; cero trece

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Kirishima comienza a pensar que Blasty está realmente enfermo, ya que sigue diciendo que quiere matar a alguien. Lo peor es que su pequeña mierda lo está arrastrando. No cometerá un asesinato y eso le preocupa. Él cree que la persona que quiere matar está en su mente, un caso similar al de Iida, o de lo contrario no lo encerrarían por nada. Todo está en su mente cruel y enferma.

La situación lo molesta, porque teme que la condición de Blasty se salga de control. Y cuanto más lo piensa, la conclusión es eso; matar a alguien que no existe no es un delito. Él solo quiere alejarse de ese lugar.

— Kirishima.– El pelirrojo aprieta los puños en el momento en que alguien resopla en su cuello. Sabe de quién se trata por la acción.

— ¿Qué pasa, Sero? – Preguntó tratando de calmarse, lo cual no fue tan difícil como en ocasiones pasada.

— Ei, ¿puedes venir conmigo a las duchas? – Preguntó el pelinegro con verguenza autoinfligida.

— ¿Por qué? – Kirishima solo se toma el tiempo de preguntar por qué es extraño. Ese chico nunca pide algo.

— Porque tengo miedo, siento que alguien me está mirando.– dice Sero con una sonrisa. Kirishima lo mira.

— Bien.– Finalmente estuvo de acuerdo.— También tomaré una ducha mientras estoy allí.

En el camino a las duchas, Kirishima pensó en las palabras de Sero y en cómo él también se siente observado la mayor parte del tiempo. Odia que las palabras de Jirou también ronden su mente, pero cada vez tienen más fuerza y ​​más bases que lo hacen dudar.

Siguió a Sero de todos modos, cruzaron la puerta, dejaron su ropa de repuesto en un lugar seguro. Fue cuando se desnudaron, que pudo notar las sonrisas maliciosas que a veces mostraba la cara de Sero, pero no era muy relevante, ya que el chico no tenía la cabeza sana.

Bañarse en compañía no era agradable para Kirishima, pero tampoco era del todo desagradable. Sin poder evitar la curiosidad, mira a la persona a su lado, cada parte del cuerpo de Sero es muy delgada y algunas partes indican que todavía es muy puro, tiene la piel algo blanca y lunares jóvenes muy bonitos.

— Ei, tu cuerpo es muy hermoso.– Sero lo sacó de sus pensamientos.— ¿Me dejarías tocarte?

Kirishima se quejó sin aire ante la solicitud, pero no podía rechazarla fácilmente porque sabía que las cosas no terminarían bien si lo hacía, en cualquier momento la actitud de Sero podría cambiar y estrangularlo en el mejor de los casos.

— Supongo que está bien.– Kirishima se le acercó, esperando su toque como algo bueno, pero recibió una gran sorpresa.— Sero, ¿qué estás haciendo?

— Solo te estoy tocando, Ei.– Dijo el chico con evidente presión.

— Sero por... por favor.– dijo Kirishima con las mejillas rojas y lentamente retiró la mano de su entre pierna.

— Ei, ¿no te gusto? – preguntó Sero ligeramente, mirándolo intensamente. Kirishima sintió que le picaba el cuerpo.

— Simplemente no pensé que quisieras tocarme así.– admitió el pelirrojo.

— ¿Por qué dices algo así? – Sero parecía más confundido que nunca.

— Eres solo otro niño caprichoso que juega a ser adulto.– El pelirrojo soltó bruscamente. Rápidamente se retractó de su tono.

— No soy un niño.– dijo Sero enojado, apretando los puños. El pelinegro suspiró buscando autocontrol.— Bien, esta vez no importa. Mejoraré y volveré a tocarte. Sentirás algo verdaderamente, algo que nunca has sentido.

hospital psiquiátrico; bhnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora