—¿Qué haces? —le preguntó Lucas a Larry. Ya habían transcurrido algunos días y mostraba un poco de mejoría.
—Es una sorpresa, así que tienes que ser paciente —contestó Larry, apacible. En sus manos tenía un retazo de tela que cocía con destreza e inusitada experiencia. Estaba absorto en esa tarea.
De lejos se podían escuchar las pláticas de Ron y Richie, sus constantes risa y sus correteos imprevistos.
«¡Te atrapé!», escuchó Lucas. Sin duda, pensó el murciélago, están jugando a las atrapadas.
Montimer no se encontraba, se había ido en la mañana a buscar comida y leña. Era poco más del medio día y la reverberación de la blanca nieve podía entrar a través de la claraboya. Todavía no se acostumbraba al bullicio de la familia de Larry, de sus constantes risas y sus conversaciones sin rumbo. Todo le parecía acogedor y cálido.
En la cama en donde estaba sentado, recostado sobre el respaldar y cubierto con una piel de la cintura hacia abajo, había tres peluches. Con mucha frecuencia los niños llegaban y jugaban con él, Larry confeccionó uno extra para que Lucas se uniera sin dificultad a las desventuras y travesías de Ron y Richie que se inventaban toda clase de cosas, a veces locas, a veces tristes y a veces asombrosas para hacer transcurrir el tiempo más rápido.
Lucas vio de nuevo a Larry que estaba sentado en el carrete de madera, este seguía absorto en su labor, estiraba el hilo y la aguja hasta donde su brazo le permitía, Lucas supo que ya estaba mejor, sus heridas poco graves se curaron mucho más rápido que las de él y eso le dio mucho alivio.
—¿No crees que hoy es un bonito día? —preguntó Lucas.
Larry se detuvo. Puso la tela en su regazo y suspiró, le contestó que sí, en efecto era un bonito día y vio también a la claraboya. Afuera del árbol soplaba un suave viento sin fuerzas.
Ronie y Richie entraron a tropel al cuarto soltado unas risitas. Iban a jugar con Lucas.
—¡Con cuidado niños! Lu todavía no está recuperado por completo.
—Sí, tendremos cuidado —contestó Ron emocionada.
Richie tomó con sus manos los tres peluches sobre la cama. Empezaron a jugar, movían los peluches como si fueran personajes diciendo que este de aquí va a ser un lobo que se quiere comer a un pobre conejito pero luego viene Lucas, que es este de aquí, y salva al conejito y el lobo al final era espantado por el ángel blanco.
Lucas les seguía el juego y mientras lo hacía solía recordaba, a su padre que se invetaba todo tipo de juegos e historias para que él no se aburriera durante las largas y pesadas horas de su niñez. Cuando los dos niños se aburrieron salieron a como entraron.
—Tienen mucha energía —habló Lucas en voz alta.
—Ni que lo digas. A veces yo me canso y ellos siguen jugando.
Larry volvió a retomar su labor. Se le veía entusiasmado.
Las horas transcurrieron de manera lenta. El sol estaba poniéndose en el horizonte cuando Montimer regresó. Trajo consigo un poco de leña que daría para dos o tres días si se administraba bien. Colocó el haz sobre el suelo para abrazar a Ron y Richie que corrieron hacia él con los brazos extendidos. Larry caminó despacio y llegando a donde estaba Montimer, le besó.
—Tardaste un poco más de lo habitual —dijo Larry. Lucas podía verlos a lo lejos ya que la cortina que antes dividía la sala de su cuarto se corrió un poco para que no se sintiera claustrado y pudiera ver quienes entraban y quienes salían. Aunque la verdad nadie llegaba.
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Tu rastro de sangre en la nieve
FanfictionEn un bosque donde el invierno es eterno, Montimer busca desesperadamente a Larry que desapareció dejando tras de sí solo un rastro de sangre. Por otro lado, Larry se encuentra en una terrible situación, su vida corre peligro, pero hará todo lo posi...