"Israel"

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Me quedo quieta por no sé cuanto tiempo sobre el piso, todo el cuerpo me duele, siento unas manos en mis hombros, es Gabriel, está tratando de levantarme.

-No, no quiero, dejenme aquí y aléjense de mí, a mi lado no encontrarán más que muerte, LÁRGUENSE- La rabia se estaba acumulando en la boca de mi estómago, no era un sentimiento en contra de ellos, era en contra de mí, yo era débil, no podía acabar con todo esto, no sabía como salvarme a mí misma.

-Nadie se va a ir a ninguna parte, ya te lo dijimos, ambos sabíamos a que nos podíamos enfrentar y sin importar nada nos tienes aquí- La voz del Padre dejaba asomar un poco de desesperación.

Escuché la gravilla del piso golpeando las botas de mi novio, se estaba aproximando, sin preguntar nada me levantó del piso y me llevó en brazos hasta el cofre del auto.
Me sentó, no podía mirarlo a los ojos, sentía un dolor y pena enormes por todo lo que les había tenido que hecho pasar.
Tomó mi barbilla y me obligó a mirarlo, cuando lo vi no pude evitar dirgir mi mirada a su labio, estaba hinchado y de un color rojo intenso, instintivamente llevé mi mano hacía él.
Sin soltar mi barbilla me obligó a mirarlo a los ojos.

-Escúchame bien Yhun, no habrá fuerza humana o de otra especie que haga que me separe de ti, esto- dijo señalando la herida en su labio -no eres tú, tú nunca me harías daño.
No puedes darte por vencida, no ahora, hay un bastardo del que te tienes que vengar-
Su voz era determinada, sus ojos oscuros no dejaban de taladrar los míos.

-No puedo permitir que les haga algo- Mi voz salió en un hilo.

Una tercera voz se oyó.
-Nos importa un cuerno si quieres nuestra ayuda o no, no estás en condiciones de decidir nada, eres necia y tu orgullo no deja que aceptes ayuda, ¿Me puedes decir como harás para salir de ahí con tu familia sin ayuda? Quieras o no nos necesitas, no puedes expulsar al demonio que está en ti sola, me necesitas-
Gabriel se veía enojado de verdad, yo mordía la parte interna de mi mejilla, no podía perder tiempo discutiendo con estos hombres.
Hice un leve movimiento de la cabeza y me traté de poner en pie, las rodillas me dolían, Yuz me ayudó a llegar a la parte trasera de la camioneta, me puso el cinturón de seguridad y él también subió, Gabriel tomó el volante y de nuevo tomamos el rumbo.
Estábamos muy cerca de la casita, el sol estaba empezando a asomarse, todo el tiempo Yuz estuvo conmigo tomando mi mano y acariciándola de manera automática, estaba inmerso en sus pensamientos y miraba por la ventana por mero reflejo.

Y de pronto lo vi, ahí estaba el infeliz, estaba cargando gasolina en un pequeño comercio, sólo pude ver su espalda y el asomo de unos rizos oscuros, me paralicé y el alma se me fue a los pies, era Israel, se le veía tan tranquilo, como si no hubiera ofrecido el alma de su primogenita, maldito, las ganas de soltarle una patada en la cara me estaban llenando por completo.
-¡PARA, PARA!- Mi grito puso alerta a Gabriel y Yuz.
-¿Qué? ¿Qué tienes?- Gabriel volteó a ver si estaba bien.
-Ve por el retrovisor Gabb, mi papá está cargando gasolina, el muy hijo de perra...- Inyecté tanto veneno como pude a las últimas palabras.

-Yo lo mato- Yuz estaba a nada de bajar de la camioneta cuando lo tomé del abrigo, y con la poca fuerza que me quedaba lo volví a sentar. -No, hay que seguirlo y en cuanto tengamos la oportunidad lo acorralamos y le sacamos la verdad, más adelante hay una vereda solitaria, hay que esperarlo ahí- Yuz tenía los puños apretados sobre su regazo, el color blanco de su piel se estaba empezando a tornar roja, alcancé a acariciarle la incipiente barba.
-Amor, no te desesperes- Mi voz era un susurro, mis labios y boca estaban por completo secas.

-Entonces, vamos para allá ¿Se esncuentra sólo?- Gabriel asomó la cabeza por el auto -Sí, está sólo-
Sentía la sangre hervir, se sentía la tensión en el aire, todos estábamos callando lo que en verdad sentíamos, lo que le queríamos y deseábamos hacer a aquel sujeto.

"En mis entrañas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora