EN EDICIÓN LENTA.
[Libro #5 de la saga "About Werewolves and Witches"]
NOTA: por favor, lee la cuarta sección del libro Steredith antes de empezar con este.
La tormenta ha llegado y consigo a la cacería salvaje ha traído. Los jinetes fantasma...
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|| The Power Of Love.
Meredith.
Camino en círculos, me muerdo la uña del dedo pulgar y mi respiración es agitada. Tengo los nervios de punta, me siento desesperada, a punto de tener un colapso mental. Me siento sobrecogida por esta situación, temo que la hipnosis no vaya a funcionar, que no podamos salvar a nadie.
Sacudo la cabeza, tengo que pensar positivo, tengo que ser positiva.
—Porque mi madre tenía un hipnotista que la ayudó a dejar de fumar. Me hizo ir a verlo cuando tenía diez años —le explica mi mejor amiga a su novio. Les echo un vistazo, ella continúa sentada y escribe en una libreta tan vieja que sus hojas son amarillentas en las orillas.
Isaac, Malia y Scott hurgan en cada rincón del bunker, pero el rubio se detiene el tiempo necesario para observar a su pelirroja novia con el entrecejo fruncido y una ceja enarcada, todo en señal de asombro. Mi hermano y la mujer coyote la miran con confusión.
—¿Fumabas a los diez años? —es Isaac quien hace la pregunta.
Lydia menea la cabeza. Yo destrozo mi uña y arruino el bonito esmalte azul eléctrico.
—No, cielo. Me mordía las uñas —le aclara ella con suavidad, aunque puedo sentir su mirada juzgona posándose en mí, por lo cual dejo caer las manos a mis costados—. ¿Ya encontraron la vela o el encendedor?
—¡Encontré esto! —exclama una alegre y entusiasta Malia, mostrándonos una lata de propano que no tarda en encender—. ¿Es demasiado?
Encojo los hombros cuando sus ojos me encuentran. La experta en hipnosis es Lydia, no yo.
—Tengo una vela —anuncia Scott unos segundos más tarde, llegando al lado de la coyote y abriendo los ojos de par en par al encontrar la potente llama siendo expulsada por el sorbete de acero.
Yo me giro hacia la pelirroja, poniendo todo de mí para no destrozarme la uña de mi otro dedo pulgar.
—¿Terminaste?
—Sí. Vamos —responde, bajándose del banquillo a la par en que hace un ademán hacia la mesa que yace a un metro de mi hermano.
Scott deja la vela blanca, gruesa y a medio usar sobre la plana superficie para que Malia la encienda con su lata de propano. Por su parte, Isaac coloca dos banquillos junto a la mesa, en los cuales nos sentamos Lydia y yo; ambas vamos a someternos a la hipnosis... si es que funciona.
—¿Qué es eso? —mi hermano pregunta, haciendo un gesto con la cabeza hacia la libreta en las manos de nuestra amiga.
—Un guion instructivo —esclarece ella sin perder tiempo—. Uno de ustedes tendrá que guiarnos —agrega, entregándole sonriente la libreta a Malia, ignorando de lleno la mano que su novio estira para recibirla.
