CAPÍTULO 5

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|¿Y si fuera él?|
~ 5 ~

El doctor ajustaba por enésima ocasión el goteo del suero; contaba las gotas mientras veía su reloj, a veces desviaba su vista para sonreírme.
—¿Vas a portarte bien?—me preguntó sentándose frente a mí. Yo asentí, no me quedaba de otra—. Sabes que hubiera preferido internarte en la clínica, me hubiera gustado estar al pendiente de ti, pero eres muy necia, Pam—sonreí, avergonzada—. El suero durará doce horas, debes mantenerlo en lo alto y mantener tu mano en esta posición—acomodó mi mano, causándome algo de dolor—. Precisamente debe estar así para evitar dolor, ¿de acuerdo? La vena va a dolerte un poco, es normal, pero el suero intravenoso va a ayudarte mucho. ¿Te sientes mejor que ayer?
—Sigo débil.
—Lo noto en tus ojos, pero te ves mejor—sonrió—. ¿Pero cómo te sientes?—me miró de tal manera que supe que no hablaba de mi estado físico.
—Triste—susurré—. A pesar de todo tratamiento que tome, parece que empeoro. ¡Vea! Estoy tan débil que no puedo sostenerme, que necesito un suero… ¡Estoy desesperada! ¿Qué va a pasar el próximo mes? Tengo miedo, doctor.
—Pam, debes pensar seriamente en una solución a este problema, efectivamente cada mes estás poniéndote peor, a este paso... Pam, la operación en octubre sería una irresponsabilidad de tu parte, no sé si resistas hasta entonces.
—¿Puedo morir?—pregunté con un hilo de voz.
—No nos adelantemos a las cosas, pero necesito que pienses una solución—amplió su sonrisa—. Ya les dejé instrucciones a tus padres, hoy no podrás moverte sin ayuda, no olvides que estás conectada—señaló el suero colgado al perchero junto a mi cama—. Si algo se complica, me mandas un mensaje, estaré al pendiente de ti—comenzó a guardar sus cosas—. ¿Dudas?
—Sí, una—suspiré, me sentía nerviosa de preguntar lo que tenía en mente—. La primera vez que nos vimos, usted dijo que iniciar mi vida sexual ayudaría a mejorar mi salud, ¿qué tan cierto es eso?—el doctor se sentó en la cama, mostrando un semblante muy serio.
—Si preguntas es porque ya tienes a alguien en la mira—alzó las cejas,  sugerente. Yo bajé la mirada teniendo a Robert en mente—. Como sea, el inicio de una vida sexual ayudaría con cambios hormonales en tu cuerpo, no estoy seguro de que sea una solución, pero es muy probable que ayude a tu recuperación. Habría un avance, no sé de qué magnitud, pero lo habría—me miró muy serio—. No te sientas presionada, Pam, no estás obligada a nada, ¿de acuerdo? No quiero que la desesperación te lleve a tomar malas decisiones.
—Siento que quitarme la matriz sería una mala decisión.
—Iniciar tu vida sexual con cualquier patán, sólo por entregarte por desesperación, sería una decisión más mala aún. Por eso te pido que pienses las cosas con calma.
—Parece que ya no me queda tiempo para tomar las cosas con calma…
—¡Hola, prima!—Diana entraba a mi habitación sin avisar, su pícara sonrisa se congeló cuando vio al doctor.
—Adelante, señorita, yo ya me voy—el doctor tomó sus cosas y dio un vistazo al goteo del suero—. Regreso en doce horas, avísame cualquier complicación que haya—me miró, crítico—. Y piensa bien tus pasos, Pam—se fue bajo la mirada extrañada de mi prima.
—¿Qué pasos debes pensar?—preguntó, sentándose en la silla junto a mi cama—. ¿No era definitivo el quitarte la matriz?—cerré los ojos, avergonzada, sin poder evitar hacer una sonrisa estúpida—. ¿Qué pasó, Pame?
—El doctor y yo hablamos sobre una posibilidad alternativa—volví a sonreír, ahora sentía cómo mis mejillas se ponían coloradas—: iniciar mi vida sexual—Diana abrió los ojos y la boca como platos. Luego cubrió su boca para ahogar su estúpido grito.
—¡No, Pamela!—dio un golpe en la cama, mostrando su emoción—. ¡No, no, no!—otro grito ahogado. ¿Qué le pasa? Parece que se ganó la lotería—. Si ya pensaste en esa posibilidad, ¡es porque ya hay un candidato!
—Qué manera tan rara de percibirlo—rayos, esto era muy vergonzoso—. Bueno, sí, hay alguien.
—Y espero que no estés hablando de John—Nidia se unía a la conversación.
