Capítulo 18

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No pudiste dejar de sentir esa adrenalina correr por todo tu cuerpo. Tenías una sonrisa mientras mirabas el cuerpo de tu tía en el suelo del pasadizo en un gran charco sangriento.

La mujer había tratado de defenderse rasguñándote los brazos, pero al final solo basto varios golpes en su cabeza con un adorno de metal, y solo dejaste de hacerlo hasta que destrozaras su cráneo.

La sangre aún escurría de tus manos y había manchado parte de tu vestido; después, Thomas se había acercado a ti y te abrazó con fuerza. Aunque no viste con claridad el rostro de tu hermano, estaba atónito por tu reacción, y estaba temblando por los nervios.

Pero él estaba tratando de tranquilizarte, y de alguna manera, esta pequeña muestra de valentía frente a un miedo tan obvio hizo que te sintieras más cómoda con lo que habías hecho.

Acariciaste con una mano los rizos oscuros de tu hermano, tarareando algunos compases de una canción de cuna, y sentiste dentro de ti la adrenalina todavía.

― ¿Qué haremos? ―El ojiazul susurró en tu hombro, por fin, e hiciste una pausa en tu tarareo el tiempo suficiente para pensar.

―Esconderé el cuerpo. A sus amigos le diremos que se fue a vivir a ―dijo lentamente, ordenando sus pensamientos.

Thomas se echó hacia atrás, mirándote confundido, pero cuanto más las palabras salían de tus labios, más sentía que eran correctas.

― ¿Cómo haremos con la escuela militar?

―Escucha. Escribiré una carta haciéndome pasar por ella, les diré que enfermaste.

― ¿Y, el cuerpo? ―pregunto asustado.

―Lo meteré en un baúl y lo enterraremos en el jardín ―respondes acariciando el rostro de tu hermano.

―Pero no podemos quedarnos aquí, extraño nuestra casa ―susurro el pelinegro.

Te diste cuenta de repente de que la sangre se secaba y quedaba pegajosa en tus manos y las frotaste inútilmente contra tu vestido.

―Luego hablamos de eso. Ahora, ayúdame a meterla en un baúl y a limpiar toda esta sangre.

Tu hermano parecía asustado al pensar en cargar el cadáver de la tía Oxford.

―Date prisa.

―________ ―Thomas comenzó, y luego mordió sus propias palabras. Su rostro estaba muy pálido, tan pálido que la mancha roja en su mejilla resaltaba como la marca de la muerte.

―Apúrate ―dijiste empujándolo hacia la habitación de tu tía.

Por fin, Thomas tomo el baúl con el cuerpo de Lady Oxford y lo coloco en el agujero profundo que ustedes habían cavado en toda la madrugada, también coloco todas las cosas que habían utilizado para limpiar la escena de tu crimen. Volvieron a colocar la tierra en su lugar, colocaron muchas macetas para tapar la diferencia del suelo y, de esa manera no se veía nada inusual en el terreno.

Tomados del brazo, con el cansancio a punto de pasarles factura entraron en la casa cuando empezó a salir los primeros rayos del sol. El trabajo estaba hecho, ahora solo quedaba pensar bien el plan con que mentirían a todos. Sin errores, sin equivocaciones.

Preparaste un poco de té, mientras Thomas estaba pensativo sentado en el comedor. Caminaste hasta donde estaba y colocaste en la mesa su taza, te sentaste al frente de él y tomaste un poco de té.

―________ ―dijo el ojiverde, sonando bastante distraído―, debes dejar de asesinar.

Lo miraste confundida, emergiendo de debajo de los estratos del pasado.

― ¿Por qué?

Tu hermano te miró boquiabierto, sin palabras, y te preguntaste, en ese momento, si realmente te creía una loca o te estaba teniendo miedo. Él siempre había sido un niño cariñoso y habías sentido esa profunda brecha que parecía haberse abierto entre ustedes, incluso después de haberse amado esa misma noche que regresaste a la mansión. La tensión que rodeaba los ojos de Thomas cada vez que te miraba, el cuidado con el que elegía las pocas palabras que te decía, el tiempo que pasaba en el ático o en los jardines con ese maldito invento que estaba construyendo.

― ¿Por qué debería dejarlo? —repetiste levantándote de la mesa y caminando hacia él―. Estoy harta que nos separen. De todos modos tenía que matarla.

Había furia en tu voz, furia cuidadosamente reprimida. Pero no por lo que tu hermano había dicho, sino por la situación a la que te llevaba asesinar. Siempre había alguien que los quería separar: madre, Sofía y la tía Oxford.

―Y una vez que nos vayamos ¿qué haremos con esta casa? ―Él permaneció sentado.

―Solo abandonémosla. No podemos venderla con todo lo que sucedió aquí ―interrumpiste bruscamente.

―Quiero regresar a nuestro hogar.

―No podemos hacerlo ahora, sospecharan de nosotros ―respondiste tajante.

―Y nos meterán a la cárcel.

Thomas te miró directamente, antes de apartar los ojos, como si verte le doliera. Sabías que el rasguño en tu rostro se había borrado, pero aun así, tenías que preguntarte si él veía algo más que las pálidas cicatrices que marcaban tu labio superior. Habían sido el último regalo de tu madre, la marca de una asesina, la última maldición de una mujer moribunda.

Ustedes dos son monstruos.

―No podemos seguir haciendo esto ―dijo el pelinegro poniéndose de pie, su mirada todavía se desvió, y su voz era tensa, ronca―. No puedo apoyarte en asesinar personas.

Lo abofeteaste con dolor en tu pecho.

Thomas apenas se estremeció, de pie con el rostro a un lado, la boca ligeramente abierta mientras respiraba entrecortadamente. La marca de tu mano estaba subiendo, roja y dolorosa, a través de su pálida mejilla, y por un momento pensaste en una mancha de sangre que alguna vez había estado allí. Te preguntabas, de vez en cuando, si él deseaba no haberte retirado nunca de la institución. El hermano que una vez se había aferrado a tu vestido ahora se excusaba para no rozar tu mano con la suya.

― ¿Por qué me llevaste a casa? ―preguntaste y continuaste―, ¿Por qué no me dejaste pudrirme en ese lugar? ¿Por qué traer a tu loca y asesina hermana de regreso a ti, si te avergüenza de lo que es?

Por fin, Thomas levantó la cabeza. Encontrando tu mirada llena de dolor y tristeza, sin responder y sin pedirte disculpas salió de la habitación.

Te paralizaste por la reacción que había tomado tu hermano. Te sentiste como una mariposa atrapada bajo un cristal. 

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⏰ Última actualización: Jan 16, 2021 ⏰

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𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐈𝐍𝐂𝐎𝐍𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋 ━━ Thomas Sharpe y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora