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-Pasaron los días que faltaban para que saliera de la penitenciaría. Agarró su bolso con ropa y salió a la entrada principal donde estaba ibañez recostado con los brazos cruzados contra el auto Dodge de Robledo-

-Ibañez: ¿Te gustó la vida de recluso? Ja

-Puch sonrió y suspiró, se sentía libre sin que nadie le regañara si llegó temprano a la celda o si se peleó con alguien. Este saludo con un apretón de manos a su compañero y se subió al auto dejando que Ibañez manejara-

-Puch: Ya estaba podrido de estar ahí adentro, vinieron Jaz y Mónica a verme y salieron todas con los pelos de punta. Ja

-Llegaron a la casa de Carlos y estacionaron el auto en la vereda. Robledo y Queque entraron a la casa y no se encontraba Mónica allí, suponía que se había ido a la casa de su madre como siempre-

-Buscó algo en la heladera, había un guiso más podrido que si vida y un pedazo de bizcochuelo frío. Lo agarró y comenzó a comerlo, tenía la boca llena, miró a Ibáñez y sonrió con la boca llena, extendió su mano con un pedazo de la torta-

-Ibañez: Sos un asco, que querés que te diga.

-Robledo tiro la torta al basurero como si fuera una pelota de básquet, claramente no acertó-

-Puch: Me voy a bañar y cambiar, alto olor horrible tiene esta ropa, esperame en el sillón.

-Este subió la escaleras en dirección al baño, se sacó la remera y los pantalones, abrió la llave y comenzó a bañarse cubriendo de jabón su cuerpo-

-Al enjuagarse notó que tenía un golpe color morado en su torso causado por la pelea en la cárcel, pero varias veces había recibido golpes, no era el primero-

-Salió de la ducha en bolas, no había llevado toalla, entró a la habitación y se secó, se puso un jean negro con un cinto un poco ajustado, por dentro del pantalón dejó los bordes de su camisa a cuadros, se puso zapatos y se secó con brusquedad su cabello-

-Odiaba los rizos que se le formaban al secarse su cabello, por lo cual agarró una de las coletas de Mónica y se hizo un pequeña colita, dejando dos pequeños rizos en su frente los cuales se formarían-

-Salió de la habitación y bajó las escaleras aparandose a un lado de Ibáñez sin decir absolutamente nada. Ibáñez lo miró y esbozó una sonrisa comentando con ironía-

-Ibañez: Ya se vistió la princesa, dale vamos, tenemos que llevarle algunas cosas del taller al jefe.

-Salieron nuevamente de la casa, Robledo y su compañero subieron al auto, Ibáñez manejó en dirección al taller de autos que estaba a pocas cuadras. Bajaron del auto entrando a este lugar, había hombres por todos lados completamente sucios-

-Robledo iba caminando callado detrás de Ibáñez, hasta que entraron en el local y encontraron al hombre con quién ibañez quería hablar, este le debía plata que nunca le había pagado-

-Ibañez se sentó en la silla mientras Carlos estaba con las manos en el bolsillo sentado alado de él-

-Ibañez: ¿Ya tenés mi plata? Tengo que pagar algunas cosas.

-Tipo: No, dejame unos días más, no tengo toda la plata todavía, déjame hasta el finde semana.

-Ibañez sonrió de lado y golpeó con fuerza la mesa inclinándose Haci delante-

-Ibañez: Escúchame gorda teton, me vas a pagar cada centavo.

-Este se levantó de la silla y movió la cabeza hacia un lado indicándole a Robledo que lo siguiera, salieron del lugar y subieron al auto-

-Robledo: ¿Qué te debía?

-Ibañez encendió el auto y negó con la cabeza sin mirarlo-

-Ibañez: Ese pelotudo nunca le pagó lo que me debía de un favor que le hice, pero ya lo voy a solucionar.

❝ 𝐋𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐚𝐬𝐞𝐬𝐢𝐧𝐨 ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora