La invitada hará trabajo de campo

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Notita: si estás leyendo esto del tirón este es un buen punto para parar y descansar. Especialmente, si es de noche.

Los días habían pasado de manera rutinaria. Entrenaba, estudiaba, comía, estudiaba y volvía a entrenar. Algunas veces daba un paseo con Brandish, también merendaba con Eileen si esta estaba libre. Si veía a Zeref, lo saludaba con una sonrisa, normalmente cordial, en ocasiones genuina. Él saludaba de vuelta. Si la faena era poca, le preguntaba cómo estaba, que tal iba el libro y soltaba un par de consejos sobre magia; si estaba ocupado, apenas salía de su despacho y cuando lo hacía, era a paso rápido, con carpetas en las manos y en vez de decir "hola" simplemente movía la cabeza para hacerle entender que la había visto. Últimamente, solía darse la segunda situación.

Sin nada más que pudiera animar sus días, decidió comenzar el nuevo libro prestado. Empezó pasando páginas como quien no quisiera la cosa. Cuando quiso darse cuenta, se encontraba rechistando ante la alarma que le indicaba que tenía entrenamiento con Dimaria, y cerrando el libro de mala gana iba en su encuentro. En el camino, repasaba lo que había leído y pensaba en lo que le diría a Zeref cuando le preguntara y se propuso robarle cinco minutos más que la última vez que hablaron sin que este se diera cuenta.

Las llamadas de Fairy Tail se volvieron menos frecuentes y no recibió ni una sola en ese tiempo. Lucy supuso que estaban bien. Debían estarlo. Las malas noticias vuelan, ya se sabe, mas no podía evitar preucuparse. Temía que la hubieran olvidado. Que se hayan distanciado mucho más allá de lo que respecta al espacio físico y ya no fuera importante. Probablemente, se estaba preocupando demasiado. Eso ni podía ni iba a pasar. ¿Verdad?

En medio de los pasillos de ese laberinto que llamaban palacio, Lucy divisó a Brandish y a Dimaria conversando. La primera la saludó, mientras la otra le dirigió una mirada helada. La maga celestial la ignoró, era algo habitual. Lucy ya ni siquiera se molestaba en intentar caerle bien a aquella sádica.

— ¿De qué hablabais? —preguntó Lucy enfocando su mirada en Brandish.

—Nada importante —contestó esta—. Solo decíamos que hay demasiados idiotas en este palacio.

— ¿Eso crees?

— Sí, pero llevas poco tiempo por aquí, así que no lo habrás notado.

— Llevo mes y medio aquí.

— Poco —recalcó mientras observaba sus largas uñas afiladas. Parecía satisfecha con su última manicura.

— Pasaste dos semanas en el mundo celestial —añadió Dimaria, que por lo visto no había podido evitar dar su opinión.

— La verdad es que solo estuve dos horas allí —dijo con resignación.

Antes de que otra palabra fuese dicha. Invel, con su acostumbrado porte estoico, se acercó al grupo de mujeres. Lucy no pudo evitar fijarse en sus ojeras negras. Nunca lo había visto tan demacrado.

— El emperador solicita a Dimaria para una misión.

— Vaya, parece que por fin habrá algo de acción —afirmó Dimaria con una sonrisa ladina. Hacía mucho que no usaba sus preciosas dagas.

— Disculpe Invel, —interrumpió Lucy con pesar, no quería molestar y menos a alguien que parecía que tuviera más café que sangre en sus venas— ¿Cree que podría pedir al emperador hacer una misión?

— Ja, ja, ja. ¿Tú? ¿Una misión? No me hagas reír.

— Mari.

— ¿Qué pasa Randi? Sabes de sobra que es bastante débil —mencionó cargada de soberbia mientras miraba rápidamente a Lucy de arriba a abajo. Aunque la hizo sentir pequeña, esta respondió con una mirada mortífera. Quizá no debería haber preguntado nada, aún no estaba a la altura.

Ehem. —Invel llamó la atención sobre sí mismo —Señorita Heartfilia, creo que es una buena idea.

Esto dejó a las presentes mudas.

— La falta de sueño por fin te está afectando. ¿No deberías haberle dicho algo tipo... hable después con el Emperador o concerte una audiencia? —cuestionó Dimaria desorientada.

— Creo que la señorita Heartfilia tiene buenos motivos y podría ser una experiencia enriquezedora. Además, la presencia de la señorita parece agradar a Su Majestad.

Dimaria miró a Lucy de reojo.

— Eso parece. Bueno, ¿Qué más da? Cuanto antes mejor. —comenzó a dirigirse a la sala de reuniones a paso rápido. Brandish la siguió.

— No recuerdo haber visto el reporte de tu anterior salida, Brandish.

— Lo entregaré mañana.

— Esta tarde.

— Relájate Invel. Hace un buen día.

Estaba nublado, pero nadie la contradijo.

— Me temo que no es posible. La situación no es la mejor en estos momentos y los informes necesitan estar hechos los jueves para poder ser añadidos a sus respectivos expedientes. August se adecuaba a tus caóticas entregas y tus incesables ganas de hacer cualquier cosa que no sean tus responsabilidades, pero como ya te he dicho varias veces, no tengo ningún tipo de interés en seguir su ejemplo.

—Está bien, está bien. Ya voy. Menudo carácter —refunfuñó por lo bajo al irse mientras era observada por una intensa mirada azul.

Lucy observó la interacción en silencio simpatizando con un agotado Invel. Por lo que sabía era quién se encargaba de los asuntos administrativos relacionados directamente con las misiones de los escudos y de palacio. También llevaba las cuentas y estaba a cargo del personal de servicio. Era prácticamente el mayordomo. Lucy se preguntaba porque no había tomado el cargo de forma oficial, siendo el sobrino de un marqués e hijo de uno de los tesoreros imperiales, estaba más que cualificado. Quizá era para que nadie pudiera cuestionar su capacidad como escudo, aunque de todas formas, no creía que alguien fuera a hacerlo.

Pocos Spriggans tenían una segunda función en la corte. Solo había otros tres aparte de Invel. August, quien movía diversos asuntos de estado, sobre todo aquellos que tenían que ver directamente con la legislatura; alguien llamado Wahl que hacía máquinas o algo por el estilo y otro chico de quien no se acordaba el nombre, que era la pobre alma que tenía que asistir a las reuniones rutinarias de los nobles y ser el representante y portavoz del emperador.

***

La sala de reuniones, amplia y llena de ventanales, recibía aquellos que se adentraban en ella con una gran mesa redonda en el centro y trece sillones que nunca solían ser ocupados al mismo tiempo.

Zeref sentado en el más pomposo de los asientos, leía una hoja y de vez en cuando apuntaba cosas en los márgenes. Al igual que en su despacho, se encontraba de frente con la puerta. Ajeel y Yajeel se situaban a su izquierda.

— ¿Lucy? ¿Qué haces aquí? —preguntó al notarla al levantar su vista de un informe. Zeref pasaba su vida entre folios.

— Yo... Bueno, estaba con Dimaria cuando Invel la avisó y me gustaría hacer una misión del imperio —explicó mientras hacía todo lo posible por mirarlo a los ojos y no analizar la habitación—. No tiene por qué ser esta, cualquiera que me ayude a probar lo que he aprendido y mejorar estará bien.

Zeref asintió.

— Entiendo el porqué de la petición, pero por el momento no tengo ninguna excepto esta y no es una en la que se necesiten habilidades mágicas... teóricamente.

— ¿Entonces que hacemos aquí? —alzó la voz Ajeel—. ¿Dos de los doce hemos sido solicitados en una misión en la que no se necesita magia?

— Sí. Aparentemente no, pero nunca se sabe como van a acabar estas cosas y quiero que vayáis vosotros. Ajeel la influencia de tu familia será útil y Dimaria conoce la zona. — explicó Zeref, para luego mirar a la maga celestial— Lucy, esta misión no sé si te ayudará con tu magia, pero te aseguro que pondrán a prueba tu etiqueta y conocimientos del imperio continuamente. Si quieres participar eres libre de hacerlo, pero seguirás entrenando por tu cuenta allí, aunque sea tres horas diarias como mínimo.

Lucy asintió, eran condiciones razonables.

— Me parece bien.

— La misión debería ser simple. — Seguidamente, Zeref repartió copias de un informe, dando una mirada de disculpa a Lucy. Ella simplemente se arrimó a Dimaria, para su disgusto.— Hace un tiempo que estamos percibiendo indicios de rebelión en el Condado Rustisher.

Agh, ese gusano.

Curiosamente, Lucy percibió más asco que ira en el tono de Ajeel.

— ¿La familia Rustisher no es una de las más influyentes en la economía del imperio? He leído que son unos grandes empresarios.

— Unas grandes molestias querrás decir —respondió Dimaria.

