culpa acabo de romper mi récord de 1 año sin probar una gota de alcohol.

<<¿¡Qué!?>> me pareció tan sorprendente que después de todo, estaba de pie y hablaba como si no hubiese bebido nada.

Simplemente lo seguí mirando, me encontraba como en una especie de trance; miles de pensamientos pasaban por mi cabeza. Su mirada, su esencia, el ambiente, no sé, algo o todo... me hacía sentir cohibida y paralizada.

Tesoro Escondido © (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora