Capítulo 10 (Larry)

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Medité un poco después que le dije a Lucas que no me iría. Se estaba sobando las muñecas como si fuera él el que estuvo amarrado, vi cómo Lucas volteó la mirada y empezó a contemplar el fuego.

—Dime, Larry, ¿qué piensas de mí? —me preguntó, como queriendo escrutar en mi mente una verdad que yo no tenía.

Guardé silencio por un momento y después dije:

—Eres el murciélago que salvó mi vida. —Eché mis orejas hacia atrás—. El murciélago que me ha dado otra oportunidad de vivir, otra oportunidad de ver a mi familia, a Monti... no creo que ese murciélago sea un monstruo...

Vi como levantó sus orejas, sobresaltado, volvió su rostro hacia mí, sonriendo y derramando algunas lágrimas.

—Gracias —me dijo, creo que dudaba de lo que dije, podía verlo en sus ojos. Continuó hablando: —A veces, cuando perdemos todo lo que queremos nos sentimos solos y abrumados por el dolor, cuando esos sentimientos terminan fusionándose, haciéndose uno, entonces y solo entonces nos convertimos en verdaderos monstros.

Creo que tenía razón, no tuve palabras para contradecir lo que dijo... no pude.

Ya era muy tarde en la noche, pude verlo por el traga luz ya que la mitad de la luna estaba justo arriba de nosotros, la podía ver por el cristal transparente, era una vista fantasmagórica, como si un retaso de tela fina nos cayera a Lucas y a mi sin ser percibida.

Escuché el pasado de Lucas, él era feliz, pero alguien le arrebató lo más preciado que tenía, lo único que tenía... Hasta cierto punto lo comprendía.

No puedo imaginar lo que Montimer haría si perdiera todo lo que tiene... creo que no lo soportaría. Una vez Monti me contó algo que para él fue difícil dejarlo en el pasado, me dijo que mató a alguien que dejó malherido a su hermano Oliver y que por eso los dos casi mueren a manos de los lobos. Fue duro. Ver la expresión de sincero arrepentimiento me llenó de orgullo, pero me hizo temer un poco sobre su fragilidad emocional. ¿Cómo estará en estos momentos? Pienso que Monti es capaz de cualquier cosa, creo que no solo de exterminar una colonia sino todas las necesarias para aplacar su ira... al menos eso me creo, aunque me resulta difícil aceptarlo. Verlo tan dócil, tan amable, tan... amoroso. Espero que eso solo quede dentro de mi imaginación y no escape a la realidad.

Me levanté de la cama con un poco de dificultad, no dejé que Lucas me ayudara. Se apartó un poco triste.

—Lu... ¿puedes acercarte? —dije calmadamente.

Él lo hizo. Se acercó un poco tímido.

—Yo, yo lo sien...

Le di un buen golpe en la cara sin dejarlo terminar la frase, de todas formas ya sabía lo que iba a decir, también quise poner toda mi fuerza en el puño pero me contuve, inconscientemente. Lucas cayó de trasero, yo estaba muy enojado, pero no pude contener una risita, fue gracioso verlo así.

—Creo que me lo merezco —dijo sobándose la mejía derecha.

Me le acerqué y le tendí la mano. Casi me caigo cuando la tomó impulsándose para levantarse.

—Perdóname por lo que hice —me dijo. No supe si se refería a lo de la colonia que vivió en aquella casa o porque me amarró de manos y pies. Tampoco quise preguntarle.

—Te dije que quería que conocieras a alguien.

Lucas sonrió.

—¿A Montimer? Creo que si me conoce puede llegar a matarme.

—¿Por qué piensas eso? Es un murciélago agradable, amable, carismático, y acepta a cualquiera... el no sería capaz de hacerte daño, más aun cuando sepa que me salvaste. Sin dudarlo será tu amigo.

Tu rastro de sangre en la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora