DIANA
Todas las personas que quieren ayudar, al final quieren algo, cobran algo, por eso no puedo evitar fruncir el ceño y ponerme a la defensiva al tener a un chico mirándome con comprensión, como si mi situación también le afectará de igual manera.
-¿Ayudarme a cambio de qué?- Pregunté corriendome un poco a la izquierda por la cercanía de nuestros cuerpos.
-¿Cambio? Solo quiero ayudarte, veo que estás en una situación complicada-
Levanté una ceja -Ajá...
-No me crees- Dice frunciendo el ceño -No es una pregunta, es una afirmación-
-No me había dado cuenta- Sueltó con frialdad. De nuevo no me culpen, estoy muerta de preocupación, tengo solo 2 días para recolectar el dinero y solo tengo 5 dolares. - Claro que no te creo, ¿Quieres que crea que tú, un muchacho que no me conoce, no sabe absolutamente nada de mí, quiere ayudarme a conseguir dinero y posiblemente meterse en un lío tremendo sólo por la satisfacción de ayudar? Esas cosas no suelen pasar-
Agitó la cabeza confundido, sus ojos me miraron con profundidad, está tratando de entenderme, como si yo fuera una cosa tan interesante.
-¿Quién te hizo tanto daño?-
-¿Perdón?-
-¿Quién te hizo tanto daño como para pensar, que todas las personas tienen malas intenciones?-
-La vida- Bufé bajando mi mirada, no se que me dio el impulso de soltar, toda esta información, si la pena que tenía en el pecho, de siempre aguantarme las cosas y parecer una persona fuerte, sus ojos mirándome con interés o mi personalidad que de vez en cuando suele hablar mucho.
-Soy una chica que se quedó sin padres, huérfana si así lo quieres llamar, mi madre murió cuando tenía 3 años y mi padre dos años después. Mi abuelo es lo único que tengo, es la única familia que me queda, hace unos meses, entramos en una crisis económica, los impuestos eran bastante altos y tuvimos que vender todo. El momento más difícil fue cuando dos chicos nos estafaron quitándonos todo lo que teníamos "Por querer ayudar"- Hice unas comillas con mis manos- Hace una semana, le dio un ataque respiratorio y ahora no tengo cómo pagar las medicinas-
Mi miró con los mismos ojos de antes, como si lo que yo dijera fuera lo más importante del mundo.
-Si alguien se entera que mi abuelo aún no está en condiciones de cuidarme, pueden mandarme a un orfanato, o eso fue lo que el juez dijo cuando nos mudamos ¿Entiendes la gravedad?-
No me compadeció, no me tuvo pena y un calorcito interno me envolvió.
-¿Desayunaste?- Preguntó levantándose de su asiento y negué -Te lo preguntó por que tengo que ir a trabajar, dame el día de hoy y pensaré una manera ¿Está bien? por lo pronto un chocolate caliente y un emparedado no te vendrán nada mal-
Tomó mi mano, me ayudó a levantar, no sin antes apretar mi mano y me condujo a la cafetería. Un silencio entre él y yo se apoderó de todo el camino por el pasillo, pareciera como si su mente funcionará al mil por hora en tan solo un corto camino a la cafetería.
Llegamos, la misma chica del accidente de hace dos días se encuentra saliendo de los baños con una cubeta -Pensé que no vendrías, la señorita Stacy preguntó por ti , mañana no te libras de los baños Bennet- Estaba ignorando completamente mi presencia, pero se percató que estaba presente -Así que por eso llegaste tarde, disculpa no te vi, me llamo Chiara y tú eres...- Me miró de arriba abajo sin disimular.
-Diana Payne- Estrechamos la mano, la chica es bastante linda, pareciera ser mayor y se volvió a dirigir a su amigo.
-Un gusto Diana, si quieres tomá asiento, no tardamos en abrir- Señalo una mesa en la esquina la cual ya estaba limpia. Le dio unas instrucciones a mi ahora cómplice y me fui a sentar.
Escuche unos últimos murmullos de camino a la mesa, no entendí absolutamente nada y espere sentada.
Mi estómago rugía como un tigre, comencé a mirar alrededor, tengo que admitir que era un lugar cálido. Comencé a meser mis piernas que colgaban en la silla, de un lado a otro, imaginando que eran las velas de un barco pirata, pero la historia duró poco.
-Olvidé preguntarte que emparedado te gustaba, pero pensé ¿A quién en su sano juicio no le gusta la crema de mani?- El chico que aún no me decía su nombre, dejó un chocolate caliente y un emparedado.
-¿Crema de mani?- La verdad es que nunca había oído de ella.
-¿No sabés lo que es?- Abrió la boca, me reí porque imaginé 20 moscas metiéndose por su boca.
-Así como tampoco se tu nombre chico de la cafetería- afirmé.
El sonrío, miro de un lado a otro asegurándose que no viniera nadie y se sentó.
-Ethan Bennet- Me dio su mano para estrecharla y así lo hice -Necesitó ir a trabajar, pero no me puedo ir sin perderme tu cara al probar la cosa más deliciosa del mundo- Insistió haciendo una mueca para que le diera el primer mordisco.
-¿Del mundo? Ya lo veremos- Tomé el emparedado con mis manos, lo llevé a mi boca y una bomba atómica explotó en mi paladar, ésto era realmente genial, mis ojos se abrieron como platos y Ethan cerró su puño llevándolo a su pecho triunfante.
-¿Rico?- Preguntó. -Tomé otro bocado y asentí.
-Mi paladar está de fiesta- Dije aún con un poco de comida en la boca, al percatarme me tapé la boca con mi mano y esté río.
-Volveré al trabajo-
Se levantó y se fue, Ethan se la pasó bromeando con Chiara todo el turno, yo me dispuse a terminar de leer mi libro y así pasó.
Hasta que mis ojos se encontraron con una señora frustrada, se quejaba tan fuerte que es inevitable no voltear a verla, se formó en la fila y siguió maldiciendo. "No es posible que no exista un auto lavado barato en Nueva York decente", "Todo lo han de dar a un mayor precio", "Ni Siquiera hacen bien su trabajo", "Tanto dinero para terminarán robando el estereo".
Justo en ese instante, la mirada de Ethan y la mía se cruzaron y arqueó una ceja. De nuevo puso esa mirada triunfante, pareciera como si por un milisegundo estuviéramos conectados y puedo asegurar que pensábamos lo mismo en este instante.
Era hora de irme, me despedí de Chiara, era una persona demasiado amable y carismática, entable una conversación un poco breve pero muy cómoda, tomé mis cosas y me fuí.
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El Día Que Conocí A Diana Payne
Teen FictionDiana Payne tiene tatuada las ganas de vivir en sus clavículas y de aventurarse por el mundo en el pecho. Cuando su abuelo enferma de gravedad es obligada a mudarse a la gran ciudad de Nueva York o como ella la llama la cuidad que nunca duerme. Cuid...