CAPÍTULO 26: ¿LAZOS DE SANGRE?

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SAM

Juro que quería morir.

En el momento en que los fríos brazos de la muerte comenzaron a abrazarme en medio del bosque, una parte de mí se sentía aliviado de por fin desaparecer del mundo.

Me sentí en paz al pensar que iba a dejar atrás todo el dolor que había vivido desde que dejé de ser humano para convertirme en el monstruo que soy. Llevándome a la tumba todos los horribles recuerdos que guardaba bajo llave en mi memoria.

Pero... De pronto: Su voz.
Sus lágrimas mojando mi rostro.
Sus desesperados labios contra los míos.
Ella era mi luz entre las tinieblas: Dándome una única razón para vivir.

Ella, Emma.

Y ahora que me encontraba besando cada centímetro de su rostro: no quería soltarla nunca. Sintiendo que nada podía separarme de sus brazos aunque eso fuera un deseo imposible.

Emma suspiró, gimió y río ante mis caricias, abrazándome con intensidad. Me separé de ella y besé con apremió su rostro, sus párpados, su frente, sus cálidas y sonrosadas mejillas mientras el sonido de su risa me hacía feliz: Dios deseaba fervientemente besar y acariciar cada rincón de su cuerpo.

Después de haber sentido como la muerte me separaba de sus cálidos labios ya no tenía fuerzas para seguir resistiéndome a ella. Emma rompía mis barreras cada vez que sus traviesas manos me atraían de nuevo a su boca, haciéndome perder la cabeza y desearla aún más de lo que ya lo hacía.

"Lo siento Erik. Perdóname".

Un sonido estridente golpeó la puerta de mi habitación. Emma se sobresaltó entre mis brazos pero seguí besándola,
sin importarme en absoluto quién llamaba: no quería perder ni un segundo a su lado. Pero quién estuviera llamando, para mi molestia, era insistente.

- ¡Lo siento, no estoy! - grité sin dejar de besarla y ella río con ganas contra mi boca.

- Sam a lo mejor es importante... - río y jadeó con una voz muy dulce mientras ahora mis labios descendían por su cuello dejando un camino de besos a su paso. Emma se arqueó y suspiró acariciándome el cabello con ambas manos.

- Ahora mismo no hay nada ni nadie que sea tan importante como para separarme de tus brazos - susurré travieso rozando la piel de su cuello y Emma gimió al instante. Mentí: Erik lo era. Pero en ese momento quería imaginar que eso era imposible.

De repente una voz masculina sonó a través de la puerta, era un cazador guardia de la sede:

- Señor Sam Blake, disculpe que le moleste y que insista. Es un asunto importante.

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Las palabras del guardia se repetían en bucle en mi cabeza:

"Erik Klaus quiere verle. Os esperan en la sala de reuniones de nuestro jefe Louis Keilin."

Observé la enorme puerta nervioso y en tensión. Emma me agarró de la mano con cariño y me miró de una forma muy tierna, intentando transmitirme paz. La sonreí procurando no preocuparla y agarré sus manos entre las mías.

- Sam, ¿Ocurre algo? - susurró. La miré angustiado, deseando contarla todo pero no era capaz.

¿Qué pensaría de mí?

- Emma pase lo que pase ahí dentro, prométeme que después dejarás que te lo explique - sus ojos verdes brillaron llenos de confusión.

- Pero...

MUÉRDEME.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora