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-Ambos hombres iban en la patrulla, ninguno de los dos decía nada, estaban como una tumba. Carlos sonrió y sin mirarlo al hombre comenzó a hablar-

-Puch: Ahora tus hijos y tu esposa van a poder dormir tranquilos.

-El hombre lo miró con rabia y lo agarró de la camisa acercándolo a él mientras Robledo comenzaba a reír a carcajadas-

-Escuchame hijo de puta, te voy a matar entendiste? TE VOY A MATAR.

-El oficial los separó bruscamente a los dos, enojado los miró a los dos hombres, Robledo se quedó callado mientras que el otro balbuceaba-

-Policia: Dije que se callen, ¿No entendieron?

-Llegaron a la comisaría y los oficiales los bajaron a los dos agarrándolos del brazo, entraron al lugar y habían varias personas allí, los miraron fijamente, hasta que los llevaron a una celda, uno alado del otro-

-Empujaron a Robledo adentro de la celda, este se recostó contra la pared observando la oscuridad de esas frías paredes de cemento puro-

-Al otro día Carlos se levantó con un fuerte ruido, era el policía se turno golpeando la reja de la celda-

-Policia: Levantate bella durmiente, vas a hablar con el juez.

-Robledo se levantó rápidamente y extendió sus manos hacia delante esperando a que le pusieran las esposas-

-Puch: ¿Y para qué tengo que hablar con un juez? Fue una estúpida pelea. ¿Nunca te pelaste?

-Policia: Callese y acompañeme.

-Carlos salió de la celda y se lo llevaron a una oficina en donde había un hombre sentado en una silla y frente a él había otra-

-Juez: Sentate.

-Puch: ¿Pero por qué? Fue una estúpida pelea.

-Juez: No te pregunté, te dije que te sientes.

-Este se sentó y se cruzó de brazos mirando fijamente al tipo, su mirada era un tanto intimidante-

-Juez: Contando con las denuncias que son varias y ese acto de salvajismo hacia su vecino, va a tener que cumplir una semana acá, en la celda.

-Robledo ni se inmutó, simplemente respondió con calma, una semana no era tanto-

-Puch: ¿Y el otro idiota qué?

-Juez: Él se va a quedar hasta la tarde, nunca lo denunciaron.

-Puch: Es una idiotez lo que están haciendo, pero como no tengo como probar que no hice nada, entonces solo lo voy a aceptar.

-Robledo se levantó de la silla y se paró enfrente a los oficiales extendiendo nuevamente sus manos hacia delante, le pusieron las esposas y se lo llevaron se nuevo a su celda-

-Pasaron un par de horas y se hicieron las once de la mañana, este seguía recostado contra la pared mirando a un lugar fijo sin hacer un solo sonido-

-Un oficial se acercó a la celda y lo miró abriendo la puerta de la celda del chico, Robledo se levantó y le volvieron a esposar-

-Policia: Tiene visita.

-Puch: Que bueno, ¿podría hacerme un mate y un paquete de pepas?

-Este empezó a reír y lo llevaron hasta la sala de visitas, ahí estaba Mónica con el corazón en la garganta y las lágrimas que estaban a punto de salir-

-Monica: ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué seguís haciendome esto, no te importa mi bien estar?

-Robledo se sentó en la silla que estaba del otro lado del vidrio que los separaba a ambos. Su expresión era tranquila, no estaba nada apenado con lo que había hecho-

-Puch: No empieces Mónica, ese pelotudo me tenía las bolas en el piso y le di una trompada y listo, y ahora me tengo que fumar una semana entera en este basurero.

-Monica lo miró con impotencia, sus lágrimas caían y caían, juraría que si no había nada allí lo hubiera golpeado-

-Puch: No llores, no me voy a pasar toda la vida acá, solo es una semana, siete días de vacaciones.

-Este dejó salir una leve carcajada y cruzó sus brazos contra su nuca. Mónica lo miraba fijamente sin decir nada, se levantó de la silla y se secó las lágrimas-

-Monica: Espero que estando solo una semana encerrado como perro, te des cuenta de la gravedad de las cosas.

-Monica se dió la vuelta y caminó hacia la salida con sus ojos aún lagrimeando. Robledo le silbó y sonrió-

-Puch: Eu amor, traeme ropa, esta ya está mugrienta.

❝ 𝐋𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐚𝐬𝐞𝐬𝐢𝐧𝐨 ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora