EN EDICIÓN LENTA.
[Libro #5 de la saga "About Werewolves and Witches"]
NOTA: por favor, lee la cuarta sección del libro Steredith antes de empezar con este.
La tormenta ha llegado y consigo a la cacería salvaje ha traído. Los jinetes fantasma...
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|| Come Undone.
—¿Qué-qué sucede? ¿Por qué me sacaron? —tirito, siendo rápidamente envuelto por la manta que vi alrededor de los hombros de Isaac hace un rato. Tanto él como las chicas me rodean con expresiones consternadas.
—Tuvimos que hacerlo —me responde Malia.
—Ibas a morir —añade la pelirroja con un hilo de voz.
—Tu ritmo cardiaco cayó muy rápido y de un segundo a otro —esclarece Isaac. Hay una mezcla de pánico y alivio en su rostro.
—Pero entonces no sucedió nada, ¿o sí? No funcionó. —Centro la mirada en mi hermana, quien niega con la cabeza, la decepción brillando en sus ojos—. Volveré a entrar —decreto, poniéndome de pie sin mucha dificultad a pesar de que las rodillas me tiemblan como gelatina.
Los cuatro se interponen mi camino hacia la máquina, impidiéndome regresar a su interior.
—¡No, no lo harás! —Meredith exclama severa, aunque sus ojos están cristalinos.
—Estaba funcionando. Algo estaba sucediendo, lo sentí —manifiesto.
Mer suspira con pesadez antes de hablar. Está haciendo su mejor esfuerzo por no llorar.
—Lo único que pasó, es que estabas muriéndote allí adentro.
A pesar de lo que me dicen, intento una vez más regresar a la cámara de criogenización. Isaac me sujeta por los hombros, imponiéndose ante mí con su metro noventa de altura.
—Sigues estando muy frío, helado —señala con preocupación.
Respiro agitado, casi jadeando, y trato de controlar los temblores de mi cuerpo. Quiero acurrucarme en una esquina hasta recuperar el calor de mi cuerpo, hasta que cada exhalación mía no acabe en una onda de vaho.
—No podemos rendirnos ahora —les digo en un temblor. Un escalofrío me recorre varias veces la espina dorsal.
—No lo haremos. Es mi turno —responde Malia y, para cuando volteamos a verla, ya se ha quitado su blusa a cuadros—. También tengo muchos recuerdos de Stiles y Allison —expone bajo nuestras miradas ceñudas e inquisitivas.
—Es muy peligroso —menciona Lydia con un retintín de advertencia.
—No tan peligroso como no hacer nada —opino, a lo que Mer frunce los labios, claramente indecisa de a quién apoyar.
—Ella probablemente soporte el frío mejor que nosotros —Isaac comenta con positivismo.
Lydia suspira en rendición, asintiendo con ligereza. Mer es la única que falta por convencer.