— Los Rustisher han sido comerciantes desde antes de que se creara el imperio —informó Yajeel mientras intentaba agarrar un bolígrafo con sus manos temblorosas. Su nieto se lo facilitó—. Desde entonces siempre han estado en contra del emperador.

— Yo creía que aquí eras adorado por haber traído la paz.

Zeref suspiró, aunque no por eso, Lucy tuvo que esperar mucho para recibir una respuesta.

— Por los ciudadanos sí, pero es difícil ponerse del lado bueno de unos comerciantes de armas parando una guerra.

— Ya veo —mencionó mientras cerró los ojos y se llevaba una mano a la barbilla—, aun así eso fue hace cien años. Han pasado tres generaciones.

— Y todas han sido igual de insoportables. ¿Verdad, abuelo?

El mencionado cerró los ojos y sonrió a Ajeel.

— Debido al poder que tenían les di el título de conde para tenerlos vigilados y un poco apaciguados, pero esta generación parece tenerme tanto odio como las anteriores. Es agotador.

Siendo incapaz de descifrar si el comentario del emperador era genuino o simplemente estaba siendo dramático, Lucy habló.

— Ya hay que ser codicioso para eso. ¿No se dedicaban ahora a crear objetos mágicos? Aunque supongo que comparado con el dinero que pueden dar las armas en una guerra no es suficiente para que se sacien.

— Por eso mismo vamos a hacerles una pequeña visita. —Zeref empezó a juguetear con un bolígrafo. —Hay indicios de que cada cierto tiempo un grupo de nobles no identificado se reúne clandestinamente. No es algo que me preocupe seriamente y normalmente haría una advertencia y lo dejaría pasar —mencionó despreocupadamente—, pero últimamente he estado con ganas de hacer algo fuera del castillo, así que me meteré de por medio.

Lucy podía notar una pequeña vena inflarse mientras sonreía falsamente. No por preocupación o ira, pero por aburrimiento... Aburrimiento. Lucy amenazaría con matarlo si no supiera que eso era exactamente lo que ese lunático quería.

— ¿Cómo iremos? ¿Nos teletransportarás o...?

— Usaremos un barco. El territorio del conde está lejos, ocuparía unos cuantos días ir en carruaje y me niego a usar mi magia para algo tan trivial.

"Me niego a usar mi magia para algo tan trivial". Se burló en su cabeza.

Patán orgulloso. Que ganas de complicar la vida a la gente. Alguna vez esas porquerías de decisiones le explotarán en la cara. Lucy solo esperaba no estar en medio cuando eso pase.

—¿Qué haremos una vez allí? ¿Cómo descubriremos la información sobre las reuniones? —cuestionó Dimaria.

— Ya hablaremos cuando lleguemos, no hay prisa.

Claro que Lucy no estuvo de acuerdo con esta última respuesta. La planificación era algo totalmente necesario y había que evitar dejar cosas al aire. Aunque no es como si pudiera hacer algo para frenar a un mago oscuro. No la escucharía, no con esa naturaleza caprichosa suya.

—¿Cuánto tiempo estaremos allí? —preguntó Lucy.

— Quién sabe. Depende. ¿Es importante?

Sí, sí, lo era. Que él fuera inmortal y tuviera una percepción del tiempo atrofiada no significaba que todo el mundo funcionara así. Una cosa era tirar su preciada planificación por la borda, que era lo que solían hacer sus amigos, especialmente Natsu. No importaba que tanta precaución tuvieran, el mago de fuego siempre arruinaba el plan inicial, pero no pasaba nada, estaba aceptado, era el orden de las cosas. Pero otra historia es que ni siquiera tuviera un mínimo planificado, o que Zeref lo tuviera y se lo guardara para último minuto. No sabía que le molestaba más. Quien se creía que era sentado en ese ridículo trono suyo. El desgraciado no merecía su ayuda, ni su colaboración, ni los halagos que le había hecho. La planificación era sagrada, sa-gra-da. Merecía ir tranquila por la vida o como mínimo lo más tranquila que se podía ir en una misión en tierras desconocidas, con gente hostil hacia su persona.

— Bueno —concluyó Zeref—, si nadie tiene nada más que decir, preparaos, partimos mañana.

Os juro que wattpad me trae loca con los guiones. Los pongo bien y me los cambia por rayas cortas. Ufff. Bueno os dejo el capítulo. Me encanta como se desarrollaran los personajes en este arco, espero que lo disfrutéis tanto como yo. Hasta la próxima.

Invitada (Zerlu) [Fairy Tail]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora