Capítulo 19

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Su rostro me indica extrañeza, no lo entiende del todo. Si me bombardearan con información sobre lo que podemos hacer con nuestras vidas, pero esa fuente no es de confianza además de por la madre de una de mis amigas, yo tampoco sabría qué pensar.

-¿Y qué le dijiste? – me pregunta.

-No le alcancé a decir nada, me terminó la llamada antes de que pudiera darle alguna respuesta – digo – de hecho, tengo más dudas que antes y ni si quiera me dijo su nombre como para decirlo para cuando llegásemos – la veo soltar una risita inocente.

-No te culpo. Pero creo que tu madre conocía a los padres de ella. Ella lo dijo. – está pensativa – A lo mejor tu madre no sabía qué te iba a responder una pendeja de quizás qué edad.

-Sonaba mayor que nosotros – sonrío un poco.

-Para tu mamá sigue siendo una pendeja – se encoje de hombros y apoya su espalda en la pared.

-Y por esa misma razón no sé si confiar en mi madre respecto a esto – Audrey me mira – ¿y si a los que conocía mi madre ya están muertos?

-Cuando me contaste lo que te había dicho, dijiste que "nos estaban esperando" – hace comillas en el aire con sus dedos – eso quiere decir que también los están esperando ellos – me mira directamente a los ojos – aparte, tu no le dijiste que tus padres ya no estaban vivos, eso quiere decir que ella no lo sabe ¿me equivoco?

De alguna manera tiene razón. Le niego con la cabeza y miro hacia otro lado. Audrey tiene un lado analítico del que no me había dado cuenta antes, o al menos, no sabía que era tan profundo. Creo que estoy empezando a conocer un lado de las personas que me rodean que antes no sabía que existía. ¿Qué cosa pensarán los demás que es nuevo en mí? Se me escapa una sonrisa que me duele hacerla, ¿pensarán quizás, que soy capaz de matar si pude hacerlo con mi padre? Mierda. Qué cruel y maldito sería eso, quizás por esa razón todos se quedaron en silencio y me miraron cuando llegué a la cocina esa vez a recibir esos malditos fideos.

-Me está empezando a dar hambre – escucho decir a Lorraine – Sarah, – interrumpe lo que estaba pensando y de alguna manera, le estoy agradecida – ¿está bien si preparamos algo para comer? ¿o es muy luego?

-Está bien – respondo volviendo a poner mis pies en la tierra –de hecho, también siento un poco de hambre. Ocupa lo que quieras – le sonrío achinando los ojos.

-Tu sonrisa es más falsa que mi pelo rubio – dice Audrey una vez que las tres chicas se retiran de la sala.

-Pero tu pelo es castaño – me extraño.

-Por eso mismo lo digo. – sus ojos ruedan y miran hacia otro lado – creo que deberías dejar de torturarte tanto, te conozco, Sarah, desde hace años y tengo la leve impresión de que te estás echando para abajo diciendo que todo esto es culpa tuya cuando en realidad no lo es.

No le respondo, está en lo cierto, pero no quiero que lo sepa. Se levanta, estira un poco su espalda colocando los brazos hacia atrás y camina hacia fuera de la sala. No me dice nada más, solo se va. Estoy sola. No quiero estarlo. Me dijo todo eso, pero no sabe que de verdad lo estoy intentando. Las manos comienzan a sudarme y a tiritar, mierda, no quiero esto, pero es difícil no pensar, es como si mi mente tuviera una vida propia y decidiera por mí. Decido levantare y pasearme, comienzo a agitar las manos y a resoplar para poder tranquilizarme y funciona, aunque sea un poco. ¿Qué quiero hacer ahora? O dicho de otra forma ¿Qué debería hacer ahora? Camino por el pasillo principal buscando a alguien que esté tan perdido como yo para poder conversar, en la cocina se encuentran las cuatro que estaban antes en la sala de estar conversando mientras preparan algún tipo de masa, también están con ellas Lilliam y Caroline, prefiero no distraerlas. Escucho voces viniendo desde el comedor, me volteo y me dirijo hacia allá; Abril, Chad, Bradley, Chris, David y Brian están jugando con cartas mientras Erick los mira con detenida atención. Cada uno sentado alrededor de la mesa, lo suficientemente separados para no poder anticipar las jugadas del otro. La sala del comedor es de color blanco, pero al estar con las cortinas cerradas se torna oscuro e idóneo para pensar que son algún tipo de mafia; el candelabro colgante en el techo y las flores blancas plásticas en ese florero de vidrio al centro de la mesa de madera oscura, les da un toque bastante peculiar. Me los imagino de terno y corbata, con sombreros negros tapando sus ojos y con un cigarro en la boca cada uno; de alguna manera se me hace agradable a la mirada.

Jóvenes Supervivientes: Génesis [EN EDICIÓN x CREADORA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora