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DIANA:

¿Alguna vez se han preguntado cuántas formas de matar a alguien se puede pensar en 10 minutos? Yo les tengo la respuesta; ocho. Imaginé a Ethan Bennet ahogado, cayéndose desde la altura de una pirámide tan grande como su ego, lleno de agujas por todo el cuerpo como si fuera un muñeco vudú y hasta comido por una ballena. No me pregunten por qué una ballena.

Estoy en el baño limpiando las enormes manchas que quedaron en mi ropa, mi olor era entre naranja, con queso y un poco de salsa. Estaba demasiado apenada, todos en la cafetería presenciaron el momento. Ethan me las iba a pagar ¿Hacerme del rogar? De verdad no puedo entender como este chico pretendía que de esa manera lo iba a perdonar. 

-¿Necesitas una mano?- Escuche la voz de Hannah entrando al baño, la miré por unos segundos y asentí. -Lamento lo que pasó en la cafetería-

-No tienes que disculparte, la culpa fue de el idiota de Ethan- Puse mis dos manos en el lavabo para lavarse, el agua estaba fría.

-No lo entiendo, Ethan no es de comportarse de esa manera- Sacó un pañuelo y comenzó a tallar mi blusa cuidadosamente. 

-No entiendo porque insiste tanto- 

-Posiblemente le interesa- Ella paró de tallar mi blusa para mirarme arqueando una ceja. -Antes de que llegaras se la pasaba nombrandote- Colocó su pañuelo a lavar.

Bajé la mirada sin antes negar su suposición, estaba demasiado enojada, Hannah notó que transmite un poco de tristeza mezclada con enojo, me tomó de la mano y dio un brinco.

La dejé guiarme entre los pasillos, salimos de la escuela, la calle estaba transitada y aunque había cierta belleza por donde corríamos. -¿A dónde vamos?-

 Hannah me miró sin dejar de caminar con una pequeña sonrisa, no podía creer que hasta sonriendo de veía delicada. -A mi lugar en el mundo-

Asentí.

-¿Y eso quedaría...?-

No me contestó, llegamos a un pequeño parque nos detuvimos en unas ramas entrelazadas de color café, bastante feas, aunque bueno creo que las cosas más simples y ariscas, podemos encontrar un poco de belleza. Ella me sonrió otra vez y paso entre las ramas, lleno de tumultuosas flores de diferentes colores,  estaba el árbol más hermoso y enorme que había visto, justo donde se detenía el sol. Por todos lados zumbaban abejas y se posaban miles de mariposas.

-Lindo ¿No?-

Miré a todos lados, era impresionante como la naturaleza es tan hermosa, te hace sentir tan pleno y en paz. Era como si mi vergüenza de hace unos instantes se fuera por completo y ya no me importara lo que los demás dijeran de mí después de estar presenciando todo esto.                    -Hermoso-

Ella pestañeó confundida. -¿De verdad? Le he mostrado este lugar a mis amigas y todas me dicen que es simplón-

Negué con la cabeza y en ese momento una mariposa se posó en mi mano, sentí calorcito en mi pecho, Hannah sonrió con un brillo en sus ojos. -¿Simplon? Es maravilloso...hay tanto campo de imaginación para recorrer aquí ¿No crees?-

-No se- Contestó Hannah y me hizo una seña para que fuéramos al árbol, la seguí. - Prefiero que otros intercepten mi mente con situaciones, porque realmente no tengo mucha imaginación. Por eso leo o veo películas- 

-Yo amo leer y inventarme mis propias historias de vez en cuando. Creo que me pasé la vida imaginando lugares, paisajes, momentos, sensaciones, todo... no se que haria sin mi imaginación, es una forma de escape-

Me miró con curiosidad, como si lo que estuviera diciendo fuera demasiado importante, o como si yo fuera un alien. 

-¿Cómo te sientes ahora?-  

-Mucho mejor, no debo de ponerle tanta atención a Ethan Bennet en mi vida- Ella rió y me dio una palmada.

-Ethan es lindo- Ahora su mirada era pícara, arqueo una ceja mirándome pícaramente-

-Pero es odioso- Hice que quitara su mirada pícara. -¡Oh mirenme! Hoy Ethan Bennet y puedo tener a cualquier chica a mis pies- Imité al chico y al parecer lo hice muy exagerado porque ahora tenía  a mi amiga riendo como loca.

-Caerás- 

Decidí ignorar su comentario y cambie la conversación. -Además odio a los chicos- Hice una pequeña broma, pero al parecer Hannah lo tomó demasiado en serio.

 Asintió totalmente el mismo suspiro por primera vez su gesto no fue delicado, se sintió  como su hubiera liberado algo que tenía dentro. -¡Totalmente! En nuestra escuela todo el tiempo los niños se toman atribuciones que no deberían solo por ser niños. Y en mi casa, mis papás me dicen que debería vestirme de tal forma, criticar mi cabello, las palabras que usó. Es tan...tan...-

-¿Irritante?- 

-¡Sí!- Chilló - ¡Es tan irritante!-

-Nuestros cuerpos están anclados a una identidad que parece ser más pública que privada. ¡Es como si todos supieran que queremos antes de preguntarnos!-

Hannah me dio la razón efusiva alejando de sí misma a todos sus gestos delicados y calculados. Y nos mantuvimos ahí, conversando de la vida, y de nuestros temores, de nuestras sistencias, que eran bastante similares entre sí.

Creo que jamás me había sentido tan comprendida despues de Lucas. Fue como si nuestros cuerpos siempre tan criticados, menospreciados y heridos por la sociedad siempre tan misóginas, hubieran estado deambulando por el mundo hasta encontrarse fortuitamente, consiguiendo acogerse, abrazarse, escucharse, sentirse y amoldarse como espíritus afines.  

El Día Que Conocí A Diana PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora