Capítulo 17

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La mansión Oxford había sido bañada por la oscuridad de la noche. Te encontrabas terminando de preparar la cena. Lo único que faltaba era echarle un poco de sal, pero no la encontrabas por ninguna parte.

Mientras escudriñabas entre las gavetas, hallaste un frasco que decía Arsénico en letras grandes. Lo tomaste para observarlo mejor, en ese instante la tía Diana se colocó detrás de ti.

— ¿Qué tienes ahí? —indago la mujer, tratando de mirar.

—Nada. Estoy buscando la sal —respondiste colocando el frasco en su lugar.

—Ah... Es arsénico, bueno para repeler las plagas de la madera —comento mirándote—. La sal está en la despensa de la esquina.

Apresurada agarraste la sal y terminaste de preparar el platillo. Pero no dejabas de pensar en lo que hace el Arsénico en el cuerpo de una persona, cosa que habías leído en los muchos libros de medicina que tenías en tu hogar.

Sin pensarlo dos veces, serviste los platos con un rico pollo al horno, puré de patatas y salsa de especias. Al de tu querida tía le echaste un poquitín de arsénico en su salsa. Obvio que en bajas dosis para que no muera al instante.

Thomas entro ansioso a la cocina con muchas ganas de volver a probar tu rica comida, cosa que extrañaba demasiado. Lo miraste como si fuera aquel pequeño niño que siempre protegías de padre, y él creador de fantásticos adornos y juguetes.

—Huele delicioso, ________ —Sonrió pasando el dedo por la salsa del plato más próximo a él.

Lo detuviste en seguida con un no. Él te miro asombrado por tú reacción. Te asustaste al ver sus ojos llenos de incredulidad.

— ¿Qué pasa, hermana? —pregunto extrañado el muchacho. Dentro de él sabía que algo no andaba bien, porque jamás le habías negado algo tan tonto.

Tomaste su dedo y lo limpiaste con un trapo húmedo. Enseguida el tomo con delicadeza tu muñeca mientras te observaba entrecerrando los ojos, como si te estuviera interrogando con la mirada.

—Empezare a envenenar a la tía Diana —susurraste a tu hermano con frialdad.

—Es demasiado arriesgado, ________. Mejor esperamos que se vaya a su viaje —comento el ojiverde preocupado por ti. Por las cosas feas que te podía pasar si alguien lo descubría.

—Aun yéndose a vivir a otro país, seguiría pendiente de tu progreso en la institución militar. No olvides que mandara dinero para pagar cada mes —explicaste mirando los labios de Thomas—. No quiero que te alejes de mí. Ya no quiero estar sola.

Tu hermano se acercó abrazarte mientras acariciaba tu cabeza diciendo que nada los separaría. Esa promesa lo cumpliría hasta el final, y sabía que tú igual.

— ¡Estoy esperando la cena! —grito exasperada la señora de Oxford—. ¡Muero de hambre!

—Un segundo, tía —Besaste los labios del pelinegro y luego caminaron juntos mientras llevaban las bandejas hacia la mesa del comedor.

— ¡Vaya! ¡Ya era hora! —dijo cuándo colocaste el plato en su lugar—. Gracias. Espero que no esté horrible como se ve.

Solo sonreíste con amabilidad, más en tus adentros la maldecías por lo grosera que era contigo. Saber el futuro que le esperaba te llenaba de felicidad. El futuro de muerte.

[•••]

Eran las diez de la noche, hora de ir a dormir según las reglas de la señora de la casa. Tu hermano y tú habían ido a sus habitaciones sin decirse nada. Los utensilios estaban lavados, secos y puestos en sus respectivos lugares. Excepto uno.

Lady Dianna se había ido a su habitación cansada y con malestar en su estómago. Se puso a quejarse de la comida que según ella, era muy fea. Le diste mínimo valor lo que opinara sobre tu forma de cocinar, mientras a tu hermano le encantara solo eso importaba.

Te encontrabas echada en tu cama ansiosa por tener a Thomas entre tus brazos, sentir su tersa piel, sus suaves caricias y besos apasionados. El deseo de oír su voz susurrando tu nombre y escuchar sus gruñidos de satisfacción.

Por otro lado, el joven Sharpe se movía en su lecho de un lado al otro lleno de intranquilidad. Dentro de su mente rogaba por qué corrieras a sus brazos y lo hicieras perderse entre las sabanas de aquella cama. Un ruido interrumpió sus pensamientos.

Se hizo el dormido cuando escucho la perilla de su puerta moverse y abrirse con lentitud, luego el típico sonido al cerrarse. No hizo ningún movimiento, porque pensó que sería su tía viniendo a fijarse si seguía en su habitación. Cosa que de vez en cuando lo hacía, porque la mujer pensaba que él podría escapar de la pequeña mansión.

— ¡Thomas! —susurraste acercándote hacia él.

Soltó un gran suspiro de alivio al oírte. Se sentó apenas pudiendo verte, hasta que te acercas a la luz que entraba por la ventana. Te encontrabas parada a los pies de su cama, aunque se sorprendió cuando divisó el cuchillo que cargabas en la mano derecha. Por instinto se puso de pie y se acercó con suma preocupación, no temía por él. Pero si pensó que te lastimarías.

— ­­­­¿________, que haces con eso? —indago preocupado el pelinegro, quitando con delicadeza el arma de tus manos.

—Lo traje por precaución. Además, tenía muchas ganas de estar contigo —Te acercaste a besarlo mientras él te tomaba de la cintura.

—Espera... —Se detuvo y dejaron de besarse—, tía Dianna podría oírnos.

—Deja de preocuparte por ella. Solo quiere separarnos... para siempre —comentaste retomando el beso apasionado.

Se sentaron a los pies de la cama. En seguida, metiste la mano dentro del pantalón de tu hermano para tocar su virilidad, mientras el descubría tu hombro y lo besaba con delicadeza. Perdidos en su placer incestuoso, no se percataron que vuestra tía había despertado para ir a revisar si Thomas aun seguía en su dormitorio.

Dianna al acercarse sigilosa hacia la puerta, oyó suspiros o lo que le parecieron ser livianos gemidos filtrándose fuera del lugar. Confundida se agacho para observar por la abertura de la cerradura, pero lo que vio la heló por completo. Sorprendida tropezó con la pequeña mesa que adornaba el pasadizo.

Esa era la señal que estabas esperando desde que pisaste la mansión Oxford. Una señal para matar a tu tía. 


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Hola mis amores. 

La tía Dianna creo que esta apunto de ser asesinada por una loca.

Espero que les haya encantado este capitulo. 

Mis disculpas, por haber desaparecido sin avisar. Pero bueno, ya estoy de regreso y con muchas ganas de seguir esta historia de mi amado Thomas. Estaré por aquí los sábados y domingos trayendo las nuevas actualizaciones.

Gracias a todas por su apoyo a esta historia.

Las amo muchísimo.

Besitos.

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𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐈𝐍𝐂𝐎𝐍𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋 ━━ Thomas Sharpe y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora