EN EDICIÓN LENTA.
[Libro #5 de la saga "About Werewolves and Witches"]
NOTA: por favor, lee la cuarta sección del libro Steredith antes de empezar con este.
La tormenta ha llegado y consigo a la cacería salvaje ha traído. Los jinetes fantasma...
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|| Prom Night.
Cediéndome el paso a la sensible zona de su garganta, Mer inclina la cabeza hacia atrás y yo succiono un poco, apenas lo suficiente para que la marca sea visible después de esta noche; mis manos se cuelan por debajo de la tela de su camiseta de los Mets (que es tres tallas más grande de lo que debería pero la hace ver sumamente sensual) y ella suelta un delicado jadeo cuando mis dedos se deslizan dentro de la tela de su ropa interior, jugando con el elástico de ésta. Llevo mis manos a su trasero al tiempo en que beso el contorno de su mandíbula.
—Oye, tus pantalones todavía no están en el suelo —bisbisea, sus dedos aferrándose a mis brazos mientras sigo besándole el lateral de la garganta.
—Alguien tiene prisa —susurro antes de tirar del lóbulo de su oreja con suavidad.
—Lo dice el que me quitó dos prendas de ropa apenas cerró la puerta y no deja de manosearme.
—Lo dice el que quiere disfrutar cada segundo.
—Y yo que pensé que querías impresionarme.
—Puedo hacer las dos cosas.
—También puedes quitarte los pantalones. A menos que tus manos tengan vida propia y no puedas controlarlas.
—Creí que querrías hacerlo tú —le respondo con la voz ronca.
Ella menea la cabeza un poco.
—Yo solo quiero besarte hasta que me duelan los labios.
—Yo también quiero besarte hasta que me duelan los labios —le digo antes de perderme en el sabor a frambuesa de su brillo labial.
Acto seguido mis manos resbalan directo a sus muslos para levantarla del suelo y sus piernas se abrazan a mis caderas de inmediato, por otra parte, sus brazos me rodean por el cuello. Muevo una de mis manos a su cintura y la otra se enreda en su cabello para profundizar el vaivén de nuestras bocas.
Tenemos días buscando estar completamente a solas, pero recién hoy hallamos la oportunidad perfecta para que sucediera después de nuestra comida en el buffet chino pues los demás quisieron ir al boliche y mi papá pasará otra noche en la comisaría. Así que no hay nada ni nadie que pueda interrumpirnos.
Tras unos minutos, tengo a Mer en mi cama, desnuda y apretándose contra mí con fervor, pero solo por unos momentos porque luego se las arregla para hacernos girar y despojarme de mis bóxeres.
La piel se me eriza, un escalofrío de los buenos me recorre de pies a cabeza y se me va el aire de los pulmones cuando la veo rasgar el empaque del condón con los dientes. Mientras ella sujeta mi miembro y lo enfunda en el látex, mi corazón golpetea fuerte contra mi pecho, pero cuando se sienta sobre mí me parece que va a salir volando fuera de su sitio.
Despacio, Mer empieza a mecerse de adelante hacia atrás, apoyando sus delicadas manos en mi abdomen. Exhalo por la boca, las manos me tiemblan ligeramente cuando se colocan en sus muslos.
