Capítulo 3.

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- Lo lamento- el sonrió

- Al fin entra en...- lo interrumpí.

- Lamento que el señor Welker deje a un idiota como usted la presidencia.

- ¿Cómo se atreve?- dijo muy sorprendido.

- ¿Era todo lo que necesitaba? porque tengo mucho que recoger.

Salí de la oficina totalmente enojada, bueno, también triste porque ya perdí el trabajo por el que tanto me esforcé.

- ¿Qué pasó Sara? - me preguntó preocupada Melissa cuando me vio salir de la oficina.

La abracé fuerte y ella me correspondió.

- Creo que ya no nos veremos más en el trabajo- dije sonriendo.

- ¿Por qué?

- Me acaban de despedir.

- El señor Welker nunca haría eso.

- Lo sé, pero el nuevo presidente es su hijo, el tipo al que le tiraste el café.

- ¡Dios!, esto pasó por mi culpa ¿verdad?.

- Claro que no, soy adulta y tomo mis decisiones.

- Si tú te vas, yo también.

- Tú no te vas, tu familia necesita el dinero.

- Pero eres mi amiga y no te dejaré sola.

- Prométeme que no vas a renunciar y mejor ayúdame a empacar todo.

- Pero...- la vi con cara de "no acepto un no"- está bien.

Entramos a mi oficina a guardar todo y entre risas que me hicieron olvidar esto, terminamos.
Al salir de la oficina vi al señor Welker que venía para acá y me miró confundido.

- ¿Te mudas de oficina?

- Emmm...

- La acaban de despedir- dijo mi amiga y yo la fulmine con la mirada.

- ¿Eso es cierto? - dijo serio, pocas veces lo he visto así.

- Sí, pero no se preocupe...- no me dejó terminar.

- Él me va a escuchar, será el jefe, pero no puede llegar y despedir a alguien en su primer día.

- Técnicamen...- me miró como diciendo "cállate" - está bien, no dije nada.
Se fue a la oficina de su hijo.
Espero no ocasionar problemas, yo fui la que no quiso disculparse y no me arrepiento, pero si el señor Welker me defiende va a parecer que fui corriendo con el chisme para que me defienda.

- ¿Por qué le dijiste?

- Lo lamento, pero él puede evitar que te despidan.

- Ya te había dicho que yo soy responsable de mis acciones, ahora espero que esto no salga mal.

- Despedida ya estás, ¿Qué más te puede pasar?

- No sé, tal vez que el señor Welker peleé con su hijo y se divida la familia.

- Ya, tranquila, mejor vamos por un té para que te relajes.

- Está bien.

Llegamos a la cafetería de la empresa y pedimos dos tés y nos sentamos en una mesa.

- Creo que moriré sola - dijo dramáticamente mi amiga después de contarme el desastre de cita que tuvo ayer.

- Tal vez no es el momento, relájate, ya llegará el indicado.

- ¿Y tú? ¿para cuándo una cita?

- Eso no va a suceder, de lunes a sábado trabajo aquí y el domingo trabajo con mamá, no tengo tiempo.

- La vida es más que trabajo, sal y compórtate como la joven que eres.

- Creo que después de hoy tendré mucho tiempo para eso - dije riendo.

- Ya verás que el señor Welker solucionará todo, es más, creo que es hora de regresar y saber que pasó.

- Eres una chismosa, pero vamos.

No hablé de camino de regreso; ciento de imágenes de el señor Welker y su hijo peleando me pasaron por la mente, de mí siendo aún más odiada por Mart Welker, ya no sé qué pensar de cómo salió esto, pero creo que lo menos que sucederá es que regrese al trabajo.

Al llegar a la recepción vi al señor Welker salir junto a su hijo a la recepción.

- Todo listo señorita Sanderson- dijo el señor Welker - pasa a hablar con mi hijo a la oficina.

Esto en lugar de relajarme me asustó más, voltee a ver a Mel y ella solo me levanto el pulgar como signo de apoyo, no muy convencida fui a la oficina, me sentía como si fuera por mi sentencia.

- Cierre la puerta después de entrar - dijo el señor Mart - tome asiento.

Le hice caso y me senté en frente de él, yo ya estaba rogando salir viva de aquí.

- ¿Qué sucede?

- No te hagas la inocente, sabías que no te puedo despedir hasta dentro de dos años y por eso me hablaste así.

- ¿De qué habla?

- Finge que no lo sabes, pero no te creo nada y encima vas de chismosa con mi papá, claro, como ya no pudiste contra mí, fuiste a hacerte la víctima.

- No le voy a permitir que me hable así por más mi jefe que sea.

- ¿Qué vas a hacer? Contarle a mi padre, adelante, pero que te quede claro que te voy hacer la vida imposible hasta que renuncies.

- Sabe que no desisto fácil, buena suerte.

- Te diría lo mismo, pero yo no te deseo suerte, ya puede regresar a hacer lo que es su trabajo.

Regresé a acomodar todas mis cosas y continuar con los pendientes, porque dudo que el señor Welker vaya a las juntas planeadas de hoy.

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Perdón por apenas subirlo, pero apenas pude hacerlo.

Espero les guste.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora