CAPÍTULO 3

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|La vida que robamos|
~ 3 ~

Me sentía un completo idiota estando en esa exótica sala de espera, era la señal absoluta de que mi desesperación llegaba a límites exorbitantes. Recordé el valor que Pam había adquirido después de que Gala había leído su futuro; no era el que esperaba, pero esa lectura la había motivado con una fuerza increíble para comenzar a actuar. Ella lo había hecho sin pedirlo, Gala se presentó ante Pamela con la oferta de la lectura... Yo fui a buscarla, era como si comprara valor pero, irónicamente, eso me hacía sentir cobarde.
—Buenas tardes—saludó una mujer mayor, rubia, regordeta—. ¿Quién es el siguiente?—pregunta más absurda, sólo estaba yo. Sonreí y me puse de pie—. Pensé que desistirías en cuanto te llamara, cielo.
—De ninguna manera. Vengo a que lea las cartas: quiero conocer mi futuro—Gala me miró, sonriendo ampliamente.
—Nunca había visto a alguien con tanta decisión—me cedió el paso a una habitación completamente normal: dos sofás individuales, uno frente a otro, con una mesita de centro entre ellos. Ya. Imaginaba que entraríamos a un lugar con cortinas de colores, cojines en el suelo, miles de varas de incienso por todos lados, una grabadora con música esotérica... Fue raro para mí que todo fuera tan normal—. Siéntate, cariño—Gala se adelantó para sentarse en el sofá más alejado a la puerta—. ¿Por qué quieres conocer tu futuro?—me preguntó mientras me sentaba.
—Porque mi presente es confuso, no sé qué hacer, quisiera saber qué pasos debo dar—hablé en voz baja, me sentía un imbécil estando ahí.
—Debo ser clara contigo—dijo mientras barajeaba las cartas—, yo leo el futuro de las personas pero éste puede cambiar de acuerdo a los pasos que den. Es decir, sabré lo que ocurrirá en el futuro si te mantienes firme, si no haces cambios; el futuro es caprichoso, cambia constantemente.
—¿Entonces de qué sirve saberlo?
—Si tu futuro no te gusta, puedes hacer algo en el presente para cambiarlo; si te gusta, permanece sin cambios. Para eso sirve saberlo—de repente quise salir de ahí, nada tenía lógica, pero mi curiosidad era mayor—. ¿Continuamos?—asentí, ya no estaba seguro de querer hacerlo, ¿pero qué le hacía? Ya estaba ahí. Gala me pasó las cartas para que las barajeara, ¿no ya lo había hecho ella? Se las regresé y sacó 5 para ponerlas sobre la mesa; las analizó sin hacer movimientos ni muecas que me indicaran qué tan malo podría ser—. Ya te había visto anteriormente—dijo, sin mirarme—. Estás ligado a la nieta de mi amiga, Pamela—abrí los ojos como platos, no podía creer lo que escuchaba—. Estás atravesando un duro divorcio, pensabas divorciarte desde antes de reencontrar a Pamela, pero cuando descubriste lo que sentías por ella, ese divorcio se volvió una urgente necesidad. ¿Por eso estás aquí?
—Usted lo sabe, le leyó las cartas a Pamela y supo que estaba enferma, una tontería que puso en riesgo su vida—Gala asintió—. Ella creyó en sus palabras: el hombre blanco que iba a salvarla, que le regresaría la esperanza perdida y que sería el hombre de su vida si ella no cambiaba su forma de ser—Gala volvió a asentir—. Pues su futuro le gustó y continuó sin cambios, le declaró su amor a un amigo, pero después llegué yo con mis estúpidas promesas y Pamela creyó que yo era ese hombre, el que sería el amor de su vida.
—¿Y quieres saber si estás en lo cierto?—asentí, sintiéndome un tonto—. ¿Para qué quieres saberlo?—me encogí de hombros, no iba a sentirme más tonto de lo que ya era—. Bueno, Pamela es la piedra angular: ella actuó siguiendo el futuro que le di, le gus...
—¿Yo era ese hombre blanco?—ya no pude más, tenía que saberlo.
—Sí, cielo, tú eras ese hombre blanco—sentí que me cayeron encima dos bloques de hielo—. En ese momento no lo supe, no tenía una imagen de los hombres que Pamela me propuso. Ahora que te veo, sé perfectamente que fuiste tú a quien vi.
—¡Entonces es una mentirosa!—exploté—. Si sus predicciones hubieran sido acertadas, Pamela y yo estaríamos juntos ahora, no estaría a punto de...
—Analicemos la situación—me pidió, tranquila—: Pamela actuó conforme a sus creencias, seguro hizo todo para retenerte; teniendo la idea de que tú serías su salvación y el amor de su vida, era obvio que haría hasta lo imposible por conquistarte, por tenerte a su lado. Pero tomemos en cuenta que tú estabas implicado en la ecuación: ¿hiciste lo mismo para retenerla o hiciste todo para alejarla?—bajé la mirada—. Aunque ella estuviera empeñada en la idea, desistiría en cualquier momento viendo tus reacciones, tus trabas, tus barreras. Yo puedo jurar que lo que hago es verdad, pero mi credibilidad pende de un hilo muy delgado, Pamela seguro dejó de creer en mis predicciones.
—¡Pero la curé! La curé, justo como usted dijo. Incluso tuvimos una hija hace tres semanas.
—¿Y eso era importante para ella?—maldita sea, ¿qué la bruja esta no dejaría que ganara una partida?—. El futuro de Pamela se canceló tal cual yo lo predije porque tú actuaste de modo diferente al que yo vi. Sabía que eras casado, pero vi que la amabas, ¿por qué actuaste diferente?
—Por miedo—suspiré—. ¿Cuál es el futuro ahora?—Gala miró sus cartas.
—Seguirás casado con una mujer que no amas, por miedo, precisamente. Podrías negociar los acuerdos del divorcio, a ella lo único que le importa es el dinero: necesita de alguien que la mantenga, no quiere trabajar, sólo dedicar su vida al hogar.
—¿Y Pamela? ¿Y mi hija?
—Hay un hombre con ellas, un hombre alto y delgado, dispuesto a protegerlas, que las ama sinceramente y sin reproches.
—Sí, el imbécil de Alan—bufé.
—Pamela se casará con él—aquello se escuchó como una sentencia.
—¿Irremediablemente?
—Quieres hacer algo al respecto, ¿verdad?—sonrió—. Como te dije, ese es tu futuro y puedes hacer algo para cambiarlo, pero debes considerar que también están las decisiones de Pamela.
—¡Yo soy el amor de su vida! Usted lo dijo, ¡es conmigo con quien debería casarse!
—Lo fuiste, sin duda, lo fuiste—asintió con los ojos cerrados—, pero cambiaste todo el futuro de ambos cuando preferiste que el miedo hablara, cuando le pediste que fueran amantes por conveniencia. Ya no significas nada en la vida de Pamela—me miró fijamente—. Hagas lo que hagas, tu significado no volvera a ser el mismo. Ahora es ese tal Alan quien ocupa tu lugar: Pamela está locamente enamorada de él.
Miré a Gala, buscando palabras, argumentos, ¡cualquier cosa!, necesitaba algo que la convenciera de lo contrario. No podía quedarme con esa respuesta como la definitiva. Pero por más que busqué, no encontré algo que pudiera convencer a Gala... Ni siquiera podía convencerme de que ya no había nada qué hacer.
—Me siento un imbécil—bufé—. Por estar aquí buscando respuestas.
—Tu desesperación es la que habla—sonrió ella—. Entiendo que estés aquí, soy tu última esperanza... Lamento haberla quebrado—volví a bufar, desesperado.
—Un momento—susurré—, usted dijo que el futuro puede cambiarse a partir del presente—ella asintió—. Pamela se casará con Alan, ese es el futuro que leyó—volvió a asentir—. ¿Y si detengo la boda?
—Cambiarías algo, pero recuerda que la decisión de Pamela es la clave—una última esperanza, nada perdía con intentarlo. Si ya había sido tan imbécil como para buscar respuestas en las cartas, la realidad era que no podía cometer una estupidez más grande. Detendría la boda de Pamela, haría todo lo que estuviera entre mis manos para convencerla de que su vida debía unirse a la mía, no a la del idiota del Alan.
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La desesperación de Robert llegó a niveles muy altos, porque dejó su incredulidad a un lado XD A ver si tiene la valentía de detener la boda de Pamela y de enfrentarse a Alan.
Gracias por leer.

Azul🍂

¿Y SI FUERA ÉL?(ROBERT DOWNEY JR)(TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora