CAPÍTULO 21: HIERRO Y AMARGOR

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SAM

- No siento la nariz Sam... - susurró Emma con voz melosa. La miré enarcando una ceja.

-¿Qué?

- Siempre que bebo me pasa, se me duerme la nariz - se tocó ligeramente la punta de la nariz y perdió el equilibrio cayendo en su cama.

- Mira que eres rara - me reí y ella me acompañó con una risa inocente.

Me senté a su lado en la cama. Nada más hacerlo Emma se incorporó y me miró con intensidad. Podía notar un suave olor a ron mezclado con su olor característico a violetas. Sin previo aviso se acercó tanto que reculé con la respiración entrecortada. Tenía casi medio cuerpo de ella encima mío y sus manos estaban en mis piernas. Me quedé muy quieto, atento a sus profundos ojos verdes. Emma me sonrió a centímetros y alzando una mano me acarició con suavidad el rostro. Cerré los ojos disfrutando de la calidez de su piel contra la mía y apoyé mi mejilla contra su mano, notándola aún más. Nos quedamos así por unos segundos hasta que preguntó:

- ¿Qué sientes? - Abrí los ojos confuso. Emma sonrió - Cuando te toco - la miré atónito. "¿Que qué siento? Emma creo que todos mis pensamientos no son aptos para menores de edad." pensé sin dejar de mirar sus grandes ojos verdes. Carraspeé.

- Electricidad. Como si me recorriera por todo el cuerpo - sus ojos se abrieron y brillaron alegres. Se tumbó en la cama y suspiró.

- ¿Sabes? Yo también siento lo mismo cuando me tocas - Sonreí al instante. Estaba adorable: Despeinada, con las mejillas sonrosadas y con una voz suave y rota.

- ¿Sam, me quieres? - la miré atónito - Porque yo a ti sí y no sé qué hacer con todo esto que siento si me dices que no - tragué en seco, si mi corazón pudiera latir, estaría a mil por hora y en ese momento la hubiera hecho mía sin dudarlo. Emma miró mis labios para después morderse los suyos de una forma que, joder, me hacía perder la cabeza.

- Emma estás borracha, tienes que ponerte el pijama y dormir - me acerqué a ella intentando taparla con la manta pero me cogió de la camiseta y tiró de ella, colocándome a centímetros de su rostro y quedando encima de ella. La miré sorprendido y ella volvió a sonreír.

- Aún no me has respondido - dijo en un hilo de voz sonriendo y soltó mi camiseta. Respiré hondo mirando sus labios.

- No me lo pongas difícil Emma o no voy a ser capaz de controlarme - me acerqué aún más a sus labios, casi tocándolos. Deseaba con todo mi ser besarla, pero mi cabeza no dejaba de pensar en que me metía en problemas si lo hacía.

Emma soltó un leve gemido a modo de respuesta acariciando mi cuello, llevándome aún más hacia ella. Notaba su sangre corriendo por sus venas, su corazón latiendo con fuerza, llamándome desesperadamente. Miré su cuello y noté como el deseo me incitaba mientras mis ojos se tornaban al instante carmesí. Las palabras de Hayden resonaron en mi cabeza: "¿No te apetece morderla? ¿No tienes ni un poco de curiosidad por probar su preciada sangre?". No aquello no podía ser. La deseaba pero alcé el rostro resignado y la besé en la frente.

- Siempre me rehuyes... me partes el corazón - dijo en un hilo de voz con tono de niña pequeña. Me reí - ¿Por qué lo haces? ¿Es porque soy una simple humana?

- Es Erik - sentí como mis músculos se tensaban al decirlo.

- ¿Erik?. Me da igual Erik - se quejó - ¿Qué tiene que ver con nosotros?

"Tiene que ver mucho, no sabes cuánto".

- Emma, se acabaron las preguntas. Duérmete mañana vas a tener una resaca horrible - ordené.

MUÉRDEME.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora