¿Mi hija?

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Capítulo XII

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Tanto Sasuke como Kagome decidieron quedarse en un pequeño hotel que estaba en la misma comuna para pasar la noche. Tenían planeado dejar ese pueblo al día siguiente, sin embargo aquella charla estaba lejos de terminar, principalmente para la Higurashi.

Después de tranquilizarse un poco optó por buscar a su otrora amiga, ya que su casa estaba cerca de ahí.

Caminó por las pequeñas callejuelas muy bien iluminadas.

Algunas señoras de mayor edad descansaban a la puerta de sus casas después de una larga jornada laboral, junto a sus nietos, quienes jugaban por toda la vereda. Los cuales al verla pasar frente a ellos, la saludaban, a lo que ella solo respondía con una cálida sonrisa mientras apuraba el paso para llegar lo más pronto posible a su destino.

Al arribar a la vivienda, de inmediato llamó a la puerta y entonces fue recibida por aquella joven de ojos esmeralda.

—¿Si?— Cuestionó viéndola con curiosidad.

—Vengo a ver a Hinata— Le dijo seriamente.

—Ella no esta aquí, pero puedes verla en el patio, si gustas...— Sin pedirle permiso empujó la puerta y pasó de largo hacia el jardín. Naruto cuidaba de Nyoko quien dormitaba en sus brazos mientras veían la televisión, y solo atinó a incorporarse un poco desde el sillón en el que estaba descansando.

—¿Qué pasa?— Cuestionó en voz baja para no despertar a la niña.

—¡Está mujer!— Levantó los brazos con hastío, y con justa razón, sentía que la detestaba.

La ojiperla estaba sentada en un sofá de jardín de dos plazas, aún pensando en lo acontecido hacia apenas unas horas atrás. No entendía el proceder de aquellos visitantes y eso le hacía sentirse muy ofuscada.

Añoraba a su madre, ya que confiaba en que ella podría darle un buen consejo, pero seguía en Escocia y para su mala suerte, su estadía se iba a prolongar un poco más de lo esperado, aunque le daba gusto saber que su padre seguía recuperándose y que muy pronto les visitaría.

El buen hombre había alquilado una cómoda cabaña en Les Trois-Îlets, ya que esta ubicación se encontraba más cerca de Fort-De-France y su trabajo. Y lo mejor era que podría visitar más seguido a sus amigos, pues viajar desde Grand-Rivière hasta la capital era muy molesto y cansado.

De haber imaginado siquiera un poco de que esos dos vendrían a buscarla, hubiera hecho los preparativos de cambio de casa desde mucho tiempo antes.

Suspiró con cansancio, creía haberse apartado lo suficiente como para que ellos no quisieran buscarla ni en un millón de años, pero ahí estaban, ¿y como la habían encontrado? Ni idea, pero imaginaba que un buen detective daría con su paradero hasta con los ojos cerrados.

—Sabía que vendrías— Soltó con voz firme sin voltear a verla.

—Yo...—

—Dime, ¿que es lo que quieres?— Ella fue directa, pues creía que sería mejor no darle vueltas al asunto para ya quedar "a mano" de una vez por todas.

—Hinata, yo soy la que te ruego ahora, por favor no me quites a Sesshomaru...— Suplicó con marcada tristeza.

—¿Porqué me pides eso?— Cuestionó incrédula.

—Cuando él sepa de la existencia de tu hija, querrá venir a conocerla y pienso que tal vez se quiera quedar contigo— Le hizo saber mientras se acercaba y tomaba asiento junto a ella.

Nada PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora