Capítulo 24.

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Narra Mart

Despierto y noto un peso en mi pecho, abro los ojos para encontrar el motivo de ello y me encuentro la mejor imagen que pude encontrar al despertar.

Sara estaba recostada en mi pecho, con un su cabello desordenado y su rostro transmitiendo mucha paz, quisiera despertar así cada mañana.

Ella comienzan a despertar un poco confundida hasta que su mirada da con la mía y se sonroja, retiro lo dicho, verla sonrojada es mejor.

- Buenos días bella durmiente- bromeo.

- No puedo creer que dormimos aquí.

- Sí, creo que ver la fogata no era la cosa más interesante, aunque no fue buena idea, me duele la espalda.

- Que delicado, yo dormí muy bien.

- Tal vez porque dormiste encima de mí- le recuerdo.

Sara se sonroja aún más y voltea la mirada como una niña regañada.

- En mi defensa debo decir que no lo hice consciente, ahora levántate, tenemos que comer - ella se levantó y fue a la cocina.

- Oye, espérame y no cambies de tema.

Me levanto yo también, voy a dónde ella para seguir molestando y ayudarle un poco con la comida.

Cada vez voy mejorando en cocinar, pretendo cocinar bien para la sorpresa que le daré a Sara.

- Ven y ayúdame a picar esto - me dice ella sacándome de mis pensamientos

- ¿Ahora me das órdenes?- la cuestiono.

- Sí, mi casa, mis reglas- asegura.

- Eres malvada, pero está bien.

Ella estaba haciendo una masa para los panqueques y yo picaba las fresas, no pude evitar comerme una.

- Son para el desayuno, así que no te las comas - me regaña Sara.

- Vaya que sí eres mandona.

Acomodé los platos mientras terminan de hacerse los panqueques, Sara los ama, así que los hizo.

Nos sentamos a comer y ella rompió el silencio.

- Si no te molesta, quiero ir a un lugar antes de que nos vayamos.

- Claro que no, vengo a conocer más de ti y cada lugar de aquí te trae recuerdos.

- Perdón por estar melancólica, es solo que siento que aquí está mi abuela y antes de irme quiero ir a su lugar favorito para despedirme - su rostro se ilumina al hablar de su abuela.

- Debió ser una persona maravillosa.

- Sí, era un ángel, su muerte nos trajo las peores crisis- suspira, sé que aún le cuesta hablar de esto.

Intento acercarme para consolarla pero se aleja y me sonríe.

- Mejor vamos ya porque se nos hará tarde- me dice.

Limpiamos la cocina de manera rápida para después tomar camino a... No sé exactamente dónde.

No entiendo qué sucede pero ella se aleja y se va por delante de mí, todo el camino está lejana.

La conozco y sé que está mal por su abuela, pero también sé que no es de las personas a las que les gusta demostrar que esté mal, puede tener el peor día de su vida y ella puede seguir fingiendo que está bien.

Llegamos a un lugar maravilloso dónde hay muchas aves, son maravillosas, se encuentran de todo tipo, tamaños y colores.

Volteo a ver a Sara y ella tiene la mirada fija en un ave, era la más pequeña de todas, pero sus colores eran cautivantes.

Mis pensamientos son interrumpidos al escuchar un sollozo, Sara se encuentra sentada en el suelo, llorando. Verla así es horrible, saber que la persona que amas está mal y no saber qué hacer da una enorme impotencia.

Así que hago lo único que se me ocurre, la abrazo, sé que no va a ayudar mucho, pero no se me ocurre algo mejor.

- La extraño tanto- dice entre el llanto- ella siempre sabía que decirme cuando tenía crisis.

- Ella está siempre en tus recuerdos, sé que no le gustaría que cada que la recuerdes te pongas mal.

- Gracias por estar aquí, sé que no es exactamente lo que tenías pensado.

- Siempre voy a estar para ti, incluso si un día no quieres ver a nadie, yo voy a estar allí y sí, no es lo que tenía en mente, pero es mejor, porque ahora te conozco complemente y es mejor que todo.

Beso su frente y ella esconde su cabeza en mi cuello, espero a que ella poco a poco se tranquilice.

Me duele verla tan vulnerable, ella que siempre está para todos y nuca se detiene, que nada le afecta, porque al parecer lo que le decía solo incentivó sus ganas de estar allí, pero verla aquí, así, me hace sentir culpable.

- No me mires- habla Sara.

- ¿Qué? ¿Por qué?- pregunto confundido.

- Debo verme horrible después de tanto llorar y tú me ves mucho - voltea su rostro.

- A ver, levanta el rostro.

- ¿No me escuchas? dije que me veo fatal.

- Y yo te dije que levantes el rostro, vamos, anda.

Pongo la mano en su mentón y la levanto poco a poco.

Sus mejillas y nariz están rojos al igual que sus ojos, sus ojos rojos y sus mejillas con algunas lágrimas que limpio con mis pulgares.

- Te ves hermosa, no te diré que es bonito verte llorar porque estaría mintiendo, pero siempre te ves deslumbrante.

- Eres un mentiroso- responde como niña pequeña.

- ¡Hey! no soy mentiroso y menos contigo, así que ahora regálame una sonrisa o te haré cosquillas.

Ella no responde, así que comienzo a hacerle cosquillas hasta que la escucho reír.

Después de un momento la dejo y  va sonriendo de manera tímida, cuando menos lo pienso me empuja y se separa del abrazo dejándome confundido.

- Eres un tramposo, la riza por cosquillas no cuenta.

- Sí, claro que sí.

- Que no.

- Bueno acepto mi trampa si me das un beso.

- No, ni lo pienses, no te daré beso hasta que seamos pareja- dice muy segura.

- ¿Acaso me estás manipulando para que te pida ser mi novia?

- ¿Qué? No, me refería a que- se sonroja y habla rápido - que no es correcto besar a alguien a menos que sean pareja.

- Nuca dije que en la boca- digo en tono coqueto.

Ella se sonroja más y no puedo evitar reír por lo incómoda que se ve en este momento.

- Es tu culpa por no especificar, pero igual no te daré nada.

- Eso cree usted señorita Sara - rápidamente le soy un beso en los labios y me alejo.

- Mejor regresemos a la cabaña o te juro que no te dejo entrar.

Así regresamos a la cabaña entre risas y bromas, esa es la Saga que conozco, empacados todo y emprendimos el camino de regreso.

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Amo este capítulo, no sé ustedes, pero me da como mucha ternura y demuestra el apoyo de pareja, que no importa que no sepa qué hacer para ayudar mientras estén allí.

Muchas gracias a las y los que leen y por sus hermosos comentarios, me encantan.

Mi jefe es un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora