18 de diciembre, 2027
Todo el mundo dice que las personas están destinadas a conocerse por una razón y por más que lo evites siempre llegarán a ti. Eso lo supe el día de mi muerte, supe que de alguna u otra forma él llegaría a mi vida.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que ví a Fernando y no nos habíamos vuelto a mensajear.
Por otro lado, la prensa ya no estaba más contra mí. Desde que tomé el vuelo a mi hogar y hasta que llegué a éste fui completamente invisible para las personas a lo cual nunca creí agradecer tanto. Me sentía aliviada por ello pero a la vez desanimada por la desaparición del príncipe, como si nunca nos hubiésemos conocido.Desperté una mañana más en la casa que rentaba desde hace siete años. Recordé haber llegado a ese lugar debido a mis estudios y cuando los terminé decidí que seguiría permaneciendo allí hasta juntar dinero para obtener una casa. En ese momento ya tenía el dinero, sólo faltaba la casa.
Después de entrar a la ducha y salir a ponerme ropa cómoda que consistía en un short gris corto y una blusa blanca de tirantes decidí hacer el aseo mientras escuchaba música lenta desde una bocina con Bluetooth.
Comencé a cantar sin pena alguna y con mi horrible voz que bien admitía mi amiga Jade. Al momento que llegó la ocasión de trapear el piso, sonó mi canción favorita y sin pensarlo comencé a brincar sin parar hasta que me caí al suelo y se escuchó por toda la casa.— ¡Vale cacahuate! —me quejé riendo — ¿Tanto me odias? —le pregunté a la vida aún entre risas.
Estaba por levantarme cuando a mi lado izquierdo apareció una mano frente a mí, extendiéndola para que la tomara. Miré de dónde provenía y me quedé sin palabras.
— ¿Qué? —pregunté desconcertada — ¿Cómo entraste?
El hombre frente a mí sonrió.
— ¿Qué puedo decirte? Soy un príncipe.
—Bájale de... —intenté decir riendo pero callé.
— ¿De qué?
—Nada —hablé mirando su atuendo.
El heredero de Pulumnigs traía puesto un pantalón de tela negro, una camisa fajada azul marino de manga corta y su típica chamarra negra era sostenida con su mano derecha.
— ¿Ya tomas mi mano?
Yo asentí y posteriormente me ayudó a levantarme.
— ¿Cuánto tiempo estuviste viéndome?
—Lo suficiente como para decirte que no debes brincar mientras trapeas.
—Eso es acoso —bromeé.
Él se encogió de hombros con indiferencia.
—Vale la pena ir a la cárcel por ti.
Yo negué.
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La Duquesa Del Fénix
RandomDuquesa, ese es el título de las esclavas que fueron consortes de los reyes de Pulumnigs y ese fue mi título durante mucho tiempo. Después de todo yo sólo era plebeya y él un príncipe. Portada hecha por @FeernandaRmz y grupo @MagnificentTeam