Extra: Microrrelato

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Microrrelato en la voz de Larry

Estamos acostados en la cama. Te mueves. Yo me muevo. Nos acercamos. Nos acercamos cada vez más. Un poco más. Nos vemos a los ojos sin pestañear, fijamente. Me veo reflejado en tus ojos que me van desdibujando, descomponiéndome, dejando de mí solo facciones. Te miro. Tú me miras y entonces me percato que puedo verte a través de mi reflejo en tus ojos en un contrareflejo. Me acerco cada vez más hasta el punto en que nuestros labios casi se rosan y podemos sentir nuestras respiraciones, también nuestro acalorado nerviosismo y fugazmente veo en tus ojos un crepitar. Tus ojos me siguen desdibujando. Nos creemos cómplices del tiempo y dueños del espacio. Toco tu rostro con el reverso de mi mano. Tocas mi rostro con tu mano. Es cálida. Hundes tus manos en mi pelo y me fuerzas a seguir viéndote a través del contrareflejo de tus ojos. Con mi dedo índice toco tus labios y me sonríes mostrando tus hermosos colmillos que lejos de hacerme daño me protegen. Siento el aire caliente provenir de tu boca mientras hablas y me atrae, me atrae como un insecto hipnotizado por la luz insidiosa de una llama caliente, casi tan caliente como tu exhalación. Me sigues hablando pero no escucho. No oigo. Sigo perdido en tus ojos que son como dos hermosas perlas negras, oscuras como la noche, pero brillantes como las estrellas. Te me adelantas y me besas. Yo me dejo guiar por tu lengua y apenas puedo respirar. Una sola saliva. Una sola respiración. Un solo sabor a miel. Siento frío y por eso me atrevo a abrazarte. Me pierdo en tu cuerpo cuando me correspondes el abrazo y en el intervalo de cada beso me da apenas un leve chance para respirar. Nos guiamos por un solo deseo, por un solo anhelo, uno primordial. Uno primigenio. Exploro tu cuerpo con mis manos, siento tu pelo suave, pero a la vez lo siento rasposo, como lija. Estoy acalorado a pesar del perpetuo invierno en el que vivimos. Y seguimos. Y seguimos todavía más y algo nos detiene. Unos pasos. Unas voces. Dos pares de ojos inquisitivos. Unas risitas infantiles. Una sola pregunta. Una sola pregunta sin ánimos de ser respondida. «¿Qué están haciendo?».

Tu rastro de sangre en la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora