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"¿Cómo empezar, Gus?

Lamento si me fui antes de que terminaramos nuestro plan, pero estoy segura que podrás completarlo tú solo, eres demaciado listo.

Espero que no te moleste que me esté dando tiempo para amar, sabes que siempre tuve un problema con esto. Tampoco trates de matar a Segis.

No te preocupes por Horacio, sigue estando a salvó escondido en mi casa, nadie lo podrá tocar o encontrar a menos de que tú digas lo contrario.

Segismundo, Rogelio y yo nos ocultamos en una ciudad vecina, El Pueblo ¿Sabias que estos dos si tenían cabras? Adoptamos una pequeña cabra y la llamamos Gustabito, eso en tu honor.

Espero que por el bienestar mental de nosotros dos no nos volvamos a encontrar nunca más, eso no significa que dejaré de comunicarme contigo.

Y si necesitas ayuda para lo que sea, ahí estaré, solo pídemelo y le arrancaré la cabeza a quien sea.

Hasta nunca, perro callejero.
Te quiere, Fede."

Dejo la carta a un lado y saco una foto del sobre, en ella se veían a Segis y a Fede con una pequeña cabra en brazos, se veían bastante felices ¡Hasta la cabra!

Volteo a ver a su pareja en el escritorio, se encontraba viendo varios papeles con una expresión de enfado bastante malo, se acercó a él con la carta y la foto en manos.

—Esta en El Pueblo, escapó con tus folla cabras favoritos -extendiendole la foto-.

—¡Joder! -observando la foto-  vaya mierda.... mi niña se fue con el folla cabras -se agarra el cabello como si estuviera viviendo una pesadilla- se fue con un criminal prófugo.

—No es para tanto Jack, Fede no es una bebé, te recuerdo que ella sola acabo con toda una mafia y también logro que la mayoría de El Sistema fuera a perpetua.

—Aun faltan Gringo y el calaveras. Por ahora dejaré a Fede y a Segismundo en paz, no me meteré, se ven muy enamorados -volviendo a ver la foto- ... ¿La cabra está sonriendo?

—Deja eso -le quita la foto y la mete junto a la carta en el sobre- tú lo dijiste, aún hay que encontrar al calaveras para que esta ciudad de mierda vuelva a la normalidad, a Gringo no se si podremos tocarlo, Horacio le tiene aprecio.

—Despues de que fue rechazado y engañado ya debe estar desesperado, se olvidará del Gringo rápidamente.

—Pienso que Horacio ya a sufrido bastante por amor.

—¿Y tu? -lo toma de la cintura haciendo que se siente en su regazo- ¿Que tal en el amor, Gustabin?

—Yo lo tengo a usted súper intendente, no necesito nada más.

Se unieron en un beso desesperado, ambos se necesitaban, hace tiempo que no tenían intimidad, la primera y última vez fue en el sótano de la casa de Fred, cosa que le agradecían infinitamente.

—Jack, siento algo... me parece que no es tu rodilla -se mordió el labio ansioso moviéndose sobre él para probocarlo más-.

—Se me a puesto tieza por tu culpa, tendré que castigarte por esto.

Conway le bajó los pantalones y el boxer, Gustabo hizo lo mismo liberando la hombría de su pareja, sin dudar se auto penetro logrando que ambos gimieran de placer (muy a sus maneras), el menor comenzó a saltar dándose el placer que tanto deseaba desde hace varios días, el contrario lo tomo de la cintura profundizando más aquellas estocadas, eso solo logro un descontrol en el García sacándole más gemidos de los que se imaginaba, música para sus oídos, sin embargo, estaban en comisaría y no quería interrupciones, así que lo cayó dándole un beso con el que parecía querer quitarle la vida.

Gustabo sentía demaciado calor, así que se quitó su suéter rojo tirandolo a un lado, el mayor comenzó a dejar marcas en el cuello de su pareja para que todos vieran a quien le pertenecía.

Lo tomo fuerte de las caderas dejando sus dedos marcados y lo dejo sobre su escritorio tirando todo lo que había encima, continuo embistiendolo con fuerza, Gustabo solo aferraba sus uñas al escritorio dejando un par de marcar sobre la madera, varias lágrimas salían de sus ojos demostrando todo el placer que desbordaba.

Conway le cubrió la boca con una mano sin dejar de embestirlo, sus gemidos eran ahogados, pronto el menor entendió la razón. Sé escucharon unos pasos fuera del despacho, alguien trato de abrir la puerta pero tenía seguro, cosa que Gustabo agradeció, aquella situación lo llenaba de adrenalina ¿Que pasaría si los descubrían?

—¿Conway? -se escucho la voz de Volkov del otro lado de la puerta- ¿Está ahí?

—¿Que quieres? Estoy ocupado.

En ese momento tocó el punto G del menor que si no fuera porque esta siendo silenciado, el gemido se hubiera escuchado por toda la comisaría, Conway al darse cuenta sonrió con malicia y siguió dándole en ese punto.

—Unos anormales están afuera haciendo una manifestación.

—Pues ocupate tú ¿Acaso yo tengo que estar en todo porque no pueden hacer nada bien? Mándalos a tomar por culo.

—10-4.

Los ruidos de la manifestación que se estaba realizando comenzó a inundar toda la cuadra, así que Conway lo tomo a su favor y destapó los labios del menor dejándolo gemir todo lo que quisiera, aún que a esas alturas Gustabo ya no gemia, gritaba de placer por las fuertes penetraciones en su punto dulce. Antes de que se pudiera dar cuenta termino corriendose manchandose un poco, él contrario le dió un par de estocadas más y se corrió en su interior llenandolo.

—Jack... pudieron descubrirnos -trato de sentarse bien pero sus caderas no se lo permitieron- ¡Mierda!

—Aun así lo disfrutaste, muñeca -tomandolo de la barbilla y dándole un beso en los labios-.

—Nunca dije que no -acomodandose su ropa- creo que mejor me voy, no quiero seguir distrayendote, la ciudad necesita de su Dios -le guiña el ojo-.

Conway también se acomodo su ropa y antes de que Gustabo se fuera le dió un último beso de despedida. El castaño se fue con la carta, no pensaba dejarla, no tenía fotos de su hermana, ahora esa era la única, no la perdería nunca.

Dúo de gilipollas [Intenabo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora