Prólogo

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Siempre lo creía.

Las personas son fugaces.

Tienden a irse repentinamente.

Creemos que tenemos el mundo en nuestras manos cuando en realidad todo puede llegar a ser una simple ilusión.

¿Cómo garantizamos que lo que queremos estará a nuestro lado siempre?

No existe un para siempre.

Lo aprendí de la peor manera.

Los cuentos de hadas son solo fantasía llenos de esperanza de un felices para siempre.

Creí que nuestras decisiones podían ser insignificantes. Por supuesto, me equivoqué y pago mi error cada segundo qué pasa con la esperanza de que sea una pesadilla.

El deseo de que todo lo que me atormenta se convierta en mi destrucción.

O tal vez el deseo de mi salvación...

Como describir ese empujón que llegó a cambiar todo.

Nunca supe con qué propósito llegó ese día.

Su voz era dulce.

Era cálida.

Sí, me fui perdiendo en ella.

Así como me perdí de todo lo demás.

Mi deseo caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora