Capítulo 10

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Cada paso para acercarme a la cacerola es una tortura. Hace años que no sentía ese dolor de piernas luego de sobre exigirme al entrenar, no lo extrañaba sinceramente.

Lorraine me entrega dos hojas de cuaderno, una encima de la otra y con una cuchara -que asumo que es suya, ya que no trajimos ningún tipo de cubiertos desde el comedor- me hecha dos cucharadas de arroz, luego Kate me da un tercio de un tomate para que no sea arroz solo.

-Está demasiado desabrido – se ríe Christopher – pero no me quejo. Sigue estando buenísimo.

-Lo sé – responde – no vi sal por ninguna parte.

Algunos están comiendo con cubiertos y otros solo con la mano. Yo soy una de las que come con la mano. Debería dejar de pedir cubiertos desechables en la cafetería. Si volvemos a como estábamos antes, traeré los míos.

Anne está frente mío, pero al otro lado del salón.

No me doy cuenta cuando Alexander se sienta a mi lado con sus dos hojas con arroz y un tercio de tomate. Jamie está sentado con los pies colgando encima de unos de los pupitres. Su rostro muestra una gran sonrisa que crece con cada bocado que da. Me da ternura, involuntariamente me hace sonreír.

-Te escucho – me mira – cuéntame qué pasó.

La sonrisa se desvanece de mi rostro. Suspiro.

-Un chico que dijo ser excompañero de tu hermana golpeó a David en la cabeza con un fierro – levanta sus cejas sorprendido mientras con sus dedos lleva un montón de arroz a su boca – lo noqueó y tuve que andar con él en mi espalda desde la cafetería hasta aquí.

-¿Y lo lograste? – sus ojos se abren como platos.

-Aquí estoy ¿no? – me encojo de hombros mientras mastico un pedazo del tomate – Ante situaciones desesperantes, medidas desesperadas. No me podía dar el lujo de no lograrlo – sonrío un poco – Ahora me duelen las piernas, pero estoy bien. – Pienso un segundo – El que lo golpeó sabe que eres hermano de April y sabe que soy tu amiga. Estaba molesto porque le sacamos cosas, y yo le devolví el golpe en la cabeza. Sinceramente me da un poco de cosa que sepa dónde estamos.

No me dice nada. Debe estar pensando lo mismo que yo, pero me da la impresión de que no lo quiere decir porque no quiere que así sea. Siempre hace eso, cuando no quiere que algo sea como piensa, no lo dice, así tiene menos probabilidades de "volverse" real, lo único malo es que por no decirlo no se hace menos posible.

-También – bajo la voz, más bajo que un susurro – me encontré con mi madre.

Casi de forma inmediata voltea su rostro hacia mí, lo miro a los ojos y no puedo evitar que se me llenen con un poco de lágrimas. Me tiene lástima, no me hagas eso, maldición.

-Me dijo que mi padre se contagió con el bicho asqueroso que está volviendo locos a todos – Intento no llamar la atención de Anne. Si bien el ruido de los demás conversando me camufla un poco, no me confío. – Y bueno, ella no quiso venir, porque según ella también lo estaba – Saco el papel del bolsillo de mi falda y se lo entrego. – Me dio esto, me dijo que confiara en ella y que lo usara. No tengo idea si ese número aún funciona.

-Pues hay que probar ¿no? – dice desdoblándolo.

-Me dijo que lo hiciera en un lugar seguro. No puedo hacerlo aquí, ni si quiera funciona mi portátil.

Lo observa igual de extrañado que yo. Quizás que está pensando.

El último en recibir su porción de arroz es David, al parecer si puede mover las piernas. Qué bueno, creí que tendríamos que cargarlo para siempre a partir de este momento. Christopher se mantiene atento a él en todo momento, por si siente ganas de vomitar; por culpa del golpe en la cabeza.

Jóvenes Supervivientes: Génesis [EN EDICIÓN x CREADORA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora