28 de enero, 2028
Cuando las personas se enamoran tienen la terrible costumbre de recordar a esa persona que las hace suspirar y sin quererlo poco a poco entra a su corazón del que la única forma de salir de él es llorando.
Lilith aún me acompaña en la casa ya que sus planes de irse eran nulos debido a que la única visita que haría era a sus padres pero carecían de buena comunicación.
Me encontraba durmiendo en mi cálida cama cuando sentí cómo ésta se movía. Inmediatamente me desperté ante el temor de un sismo, sin embargo, mi buena amiga me tranquilizó ya que era ella la que la movía.
— ¿Qué pasa? —pregunté cerrando los ojos.
—Vístete.
—Estoy vestida —dije mirando mi conjunto de dormir.
—Eso no —rió —. Levántate.
De mala gana me senté en el colchón.
—Ten —habló entregándome una caja blanca —. Báñate y póntelo que me acompañarás.
— ¿A dónde? —pregunté tomando la caja.
—Necesito que me ayudes en algo. Sólo obedece ¿Sí?
—Bien —me resigné levantándome.
Sabía que si esperaba más tiempo iba a volver a la cama por lo que tomé de mi ropero ropa interior para después entrar a la ducha.
Al terminar mi aseo personal salí en ropa interior a observar el interior de la caja. Saqué el contenido y lo que veía mis ojos no se le podía considerar un vestido puesto que estaba compuesto de dos partes azul marino, la parte del top en corte de corazón era una tela más oscura con un encaje semitransparente por encima de la parte más oscura que me llegaba arriba del ombligo. Por otro lado, la falda llegaba hasta el piso con pliegues ligeros.En su momento creí que Lilith me lo había comprado en uno de sus viajes no obstante estaba lejos de ser verdad.
Me puse el vestido y me sentí hermosa. Mi baja autoestima se desvaneció y más al recordar mis zapatillas color beige. No quise perder más tiempo y me las puse.
Decidí mirarme al espejo y por un instante me creí la mujer más hermosa. Por suerte hace años mi compañera me enseñó a maquillarme por lo cual empecé a hacerme algo natural hasta que finalmente me sentí satisfecha y salí con mi amiga.—Definitivamente no sé qué espera Fernando para casarse contigo —dijo mirándome de pies a cabeza.
— ¿Que le diga que sí? Porque ganas no le faltan.
— ¿Cómo?
Por un momento olvidé por completo que no le había contado las palabras del príncipe en nuestro primer encuentro.
—Bueno, tal vez Fernando me dijo de manera muy sutil que quería que fuera su esposa —recordé sonriente — ¡Oh, no! Miento, también me lo dijo directamente.
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La Duquesa Del Fénix
RandomDuquesa, ese es el título de las esclavas que fueron consortes de los reyes de Pulumnigs y ese fue mi título durante mucho tiempo. Después de todo yo sólo era plebeya y él un príncipe. Portada hecha por @FeernandaRmz y grupo @MagnificentTeam