Capítulo 8 (Montimer)

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La noche acababa de entrar cuando vio a lo lejos un grupo de edificaciones humanas. Lo confirmó cuando se posó en lo que parecía ser una enorme muralla casi destruida. Era una enorme casa, pero no una casa convencional, antes ya había visto una de esas, la recordaba distinta, un poco más grande y habitada por muchos murciélagos, lo llamaban «Laboratorio», un nombre que provenía desde muchos años antes de que él naciera, pero que desconocía de donde salió. Recordó que iba con bastante frecuencia a aquel sitio para aprovisionarse de comida, pero en una ocasión —ya estando Larry bajo su custodia— vio una enorme caja de té y decidió que le llevaría uno al ratón, al parecer le gustaban mucho. El rostro alegre de Larry por la bolsa de té le había causado tal impresión, que su corazón se aceleró, y se agitó más cuando este le ofreció un poco de la infusión. Ya hacía mucho tiempo desde aquella vez, había escuchado varios meses atrás que ese laboratorio se incendió y que todos tuvieron que irse, lo único que Montimer lamentó de aquel incidente fue no poder traer consigo más bolsitas de té, pero ya no las necesitó más para ver la cara sonriente del ratón, desde que estaban juntos nunca dejaba de sonreírle, su sonrisa lo cautivaba y lo tranquilizaba, quería volver a ver esa sonrisa, esos ojos negros y brillantes que resplandecían como dos perlas negras y reverberantes... se entristeció.

El Laboratorio era bañado por la luz de la luna que se asemejaba a una larga tela fina que envolvía el lugar, como si lo abrazara, Montimer notó que a los costados de la edificación estaban un sinnúmero de cruces enterradas en desorden, cada una tenía algún tipo de inscripción indescifrable para él y solo algunas de las cruces estaban enfundadas con telas de distintos tipos y tamaños ya roídas por el tiempo y la intemperie, esa escena le dio escalofrío. A su izquierda un grupo de cruces mucho más pequeñas se erguían, las ignoró. Más a lo lejos había otras edificaciones o «laboratorios» en donde Larry podía estar. Algunos completamente destruidos y de los cuales solo quedaban los cascotes, y otros habitables, excelentes refugios para un ratón.

Antes de entrar voló por los alrededores para ver si lograba encontrar a alguien, pero no halló a nadie. Era extraño. Meditó un poco las circunstancias. Ese sitio y los alrededores estaban completamente despoblados, ni un cazador, ni una presa, nada. Por lo general los animales siempre buscaban ese tipo de lugares por dos razones, la primera era que estaban protegidos del invierno; la segundo es que algunos de ellos contenían alimentos, muchos alimentos que podían alimentar a una manada de lobos, una familia de zorros, unos cuantos conejos quizás una colonia de murciélagos mediana.

Fue al laboratorio que estaba cerca de la entrada, por lo que pudo ver desde el cielo era el lugar que estaba en mejores condiciones y el más grande. Era el primer sitio en que buscaría y esperaba que fuera el único.

Aterrizó.

La puerta principal estaba cerrada, por lo general los pequeños animales nunca las usaban, pues si estas no estaban abiertas aunque sea un poco les era imposible entrar, así que Montimer descartó esa idea. Recorrió el sitio examinando las paredes en busca de alguna hendidura lo suficientemente grande como para entrar. Cuando la encontró supo que había sido cuidadosamente trabajada, ese lugar fue habitado por alguien, o lo estaba en ese momento.

Cuando entró pudo sentir un vago olor, uno muy particular. Ese sitió era el hogar de murciélagos, aunque no sabía de cuantos, pensar en eso lo puso nervioso, si de verdad Larry estaba allí las cosas pudieron haberse puesto difícil para él, y por extensión para Montimer. El temor lo empezó a invadir, surcando sus alas y su espalda hasta llegar a su sien.

En la sala principal había varios estantes, unas sillas carcomidas por las polillas y una mesa desvencijada que dividía en dos la sala. Voló para mejorar el panorama y notó que una de las puertas a la derecha estaba abierta, dos más estaban cerradas. Quizás habría otra entrada que pudiera tomar en el caso de las que estaban bloqueadas, pero por el momento optó investigar a la que tenía acceso.

Tu rastro de sangre en la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora