"El ropero"

52 5 0
                                        

Los ojos se me empañaron de inmediato, vi la marca que yacía sobre mi estómago, la palabra que se alcanzaba a leer y que comenzaba a sangrar de poco en poco, Yuz puso sobre la herida un par de toallas calientes para detener la pequeña hemorragia, a mi lado estaba Gabriel, se encontraba pasmado, no daba crédito a lo que veían sus ojos, yo estaba temblando de pies a cabeza, el cuarto se sentía helado, mis labios estaban resecos y un poco morados, me veía delgada a un punto casi alarmante, no sé en cuantos días no había podido comer, beber o dormir bien.
Toqué con las yemas de los dedos los cortes de mis brazos, me dolían, mi cuerpo se había vuelto un lienzo de rasguños y golpes. Me examinaba por largos ratos y por más que me veía en el espejo no podía lograr reconocer a la antigua Yhun, no sé a quien estaba viendo, era como si lo que habitara en mis entrañas chupara toda mi vitalidad, todo lo que era yo.

-Yhun, ¿Tienes idea de en dónde pudieron haber llevado a tu familia?- La voz de Gabriel se hizo presente en el cuarto después de un largo rato de silencio y sollozos, su voz se escuchaba ronca, carraspeo
-Tenemos que saber en donde están lo más pronto posible y así poder hacer lo que sea necesario para librarte del mal que crece en ti y poner a salvo a tu familia.-
Cerré los ojos, no podía saber a donde se los habían llevado ¿Cómo iba a saberlo?

De pronto recordé el sueño del abuelo, ese acantilado junto al mar, no recordaba en dónde lo había visto, pero sabía que en alguna época de mi vida estuve ahí, traté de recordar paso a paso mi sueño, no sé como o porqué; pero sabía que en el se escondía la respuesta que buscaba, lo presentía.
Pasaron algunos minutos en los que traté de recordar y de pronto fue como si una luz se encendiera en mi cabeza, recordaba que los abuelos solían llevarme a una casa apartada de todo, a veces mis papás nos acompañaban, era una casita pequeña y cómoda, las imágenes atravesaban mi mente a toda velocidad, yo de niña, caminando a casi el borde del acantilado, mi abuela jalando mi mano para que no me acercara demasiado.
Mi mamá cortó comunicación con ellos y por ende nunca más fuimos a la casita del acantilado.

Abrí los ojos -¡Ya sé en donde están!- solté un gritito que hizo que los dos que me acompañaban brincaran.
-¿Cómo lo sabes Yhun?- Yuz me habló, cuando mis ojos se cruzaron con los suyos pude ver una desesperación inmensa.

-El sueño que tuve anoche amor, algo me dice que el lugar en el que estaba es en donde tienen a mi mamá y mi hermano, es una casa antigua, propiedad de mis abuelos paternos.-

-No puedo darme el lujo de poner en duda tu palabras ni tus presentimientos, te creo, ahora llevanos hasta ahí.-
Las palabras de Gabriel me dieron un poco de fuerza, no sé que deparaba mi destino, pero aún así estaba dispuesta a darlo todo por mi familia, sin embargo no quería que nada le pasara al amor de mi vida y al hombre que me había ayudado tanto, no podría perdonarme el hecho de que les ocurriera algo.

-No, iré sola, me quieren a mí y a cambio los liberarán, no se pueden arriesgar así, la familia de Israel está loca y es peligrosa, haré lo posible por escapar para que de una vez por todas terminemos con esto, Gabriel, no me sirves muerto.- Mi voz era firme, aunque por dentro me estaba consumiendo un miedo incontrolable, sentía un nudo en la garganta, no quería que por culpa de mi papá más gente sufriera las consecuencias.

Ambos se quedaron viendo entre sí y con una sincronización increíble me voltearon a ver, sus caras reflejaban reprocho y exasperación.

-¿Es que no lo entiendes o qué? No te vamos a dejar sola, estás loca si crees que te vas a ir sin nosotros.
Encontraremos la manera de salir sanos y salvos.- Yuz tiraba de mi mano con fuerza, más que un reclamo era una súplica, él sabía a que grado de terquedad podía llegar, cuando algo se me metía en la cabeza no había poder humano que me hiciera cambiar de parecer, quería gritarle, quería apartarlo de mí lo más lejos posible, una parte de mí quería lastimar sus sentimientos a un grado imperdonable para que así se apartara definitivamente de mí; pero sabía que ni de esa forma me dejaría tranquila, unas cuantas lágrimas se escaparon de mis ojos, lo odiaba por hacerme esto y yo me odiaría aún más si le pasaba algo, no podía más y me lancé a sus brazos, olí su aroma a vainilla, lo vi hacia arriba, por sus casi 1.90 mts me tuve que poner de puntillas para darle un casto beso en la comisura de los labios, lo tomé por la cintura y me pegué a su pecho, oía su ritmo cardíaco y su respiración, él solo acariciaba mi cabello de arriba a abajo, era un momento sagrado, en el que sabes que existe una conexión profunda entre esa persona y tú, me relajé un poco y comencé a sollozar, en definitiva no podía dejar que corriera alguna clase de peligro.

"En mis entrañas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora