Son casi las dos y media de la mañana y Kirishima está en ese lugar, en la cama de Todoroki, con la luz apagada, sin mirar realmente nada, con las últimas preocupaciones de un ataque de pánico duradero, las lágrimas cayendo y la sensación de vacío en el interior.
— Siempre fuiste el mejor remedio para mis ataques de ansiedad.– dijo Todoroki desde la esquina de su habitación, donde había estado las últimas dos horas.
— ¿Qué pasa esta vez? – Preguntó acercándose al chico, que estaba inmóvil.— Sé que hace frío, te duele el pecho, pero es una sensación conocida, así que no te preocupes lo suficiente.
— Eijiro, ¿qué puedo hacer cuando ella está aquí? – Respondió cuando comenzó a sollozar.— La maldita no me deja solo, no me deja solo.
Kirishima observa atentamente mientras la cabeza de Todoroki gira, las orejas silban, la vista se ve borrosa. Siempre comienza así, la respiración se acelera, los pulmones se cierran, Todoroki necesita aire, pero el aire no llega, la vista se nubla aún más, la voz es un leve susurro. Él sabe, es solo otro ataque de pánico.
— Shoto, no pasa nada.– dijo el pelirrojo buscando calma.
— Pasa de todo, Eijiro...– Todoroki levantó la voz y se llevó las manos a la cabeza, tirando de su cabello.
— No hagas eso.– pidió Kirishima mirándolo desde su lugar.
— Todavía está aquí, dice ella...
No pudo terminar la oración porque los gritos comenzaron a raspar la garganta, el pelirrojo quería tocarlo, pero Todoroki se negó. Kirishima aceptó la idea de que no había nada que pudiera hacer y se dirigió al marco de la puerta.
Se siente abatido, cuando Todoroki tiene esos episodios, sus ojos se vuelven hacia atrás, grita y se rasga el cabello diciendo que "ella" le habla, lo molesta. Es cuando comienza a golpearse. Los episodios no duran más que unos pocos minutos y, cuando sucede, tiende a asentarse en una esquina o se va con Kaminari, lo que de alguna manera es un alivio.
Kirishima terminó caminando hacia su habitación, pero se arrepiente a medio camino y decide regresar a la sala de estar.
— ¿Se trata de Todoroki? – Iida deduce cuando lo ve sentarse a su lado en silencio, sufriendo. Kirishima asiente.— Los gritos se escucharon hasta aquí.
— Desearía que todos tuviéramos ataques repentinos de risa y no de tristeza.– Kirishima esconde su cabeza en sus brazos y tiembla. Iida de repente se siente mal por él.
— No te preocupes.– Iida lo intenta, pero honestamente no sabe qué decir.— Sabes que al final, él nunca muere.
— Iida, me enteraré de la historia de Shoto.– Kirishima de repente endereza su postura e Iida se asusta, no entiende completamente por qué Kirishima se preocupa tanto por Todoroki, pero tampoco lo cuestiona.— No puedo soportarlo más.
— ¿Cómo? – Pregunta alterado por lo que podría pasar por la cabeza de su amigo pelirrojo.— Yo te acompaño.
— No es necesario, creo que sé quién puede decirme, solo espera unos días...– Iida simplemente asiente.
Todoroki había regresado un par de horas más tarde para la tranquilidad de Kirishima y había estado rondando alrededor de él la mayor parte del tiempo y en ese momento estaba jugando junto a Midoriya y Kaminari. Kirishima piensa una vez más que no debería pensar tanto en las cosas la próxima vez.
El resto del día transcurrió en silencio, nada excepcional había sucedido, aunque las cosas normales nunca ocurrieron en ese lugar de todos modos, por lo que Kirishima se quedó en la sala de estar con la mayor parte de los pacientes del tercer piso, esperando lo peor. Y llegó.
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hospital psiquiátrico; bhna
أدب الهواةAquí nadie es un psicópata, pero todos han pensado, en donde tirarían un arma homicida.