|¿Y si fuera él?|
~ 6 ~
Final de temporadaLlegué temprano a la cita: recién daban las 4:00 pm. Robert llegaría media hora después. Estar esperando su llegada me ponía los nervios de punta, sobre todo porque no dejaba de recitar en susurros lo que le diría, intenando aprenderme todo de memoria para no equivocarme frente a él; ¡no quería titubear! Sabía que mis nervios me traicionarían, debía estar preparada.
—¡Pamela!—volteé a ver al hombre que me llamaba, sintiendo que mi corazón daba un vuelco innecesario: era John, no el hombre que tanto ansiaba ver—. ¿Qué haces tan sola?—se sentó a mi lado, empujándome, ¿qué no había suficiente banca? Es más, el parque era inmenso, ¿tenía que sentarse justo donde yo estaba?
—Estoy esperando a alguien—estaba esforzándome en no ser grosera.
—¿Ella o él?
—¿Perdona?
—No finjas demencia, Pamela—rió—. ¿A quién esperas?
—A un amigo, quedamos en comer juntos.
—¿Y ese amigo tuyo...?—me miró esperando que respondiera una pregunta que no había formulado y que yo no tenía idea de cómo terminaba. Carraspeé, necesitaba información extra—. ¿De dónde es tu amigo?
—Estudié con él en la secundaria—sonreí, me gustaba recordar esos tiempos—. Ahora es ingeniero, uno muy bueno, por cierto. Se empeñó en tener una buena preparación.
—Wow, con qué pasión hablas de él—parecía burla—. ¿No estarás enamorada de él, verdad, Pam?
—¿Tendría algo de malo si me enamorara de él?—John se irguió y mostró una sonrisa burlona.
—Significaría que tengo competencia.
—No sabía que había una—él alzó la ceja y cruzó las piernas, ¡qué pose de galán! No pude evitar sonreír, aunque estaba haciéndome enojar, John seguía gustándome mucho—. Pero creo que no fuiste un digno competidor.
—Sabes que no podría competir por ti: estoy casado, mi condición me impide cortejarte.
—Cuando te dije lo que sentía por ti, parecía que no tenías impedimentos; podría concluir que serví para fortalecer tu ego.
—No puedo permitir que pienses eso de mí—bajó la guardia—. Eres una chica hermosa que se merece el mundo entero, algo que no puedo darte, ¿para qué retenerte? No puedo ser tan egoísta.
—Pero sí puedes darte el lujo de ser un cínico—reí—. "Agua que no haz de beber, déjala correr", ¿por qué no hiciste eso desde un inicio? Me diste alas, John, y era lo que menos necesitaba—él iba a justificarse, pero puse mi mano sobre su pecho para detenerlo—. Ya no importan tus excusas, no las necesito, está bien, también fui culpable de esto por haberme acercado a ti con intenciones indebidas—suspiré—. En verdad lo lamento y te ofrezco una disculpa por ello.
—¿Eso quiere decir que ya no me amas?
—Nunca lo hice—susurré, causando su sorpresa—. Me gustas, pero jamás pasé de ese nivel. Y ahora me alegro de no haberlo hecho y de que tú jamás me hayas dado oportunidad a eso.
—Eso sí lastima mi ego—rió—. Pero tu sinceridad es admirable, una que yo no tuve, Pam, lo siento.
—Sabes que tienes poder entre las chicas, úsalo bien, John—sonreí—, no te aproveches de él—John hizo una sonrisa sincera, de esas que nunca había visto. Sin esperarlo, me abrazó; ¡cielos! Qué abrazo tan lindo, fue como... No, la verdad no sé describirlo, pero supe que con eso quedaba todo perdonado y podíamos continuar sin peso sobre nuestros hombros.
—Te quiero, Pamela—susurró a mi oído—. Y lamento haber sido un idiota contigo.
—Yo también te quiero, John—sonreí—. Perdono tus faltas y me disculpo por las mías—el abrazo se hizo más fuerte y ameno. Bien, podíamos seguir siendo mejores amigos... Creo.
—¿Pamela?—John y yo rompimos nuestro abrazo cuando escuchamos a alguien llamándome. Esa vez sí era Robert—. ¿Todo bien?—mi estómago y mi corazón dieron un vuelco ultra salvaje: ¡no, no estaba todo bien! Mis nervios volvían a atacarme.
—Robert—mi voz tembló, ¿por qué mi cuerpo decidió estar en mi contra?—, quiero presentarte a mi amigo John—Robert enarcó la ceja, pero cedió a estrechar la mano de John.
—¿Así que tú eres el famoso...?—carraspeé, no podía ser así de indiscreto—. Un gusto, John—infeliz, fue sarcástico, espero que John no lo haya notado.
—El gusto es mío—sonrió—. Espero no lo tomes a mal, pero debo irme—se puso de pie—. Pam estaba esperándote y no quisiera ser inoportuno—Robert sonrió y se sentó en el lugar que John había desocupado—. Hasta luego. Adiós, Pame, te veré luego—me levanté a darle un beso en la mejilla y un abrazo que reforzara nuestra plática.
—Tenemos un café pendiente—sobé su espalda y lo miré como si fuera la persona más importante del mundo.
—Y ya no me quedan excusas para negarme y hacerme el interesante—sonrió—. Te veo luego, Pam—se fue sin mirar atrás, justo como debíamos seguir.
—¿De verdad ese hombre tan feo te traía como una loca enamorada?—se burló Robert.
—No está feo ni me traía enamorada—reí, volviendo a sentarme.
—Pero sí te traía loca—bajé la mirada, no tenía defensa—. Ahora me arrepiento de todos los consejos que te di, ¡estaba ayudándote a conquistar a un hombre sinvergüenza y feo!—yo reí, creo que por mis nervios—. Hubiera sido mejor que fuera guapo, al menos le perdonaría todas las angustias que te hizo pasar.—¿Por guapo?
—Tienes razón, es mejor así: si feo te traía loca, no me imagino hasta dónde hubieras llegado si él fuera guapo—le di un golpe en la pierna justo cuando se puso de pie—.Lamento no poder quedarme sentado en esta incómoda banca, pero tengo mucha hambre. ¿No te importa si nos vamos?—sí me importaba, las piernas me temblaban.
—De acuerdo, puedo hablar mientras caminamos.
—¿De qué quieres hablar?—esa pregunta fue como un hechizo mágico para que olvidara todo el diálogo que ya tenía ensayado. ¡Maldita sea! ¿Qué iba a decir ahora?
—No, espera, ¿para qué querías verme?—recuperé sólo un poco de mi seguridad y casi toda la fuerza de mis piernas.
—Por el simple gusto—sonrió, mirándome—. De repente te volviste un pequeño motor en mi vida—juraría que estaba sonriendo como tonta, ¡qué bellas palabras! Eso me había devuelto toda la seguridad—. ¿Tú para qué querías verme?—me miró, insistente—. ¿No será por...?—enseguida bajé la mirada, alarmando a Robert—. No tendrá relación con lo que hablamos la última vez que nos vimos, ¿verdad?—yo me detuve, sintiendo que iba a desmayarme en cualquier momento. Robert se detuvo y me miró con insistencia—. Vamos, Pam, ¿no es muy pronto para hablar de esto?—siguió caminando, sentí como si estuviera huyendo.
—Sé que pusiste un plazo y que estoy rompiéndolo, pero necesito hablar sobre esto, es urgente.
—¿Qué urgencia podría haber?—yo suspiré. Si comenzaba a hablar, ya no habría vuelta atrás y eso me ponía nerviosa.
—Voy a decirte algo muy importante—la voz me temblaba—. Necesito que me escuches, que no me interrumpas y que no te burles de mí: si lo haces, voy a tartamudear y a sentirme como una doble tonta. Por favor.
—De acuerdo, te escucho—carraspeó—. Intentaré no interrumpir.
—Bueno, pues...—suspiré—. Robert, este fin de semana mi salud empeoró, casi no sobrevivo, el doctor tuvo que tomar medidas casi desesperadas...
—Dices mucho "casi"—se burló.
—¡Cállate!—reí—. Estoy muy nerviosa, te dije que no me interrumpieras.
—Sigue, sigue, te quedaste en la parte de que sobreviviste—otra burla, eso no facilitaba las cosas.
—Bueno, pues... Hablé con el doctor, me dijo que mi salud se vuelve frágil con el tiempo—suspiré—. Le pregunté sobre cómo ayudaría el inicio de mi vida sexual—él carraspeó—. Dijo que no es la cura exacta, pero que sería de gran ayuda—la respiración se me cortó, ¿qué rayos estaba haciendo? No podía creer que estuviera ahí, con tanto valor reunido, ¡cielos!—. Robert, yo sé que no se ha cumplido el plazo que pusiste, pero...—cerré los ojos—. Mira, no tengo el mejor cuerpo del mundo y tampoco tengo experiencia, no sé si pueda complacerte—él respingó al escuchar eso—. Tengo muchísimos miedos y seguramente en ese momento me sentiré insegura, angustiada, temerosa, te pido que seas mi paciente guía, quiero aprender de ti.
—¿Qué se supone que tratas de decir?—detuve mi andar, obligándolo a hacerlo también. Apreté los párpados con fuerza, no me sentía capaz de mirarlo.
—Robert, acepto tu propuesta—oí cómo respingaba y se le cortaba la respiración, lo entendía, yo tampoco esperaba decir eso—: quiero que tú seas el primer hombre en mi vida.
Abrí los ojos, sonriendo a causa de los nervios y del valor que había reunido. Pero mi sonrisa se desvaneció cuando vi el semblante de Robert: su mirada hizo que toda esperanza se escabullera entre mis pies, el mundo había desaparecido y habia dejado al miedo en su lugar. ¡No podía equivocarme otra vez!
🍂🍂🍂🍂🍂Leo sus apuestas, ¿qué pasará con Pamela y Robert? Lo sabrán en el inicio de la segunda temporada de la historia 😉 Gracias a todos los que se tomaron el tiempo para leer.
Azul🍂
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¿Y SI FUERA ÉL?(ROBERT DOWNEY JR)(TERMINADA)
RandomLa salud de su mejor amiga empeora con el tiempo y la extraña solución es que ella inicie su vida sexual. Sencillo para cualquiera, excepto para Pamela: sus miedos y traumas de la infancia la detienen. Sabiendo que cuenta con la ciega confianza de l...