Lucas me había despertado muy temprano, todavía estaba oscuro, la llama de la fogata estaba apagada y él estaba recogiendo todo lo que tenía en el suelo. Al igual que la vez anterior, me colgué sobre sus espaldas, todavía adormilado, dispuse mi cabeza sobre su hombro haciendo que mi cachete pegara por completo en su cuello, era cálido. Después de eso volví a quedarme dormido.
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La luz del sol me pegaba directamente en la cara, apenas era interrumpida por las sombras de los mustios árboles que se erguían despojados de su antaña magnificencia. Era raro verlos con hojas, los pocos que las tenían poseían unas de colores apagados, tristes y embadurnados de una vaga aura de tristeza.
Lucas todavía me llevaba a sus espaldas. Caminaba lento o al menos eso sentía desde la posición en la que yo estaba. No podía percibir los dolores que me aquejaban, la medicina todavía funcionaba en ese momento. Levanté mi rostro del hombro de Lucas, no había riesgos de caerme ya que estaba firmemente asido por una venda a su cuerpo, mis movimientos le hicieron ver que ya había despertado.
—¿Dormiste bien? —Me preguntó.
—Shupongo que shi... —Llevé mi mano derecha a la boca, sorprendido y avergonzado. En efecto, la medicina había surtido efecto hasta ese momento.
Lucas rió, luego me dijo:
—Ya falta poco para que lleguemos. Puedes seguir durmiendo si quieres, tus ronquidos no me molestan para nada, aunque mi hombro está húmedo por tu baba.
Miré que tenía razón. Lo sequé con mi mano, pero lo único que logré fue empeorar más las cosas, la baba ahora se había extendido a su hombro y parte del cuello así que lo dejé así. Que el frío viento lo secara. Menos mal que no poder la expresión de su rostro, tal vez estaba molesto o asqueado.
Lucas caminó por un gran tramo antes de detenernos. Me bajó con algo de dificultad y me dijo que tenía que descansar. El viaje, aunque tranquilo había sido arduo, más aun llevándome a sus espaldas.
—Volando tardaría casi un día. ¡Mierda! No sé cómo es que le hacen ustedes para aguantar este suplicio. —Me dijo recostándose sobre la nieve.
—Supongo que es costumbre —le contesté. Yo estaba sentado, viendo los alrededores.
Quedamos en silencio por un tiempo. Por la posición del sol me di cuenta que era casi mediodía.
—Larry.
—¿Si? —Ya había recuperado gran parte de mi capacidad para hablar, así que podía entablar una conversación decente.
—Cuando estés curado, ¿cómo encontrarás a tu Montimer?
¡Hasta ese momento no lo había pensado! En realidad no sabía en dónde me encontraba, de hecho era seguro que me perdería con mucha facilidad y quedaría a merced de los depredadores si intentaba aventurarme a mi regreso.
Apreté mis puños.
—No lo sé, pero estoy seguro de que si yo no puedo encontrar el camino, Montimer encontrará el camino hacia mí. —Dije esas palabras convencido de que así sería.
Lucas cerró los ojos, como meditando, luego los abrió y me vio, sonriendo.
—Te ayudaré a hallar a tu familia —me dijo. Eso me sorprendió mucho. Le sonreí como gesto de agradecimiento, casi lloraba de la alegría, pero eso sería en un futuro, por lo pronto necesitaba asegurarme de sobrevivir.
—Yo... yo te lo agradezco. En verdad no sé qué...
—Shhh. Haz silencio —me dijo Lucas irguiendo sus orejas y moviéndolas. Se puso de pie, atento.
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Tu rastro de sangre en la nieve
Fiksi PenggemarEn un bosque donde el invierno es eterno, Montimer busca desesperadamente a Larry que desapareció dejando tras de sí solo un rastro de sangre. Por otro lado, Larry se encuentra en una terrible situación, su vida corre peligro, pero hará todo lo posi...