Capítulo 32

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Aún no puedo dejar de pensar en Lilliam. Cada minuto que pasa es cada vez más sombrío que el anterior. Llevo tres días sin ella y aún no puedo dejar de pensar en mi pequeña hermanita. El haber podido salvar a Caroline cuando estuvo en problemas con un maniaco, en realidad lo hice porque pensé que era Lilliam, al inicio sabía que era Caroline, cuando le dije a Audrey donde estaba, pero cuando la tome por la espalda para poder alejarla de ese imbécil, yo ni si quiera dudé en que fuera Lilliam, yo sabía que era ella. Cuando por alguna razón necesito hablar con Lilliam, nombro a Caroline por ese nombre y le converso a ella, tardo varios segundos en darme cuenta de que en realidad no se trata de mi hermana, sino, de la de Audrey. Me estoy volviendo loco.

-Estamos llegando – oigo decir a Audrey – Esperemos que los demás estén allí antes que nosotros o les juro que les voy a moler el culo a patadas.

Me río un poco. Algo bueno que tiene estar con Audrey es que con sus comentarios sarcásticos o "graciosos" -si no fuera porque la conozco muy bien, creo que me molestaría bastante con ella por todo lo que hace y dice- me mantiene distraído, lo bastante como para olvidar, aunque sea por unos minutos el dolor que siento.

-¿Crees que estén más adelante que nosotros? – pregunta Bradley.

-¡Oh! ¡Claro que deben estarlo! – responde con toda la seguridad del mundo Audrey – Porque si no lo están...

-Les moleras el culo a patadas – completa su frase Caroline – Si, si... Ya te oímos.

-Eres alguien muy desagradable – dice Audrey.

Las llantas que ruedan sobre el pavimento y la música que sale de los parlantes, gracias a un disco de Country que encontramos en una de las cajuelas me mantienen despierto. No he descansado mucho a pesar de que me han dejado dormir y no he necesitado hacer guardia ninguna noche. El paisaje café a nuestro alrededor se ve igual en todo momento, no tiene mayor importancia y lo único en lo que concentro mi vista es en seguir los cables que se conectan con cada poste y hacen la forma de una "u" por la manera en que cuelgan.

-¡Miren! – la voz aguda de Audrey y su brazo que pasan entre los dos asientos delanteros hasta llegar casi al parabrisas me distraen completamente - ¡Se los dije! ¡Iban a estar aquí! – al mirar hacia delante lo único que puedo distinguir son personas, pero no reconozco quienes son - ¡Detén el auto Bradley! Pueden confundirnos con alguien más.

De a poco Bradley comienza a disminuir la velocidad y cuando se detiene completamente lo primero que Audrey hace es pasar por encima de su hermana y abrir la puerta para salir enseguida. En cuanto está de pie, un grito muy agudo que pareciera salir de lo más profundo de su alma pronunciando lo que parece ser el nombre completo de Sarah hace que mis ojos se abran por completo ¿Y esta se olvidó de la existencia de los maniacos o qué? Observo como sucede todo desde dentro del vehículo; las piernas de Audrey son las primeras que se mueven en dirección hasta ellos y la primera en reaccionar desde el otro lado es Sarah. Ambas corren, para en mitad del camino de cada una, abalanzarse sobre la otra para finalmente caer al suelo como dos sacos llenos de plomo. Eso debió doler. La escena de alguna forma me consuela, no sé de qué, pero lo hace. No sabía si aún los íbamos a encontrar con vida, pero aquí están los malitos.

Cuando Caroline cierra la puerta trasera, Bradley se dedica a avanzar lentamente hasta donde están ellas, hacerlas subir y seguir avanzando hasta donde están los demás. La única persona de la que me falta saber algo es Lorraine, pero ya que no está en este lugar y tampoco estaba con nosotros, puedo suponer que es lo que sucedió con ella. Mierda.

-Chris, maldito – Alex es el primero que se dirige hasta mí, yo lo recibo con la mano extendida, solo para chocarlas, pero él se encarga de darme un abrazo.

Jóvenes Supervivientes: Génesis [EN EDICIÓN x CREADORA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora