💜 Undécimo capítulo

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Tengo una oportunidad de volver el tiempo atrás para salvarlo, y es todo lo que cuenta ahora

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Tengo una oportunidad de volver el tiempo atrás para salvarlo, y es todo lo que cuenta ahora. Incluso he meditado mucho sobre el momento exacto de mi regreso, y desde luego no es una opción cometer errores, no con estas ansias de recuperar mi primer amor.

—Te prometo que seré cuidadosa —le digo por enésima vez a Leelah, quien insiste en que los viajes en el tiempo no deberían tomarse a la ligera.

Mi joven abuela tuerce el gesto con cierta desconfianza, que de inmediato pongo en duda. Cuando Leelah Amkind quiere ayudar, suele ser bastante ingenua.

—No sabemos cómo funciona —comenta ella, refiriéndose al accesorio que por mero descuido creí perdido. Hablo de aquella hoja mágica y dorada que una vez me llevó a donde necesitaba.

—Si funcionó una vez, con certeza tendré éxito de nuevo —parloteo, sin saber qué ocurrirá realmente.

—Beatrice, según me contaste, en esa ocasión no viajaste en el tiempo —argumenta a base de hechos.

—¿Entonces para qué me diste este accesorio? —Se escucha mi reclamo—. Y van dos veces ya.

—¿Sabes? La primera no cuenta, yo estaba en coma —replica Leelah tocándose la barbilla—. Técnicamente, usarás la hoja por primera vez, y con una intención diferente.

—Estupendo, me das un accesorio para el cabello, que también es una hoja milagrosa —detallo—. ¿Y ahora te arrepientes?... Leelah, disculpa, pero no te entiendo.

—Solo estoy preocupada por ti, ¿qué no lo ves?

Reflexiono en silencio, mas no me alejo de la terquedad y de un chance que no debo desaprovechar.

—Beatrice, déjame recordarte que quieres viajar en el tiempo, y es posible que la magia del color te lo conceda si confías, pero...

—¿Pero qué? —Me encojo de hombros.

—¿Y si algo sale mal? Jamás me lo perdonaría.

—Todo saldrá de maravilla —guiño un ojo—. Tengo un plan que no fallará.

Leelah asiente. Yo asumo que no porque ella concuerde, sino pues es obvio que está harta de la misma discusión.

—¿Al menos sabes cómo usarla? —me pregunta.

—Pues claro —sonrío, y con la hoja sostengo el flequillo que cae sobre mi frente. El resto de mi cabello castaño se mantiene suelto.

—No, Beatrice, me refiero a cómo activas la magia —especifica, en tono firme—. ¿Sí lo sabes?

Ofrezco una respuesta afirmativa, cargada de determinación.

—Perfecto —comenta—. Entonces cuídate, Beatrice. —Hace una pausa—. Por cierto, sé que quieres salvar a Vince, pero por favor, no interfieras en otros eventos. ¿Crees que puedas?

Un suspiro elegante: El regresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora