Amor triunfante

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Capítulo XIII

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Nyoko saltaba sobre la cama.

Había terminado de cenar hacía rato pero al parecer eso sólo aumentó su energía, brincaba de aquí para allá sin descanso, esparciendo las almohadas sobre el suelo, riendo y gritando a todo pulmón en el proceso.

Ya eran pasadas las ocho de la noche y también quería ver el televisor, pero como Hinata no se lo permitió, enojada comenzó a arrojar sus juguetes por toda la habitación. Sesshomaru veía como la madre de la pequeña no podía controlarla.

—Discúlpame, seguro que está emocionada porque estás aquí, suele pasar cuando conoce gente nueva— Le hizo saber mientras trataba de atraparla y ponerle el pijama.

—Permíteme— Ella lo vio avanzar hacia la niña y observó cruzada de brazos su vano intento de hacerle obedecer.

—Nyoko— Ella le miró con sus grandes ojos dorados.—Esto no es aceptable, ven, recogerás tus juguetes y te cambiarás de ropa, porque ya es hora de dormir...— La alzó entre sus extremidades y ella le contempló con un leve sonrojo.

—¿Quien eres?— Cuestionó acariciando su rostro y esas marcas de nacimiento que la decoraban. Sin duda alguna ella estaba maravillada ya que eran semejantes a las suyas.

—Yo soy...— Hinata se preocupó pero él se detuvo en ese instante, no sería apropiado decirle la verdad en ese momento. Si podría comprender, de eso no había duda alguna, porque era muy madura para su edad pero en su corazón intuía que no debía perturbarla.

—¿Eres mi... mi papá?—  Preguntó mirándolo fijamente, entonces le hubo besado la punta de la nariz.

Sesshomaru la abrazó con ternura, no podía describir cuanto la había comenzado a amar desde que la viera. Y era feliz con sus dos hijos, Koichi y Nyoko. Aunque tuvo la fortuna de poder disfrutar a su primogénito desde pequeño, aún tenía que arreglar el otro asunto con la ojiperla.

Reacomodaron la habitación y él ayudó a ponerle la ropa de dormir, luego la recostó sobre la cama y espero a que cayera en un sueño profundo, lo cual no tomó mucho tiempo.

Apagaron la luz y se fueron al otro extremo de la casa donde estaba la cocina, para poder platicar.

Se sentaron a la mesa y ella le sirvió un poco de naranjada, quedándose varios instantes en un silencio incómodo.

—¿Porqué Hinata? ¿Porqué me ocultaste la existencia de mi hija?— Interrogó.

—Sesshomaru, ya te lo dije, no quería mortificarte—

—Esto me hiere, mujer, ¿porque habrías de pensar que me molestaría el saberlo? ¿Te das cuenta del tiempo que perdí sin ella?—

—Amas a Kagome, y estoy segura que no merecen sufrir por mi culpa. ¿Que se supone que debía ser? ¿Egoísta?—

—Lo fuiste— Remarcó enojado.

—Yo no...— Ella trató de excusarse, pero la realidad era más que obvia.

—Pensaste solo en ti, si te hubieras quedado conmigo, yo hubiera disfrutado a Nyoko estos tres años, ¿te parece justo?—

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