—¡Cielos!—exclamé, alarmada. Si Nidia había escuchado, ¿lo hicieron también mis tíos y mis padres?—. Cierra la puerta.
—Claro, porque luego vendrá tu familia a escuchar el chisme—Nidia cerró la puerta y se sentó en mi cama—. ¿Te contó de John, Diana?
—Sí, es un imbécil—bufó mi prima—. Espero que no sea él—ambas me miraron haciendo que sonriera y me sonrojara.
—¡No es John!—exclamaron al unísono.
No, no era John, era Robert. ¡Oh, Robert! El sólo hecho de pensar en él y en su propuesta, me hacían sonreír como una tonta. Les conté cada detalle de lo ocurrido hace un mes con Robert, intenté no omitir nada para que ellas me sacaran de cualquier malentendido que yo hubiese tenido. Pero a juzgar por sus estúpidas caras emocionadas, no había entendido mal ninguna de las palabras de Robert, eso me ponía más nerviosa aún; esperaba que alguna de ellas me dijera que estaba haciendo mal, que no me arriesgara, ¡cualquier cosa que me detuviera! Pero no fue así.
—¿Y por qué demonios no has aceptado?—Diana estaba súper emocionada.
—Porque es casado—le dije entre dientes.
—Pero va a divorciarse—Nidia se encogió de hombros—. O sea, en pocos meses será un hombre libre.
—Además, ¡él se propuso, prima! Tú no le pediste nada.
—Creo que no eres consciente de la cara que pones cuando hablas de la situación, ¡por favor! Al final sabes que deseas estar con él.
—¡Pero no puedo mezclar deseos, sentimientos ni nada parecido!—exclamé—. Si acepto a Robert sería estrictamente por salud, ¡mi salud!—les enseñé el suero conectado a mi mano—. Empeoro cada mes, ¡debo hacer algo!
—Pero aquí hay un punto importante—comenzó Nidia—: si la solución es quitarte la matriz, ¿por qué recurrir a Robert?—punto en contra—. ¿No será que quieres que sea el primero?
—No quiero que me quiten la matriz—iba a llorar, pero me aguanté, ya demasiadas lágrimas había derramado por esa situación—. Robert me ofrece una esperanza diferente.
—Tómala—dijeron al mismo tiempo, sin proponérselo.
—No tienes mucho que perder—sonrió Diana—. Parece que él va a comprenderte, fue muy lindo contigo, ¡la petición fue increíble! Nadie tiene algo como eso su primera vez, Pam.
—Yo quiero saber algo—Nidia entornó los ojos—: ¿tu decisión estará influenciada por Gala? Porque tenemos que Robert también es un hombre blanco, casado e implica que tú tomes una decisión. Es como si John hubiera pasado a segundo plano.
—John me ofreció lo mismo que Robert—ambas respingaron. ¿Qué tienen contra ser discretas?—. Pero, precisamente, Robert fue todo un caballero y me hizo sentir segura, confiada, protegida. ¡Cielos, hizo que el mundo desapareciera! John me tiene completamente enamorada y no logró lo mismo que Robert—Nidia me miró, crítica—. Y Gala no tendrá que ver en mi decisión, lo juro. Claro que me da curiosidad saber de quién hablaba o si su profecía será verdad con el tiempo… ¡Eso implicaría tanto!
—Por favor, un paso a la vez—rió Diana—. Seguramente ya te imaginaste casada con Robert por aquello de que "si eres auténtica terminarás enamorándolo"—dijo, imitando la voz de una adivina de la televisión—. Si deseas que sea Robert, hazlo. Pero hazlo por tu salud, sin mezclar sentimientos o deseos, tal como quieres hacerlo.
—Y habla con Robert sobre todas tus inquietudes—guiñó Nidia—. Si él será el primero, seguramente tienes dudas o peticiones que hacerle. A partir de ello, decide qué es lo que harás.
Yo suspiré, mi cabeza era un caos, pero el consejo de Nidia era excelente. Tomé mi celular para enviar un mensaje a Robert: "¿Podemos vernos el viernes?". No tuve que esperar ni 30 segundos para recibir su respuesta: "Claro, también deseo verte, el viernes será perfecto".  Mis nervios se pusieron de punta: ¡el viernes sabría qué camino tomaría todo este embrollo!
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Aunque Pam lo niegue, parece que la decisión ya está tomada. ¿Ustedes qué creen que pase?
¡Gracias por leer!
Azul🍂

¿Y SI FUERA ÉL?(ROBERT DOWNEY JR)(TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora