Capítulo 15: Un Sitio Invisible y Profundo

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Mis antiguos planes eran precisos. Le restregaría en la cara a mi madre las últimas fotos que había capturado con mi celular. Me burlaría de ella, diciéndole que me importaba poco lo que hiciera con su vida, pues yo también tenía la mía. Pero las cosas salieron mal...

Entonces y solo entonces, caí en cuenta de la gran tontería que había cometido. De hecho, aunque hubiera sido cierta la infidelidad, eso no justificaba mi proceder. Yo no tenía derecho de usar la vida de Mateo como lo hice.

Todavía podía recordar a plenitud las palabras del castaño... "Aisha, mi amor, te amo..." Estaba claro, Mateo quedaba exonerado de absolutamente todo, pues en su mente, él había estado con su ex esposa. Yo era la única culpable.

El celular siguió sonando y no me atreví a contestar. Entró un mensaje.

Bianchi M: 

Responde, por favor.

Obvio que buscaba respuestas, pero no estaba lista para enfrentarlo. Tomé el aparato en mis manos y lo apagué.

***

El siguiente día llegó y por extraño que parezca, pude dormir. Creo que mi cuerpo, espíritu y alma estaban tan agotados que descansé. Pero al solo abrir los ojos el tormento regresó. Me giré sobre mi cama y el estomagó comenzó a pedirme alimento. Me puse de pie y caminé hacia el cajón de la chatarra y como loca tragué todo lo que encontré a mi paso.

Una incesante tos se apoderó de mi y terminé de rodillas vomitando, ni siquiera pude llegar al baño... Con la garganta irritada y el asqueroso olor que emanaba, me di cuenta de el vómito ya no solo vendría cuando yo lo provocara, pues mi organismo había comenzado a hacerlo como reflejo. No lo sabía, pero la bulimia ya estaba muy avanzada.

Me di una ducha y después de cambiarme, limpié el desastre que hice con la ropa que ensucié y la tiré a la basura. Abrí un frasco de perfume y lo derramé sobre el lugar en el que había vomitado. El olor de la colonia fue tan potente que tuve que volver al baño para continuar vaciándome.

Enjuagué por enésima vez mi boca, luego regresé a la habitación y tapándome las narices abrí las ventanas para que el olor se desvaneciera. Tocaron a mi puerta.

—Hija, buenos días... —abrió y asomó la cabeza. De inmediato arrugó la nariz al percibir el penetrante olor de la colonia.

—Se me cayó el perfume y se quebró... —mentí.

—Ok... —tapó su nariz—. Voy para el hospital. Tu padre está reaccionando...

Primero me quedé en vilo, luego sonreí en medio de mi desdicha.

—Te acompaño... —caminé hacia ella.

—No —cerró los ojos, a mí también me picaban—. Iré yo. Josué está aquí, necesita explicarte algo sobre la misión...

Me molesté. Realmente lo hice ¿Cómo era posible que no podría ir a ver a mi padre por quedarme con el que pensaba era un idiota?

—Te prometo que más tarde podrás visitarlo —tomó una gran bocanada de aire—, es importante que escuches lo que tiene que decirte —me miró con los ojos irritados—. Me voy. Tú también deberías hacer lo mismo... —dejó la puerta abierta y se marchó tosiendo.

Aunque el aroma era demasiado fuerte y la garganta me ardía como nunca, me senté un momento a pensar. Iba a enfrentarme con ese traicionero. Tenía que idear lo que haría y lo que iba a decirle.

***

Entré a la sala y lo sorprendí viendo las piezas de porcelana que mi madre coleccionaba. Me quedé de pie observando todo su repulsivo ser, cuando de pronto giró y se dio cuenta de mi presencia. El descarado sonrió, se acercó petulante y me extendió la mano.

Tesoro Escondido © (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora