PREFACIO

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Hace año y medio atrás...

—¡Julián!—gritó mi madre entrando a la habitación.

Algo me dice que es otra vez Angelic, ya estoy harto de esta situación.

—Tu hermana huyó con el pandillero... —su voz se exaltaba cada vez más entre gritos—. Anda a buscarla inmediatamente.

—Déjala esa vuele mañana... no podemos correr detrás de Angelic cada vez que le dé un ataque de rebeldía.

Siempre tengo que ir, me desvelo toda la noche y luego ella solo aparece al día siguiente apestando alcohol como si nada.

—¡VE!, AHORA MISMO —chilló.

—¿No puedes contratar gente que ande detrás de ella? Por qué no le dices al chofer que la vaya a buscarla o mi padre que la busque el, esa es su responsabilidad —repliqué. Es mi hermana pero, estoy cansado de ser su estúpido guardaespaldas cada vez, que se arruine su vida ella sola; pero que no interfiera en la mía.

—¡Soy tu madre y te lo estoy ordenando! —Me coloqué mis zapatos y me dirigí a la puerta.

—¡Estoy cansado!. EMPIECEN A CONTROLAR A SU LOCA. YO NO SOY SU ESTÚPIDO PADRE PARA ANDAR DETRÁS DE ELLA. ENCIÉRRENLA Y BOTEN LA LLAVE NOS HARÍAN UN FAVOR A TODOS —vociferaba mientras bajaba las escaleras.

Salí de la casa en busca de mi auto que estaba aparcado en la calle, entré en el dándole un azote a la puerta. Si no existiera todo fuera mucho mejor —pensé—, encendí el carro. Ahora debo adivinar donde rayos está metida con el drogadicto de Henry.

***

Llevo horas buscándola; no exagero en decir que, he revisado casi toda la ciudad, sin contar en donde la mayoría de las veces están metidos. Llamé a todos los amigos de ése imbécil, incluso fui a la casa de su prima y nadie sabe nada de ellos.

—Ay, Angie me tienes al borde de un colapso nervioso ¿Dónde estás?—le digo al buzón de voz. Ya con ese son 20 mensajes.

Estoy cansado es de madrugada —ya no puedo seguir así— mi vida no puede basarse en ir detrás del culo de Angelic evitando que se muera de una sobredosis... ¡Que haga lo que quiera! ¡Que se vaya con ese tipo! ¡Que se muera! No me importa. No voy a seguir pasar mis noches adivinando en que zanja se fue a meter. Mi celular empezó a sonar. Era mi padre.

—¿Qué? ¿Ya volvió la demente a la casa? Fue mí único saludo.

No, pero ya la encontramos.

La voz de mi padre sonaba débil.

¡Qué bueno así podre irme a dormir! ¿Dónde está?

En el hospital, ven a la clínica de siempre, la estamos trasladando de emergencia, tu hermana está muy grave, podría morir... Espéranos allá. Ella...

No seguí escuchando, no pude... Todo a mi alrededor se volvió más pesado... Mi pequeña Angie... El aire dejo de entrar a mis pulmones ya no había oxigeno, empecé a sentir que me asfixiaba todo mi cuerpo se empezó a sentir como un yunque no podía moverme.

—Angie... mi hermanita... ¡No! —reaccioné pisando el acelerador hasta donde daba su capacidad y me dirigí a la clínica de la familiar lo más rápido que pude.

¿Cuanto es siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora